AYUDAS ARBITRALES AL MADRID

Cómo llegar a una final de Champions ayudado por los árbitros

Las manos, el penalti, de Marcello no señalado por el turco Çakir ante el Bayern.

Las manos, el penalti, de Marcello no señalado por el turco Çakir ante el Bayern. / .43155523

Emilio Pérez de Rozas

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Nada más concluir la semifinal vuelta frente al Bayern de Munich (2-2) y meter al Real Madrid, en la 16ª final de la Champions, el técnico francés Zinedine Zidane, que jamás ha ocultado tener flor, reconoció sentirse muy orgulloso “porque hemos sufrido, por supuesto, pues es la única manera de sobrevivir en la Champions y llegar a la final, pero hemos eliminado al PSG, a la Juventus de Turín y al Bayern de Munich”.

En efecto, la grandiosidad de la proeza (una vez más) del Real Madrid se centra en haber eliminado a tres líderes y campeones (la ‘Vecchia Signora’ aún ha de pelear, cuerpo a cuerpo, con el poderoso y vistoso Nápoles para repetir ‘scudetto’) de Francia, Italia y Alemania. Y no solo eso, lo grande es que el poder de intimidación, el tan cacareado ‘miedo escénico’ del Santiago Bernabéu ante rivales y, por qué no reconocerlo, árbitros, se ha producido frente a tres de los clubs más poderosos e influyentes del Viejo Continente: el megamillonario y emergente PSG, la Juventus de Turin de la familia Agnelli (la versión del club blanco en Italia, siempre bien visto por los colegiados) y el Bayern de Munich, la representación futbolística, del poderío alemán en el mundo.

Lo que no dijo ‘Zizou’ es que, además de jugar con dos porteros (un fantástico Keylor Navas, al que llevan meses queriendo despedir y al que salvó la avería de un fax en los despachos de la ‘Casa Blanca’ y un mediocre Sven Ulreich. en la otra portería), el Real Madrid volvió a ser descaradamente ayudado, beneficiado, empujado hacia la final de Kiev por un árbitro, dicen que el mejor de Europa, llamado Cuneyt Çakir, que dejó sin señalar unas clarísimas manos de Marcelo a centro de Kummich, cuando se cumplían los primeros 45 minutos, lo que pudo facilitar que los campeones alemanes se retirasen al vestuario habiendo igualado ya la eliminatoria y metido el miedo en el cuerpo del equipo blanco.

Las protestas de Emery

Esa ayudita, que tuvo como protagonista a un sincero Marcelo (“si digo que no he tocado el balón con la mano, sería un mentiroso, así que fue penalti”), tuvo, frente al PSG y la Juventus, dos precedentes muy mosqueantes, sospechosos. En la ida ante el PSG (3-1 en el Bernabéu), el italiano Gianluca Rocchi señaló como penalti a favor de los blancos (fue el 1-1) un roce de Lo Celso sobre la espalda de Kroos, que, encima, estaba en fuera de juego cuando recibió el pase de un compañero. Desde el poderoso jeque Nasser Al-Khelaifi (“Rocchi ha ayudado demasiado al Real Madrid y, encima, ha señalado un fuera de juego de Mbappé que no lo era”) hasta Unai Emery (“si pitas el penalti a Kroos, tienes que pitar también las manos de Ramos y la falta que precede al 2-1”) pusieron el grito en el cielo, pero no pasó nada.

"Si digo que el balón no me ha tocado la mano, sería un mentiroso. Sí, fue penalti, pero el árbitro no lo pitó"

Marcelo

— Lateral derecho del Real Madrid

Y no hablemos del último antecedente, el pitido definitivo, decisivo, mortífero del joven árbitro inglés Michael Oliver (premiado recientemente con la final de la FA Cup: Chelsea-MUnited, el próximo 19 de mayo) cuando, en plena remontada de la ‘Juve’ en el mismísimo Bernabéu, decidió que Benatia había cometido penalti sobre Lucas Vázquez, al que, inmediatamente, le entró un tembleque impresionante ¡y al suelo!

Ahí fue donde apareció Gigi Buffón, historia viva del fútbol mundial, para denunciar que alguien que se atreve a tanto como se atrevió Oliver, más allá del minuto 90, cuando ya se atisba la prórroga de un partido épico, “ha de tener un bidón de inmundicia en lugar de corazón”. Cierto, el mundo creyó que Buffon se había pasado mucho, mucho, e, incluso, le sugirieron que pidiese perdón, pero el histórico portero ‘azzurri’ no se retractó ni un ápice de su crítica.

El popular diario alemán ‘Bild’ reproducía ayer una instantánea, que se convirtió en viral en decenas millones de washaps del mundo entero, en el momento exacto en que el centro de Kimmich da en el antebrazo izquierdo de Marcelo y tanto Çakir, detrás del lateral blanco, como el linier de esa banda (frente a la melenuda estrella brasileña) y el juez de línea de gol (enfrente suyo) deciden que no es penalti. “¿Cómo es posible que tres árbitros no lo viesen?”, titula ‘Bild’, cuyo antetítulo es aún más explícito: “Seis ojos y unas manos”.

El mismo diario alemán recordaba, sin más, la frase de Jupp Heynckes, técnico del Bayern, de 72 años, al llegar el lunes a Madrid: “El Madrid ha ganado tres Champions de las últimas cuatro y eso solo puedes conseguirlo trabajando muy duro, con mucho talento, con muy buenos jugadores, con suerte en los sorteos y con buenos arbitrajes en los momentos adecuados”.