TÉCNICO REVELACIÓN

Quique Setién, un héroe peculiar en el Betis

El cántabro logra a los casi 60 años su primer gran éxito como entrenador

Quique Setién, dirigiendo al Betis.

Quique Setién, dirigiendo al Betis. / .43137933

Luis Lastra

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Si algún aficionado hubiese apostado hace 20 jornadas que el Betis iría quinto y estaría clasificado para Europa a tres jornadas del final, quizá no habría ganado lo mismo que aquel hincha del Leicester que fio 25 euros a que su equipo ganaba la Premier y se llevó 136.000, pero casi. Hace media Liga, el Betis acababa de perder contra el Atlético, acumulaba seis partidos sin ganar más una deshonrosa eliminación copera ante el Cádiz y la continuidad de su entrenador distaba mucho de ser indiscutible. Ahora lo es. Quique Setién (Santander, 1958) finiquitó aquella racha en Málaga, luego rompió la maldición del derbi, a los pocos días logró el fichaje de Bartra y la historia, a día de hoy, es que el Betis vuelve a ser EuroBetis, cinco años después de la última vez, y él es un héroe para su hinchada.

No los aparenta, pero Setién ronda los 60 años. Y este es su logro más relevante en los banquillos. Referente del fútbol ochentero, su carrera técnica no parecía la misma en una época en la que los exfutbolistas copan importantes banquillos con facilidad. El Racing (su equipo de verdad), el Poli Ejido, la selección de Guinea Ecuatorial, el Logroñés, el Lugo... Pero Setién es peculiar. Un idealista. No persigue títulos, no ansía la gloria del campeón, ni siquiera es feliz ganando. Se siente realizado cuando su equipo juega bien al fútbol. De futbolista tuvo más de una bronca con el entrenador de turno porque lo obligaba a jugar al pelotazo. Ahora que él manda, eso está prohibidísimo. El gol que certificó el regreso del EuroBetis tuvo esa génesis: el portero estuvo medio minuto con el balón y Mandi le pidió con los brazos que fuese paciente; lo fue, acabó encontrando al defensa ¡en el círculo central! y a partir de ahí, balón al suelo y gol.

Bartra, decisivo

Setién era feliz en Galicia, estuvo allí seis años y subió al Lugo a Segunda A con ese fútbol en el que el portero es el primer futbolista. También rechazó propuestas para dar un salto en su trayectoria. Una era del Betis, pero cuando salió no fue para ir a Sevilla sino a Las Palmas. Era su primera experiencia en Primera. El Betis no dejó de cortejarlo y el año pasado se salió con la suya, pero al hombre ahora de moda le costó triunfar. Su modelo exige mucha paciencia y el beticismo, harto de años de mediocridad, venía de silbar un año antes a Gustavo Poyet… en su debut en el Villamarín.

Su Betis tuvo un sello claro, distinto al de otras campañas (en las que no hubo sello, para qué engañarse), pero defendía muy mal y encajaba una barbaridad de goles. Para ser sinceros, si Llorenç Serra Ferrer no hubiese convencido a Bartra en enero, el Betis ni de lejos estaría así, el futuro de Setién sería una incógnita y este reportaje no tendría razón de ser. Desde la llegada del exazulgrana, el Betis ha sumado dos puntos más que el Madrid y tres más que el Barça (ambos con un partido menos).

El gran acierto de Setién, aparte de convencer a sus futbolistas de que su filosofía los llevaría al éxito a pesar de los pesares, tiene que ver con un cambio táctico asociado a Bartra. El central le ha permitido dibujar una zaga de cinco hombres que ampara tanto a los laterales como a los pivotes. Ahora, las largas posesiones no generan auténticos agujeros en caso de pérdida y la paciencia, en el campo y en la grada, ha multiplicado las victorias (siete en los ocho últimos partidos). Desde el último descalabro, 3-5 contra el Madrid, el Betis es el conjunto menos goleado de la Liga. Todo le sale bien a Setién: los jóvenes del filial (Loren, Junior y Francis) triunfan, su equipo gana hasta cuando no lo merece (dicho por él mismo en Getafe) y da igual que se lesionen todos los porteros. La máquina funciona, el Betis juega bien y Setién, lógicamente, es el hombre más feliz del mundo.