EL ANÁLISIS DEL RIVAL AZULGRANA

El Sevilla más imprevisible

El equipo andaluz ha fracasado en la Liga, pero ha brillado en la Copa y en Europa

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Álvaro Ramírez

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Volver a jugar una final de la Copa del Rey dos años después, alcanzar los cuartos de la Champions eliminando al Manchester United en su propio estadio, luchar por Europa en la Liga a falta de cinco jornadas... A priori, más allá de los grandes, cualquier equipo firmaría una temporada en esas circunstancias. Pero el Sevilla, no.

El equipo andaluz afronta este sábado el duelo con el Barcelona en un estado de ilusión, pero también con un remanente de decepción entre los aficionados por los últimos resultados y por una marcha discreta en la Liga.

Montaña rusa

La temporada del Sevilla se ha convertido en una montaña rusa de muchas emociones, algunas muy dulces, otras muy agrias. Ha alcanzado cotas históricas, como volver a unos cuartos de final de la Copa de Europa 60 años después, o como jugar la octava final de Copa de su historia. Pero a la vez ha ido salpicando a sus fieles seguidores con actuaciones vergonzosas, con goleadas recibidas incluso por el eterno rival, el Betis (3-5). 

Tampoco falta un halo de intranquilidad por un proyecto que empezó con Eduardo Berizzo, continuó con Vincenzo Montella y nadie sabe la firma que tendrá en el futuro. Ni en el banquillo ni en la dirección deportiva (Óscar Arias suplió a Monchi y es el actual secretario técnico)... salvo que el Sevilla dé la campanada ante el Barça.

La plantilla más cara

El curso nervionense viene marcado por una política de fichajes que se considera, en la grada y hasta en la planta noble del club, bastante mejorable, y por una inversión sin igual en una temporada con el mayor presupuesto y la plantilla más cara.

La humillación sufrida ante el Betis (3-5) agitó un curso con grandes triunfos como el de Old Trafford

Con esos mimbres, el entorno sevillista esperaba un proyecto más sólido y consolidado, sobre todo en la Liga, donde tenía la oportunidad, por capacidad económica, de instalarse en el Top 4 y hacer de la Champions un territorio habitual tras tres temporadas consecutivas disputándola.

Pero el equipo no ha dado la medida ni ha sido regular. Ha demostrado ser capaz de lo mejor y lo peor, se ha convertido en un bloque absolutamente imprevisible, capaz de hacer el ridículo ante el Betis y, apenas cuatro días, después salir vencedor del Wanda ante el Atlético de Madrid, al que eliminó de la Copa.

Sin artillería

Esos picos probablemente vienen marcados por la confección de la plantilla, algo extraña. Por inversiones millonarias que no están dando resultados y que se centran sobre todo en el ataque. De ser un equipo que contaba con goleadores natos en las últimas temporadas (Kanouté, Luis Fabiano, Negredo, Gameiro, Bacca) el Sevilla ha pasado a ser un equipo sin artillería. Los 20 millones pagados por Muriel son objeto constante de debate en el sevillismo. 

Como los 13 por Kjaer, un central que vino a comandar la defensa y ha pasado a ser suplente en un equipo que ya es de los más goleados de la Liga. Además, Eduardo Berizzo no cuajó en ningún momento. Desde su llegada despertó dudas por su juego, aunque los resultados acompañaran, y por la gestión del vestuario y el rendimiento de algunos jugadores. 

La destitución de Berizzo

Berizzo llegó a apartar a Nzonzi, ahora pieza clave, y a sufrir también derrotas dolorosas, como la goleada por cinco goles del Spartak de Moscú en la Liga de Campeones. A todo ello se unió su baja por enfermedad. A su vuelta, el Sevilla tomó una decisión dolorosa, pero que estaba ya perfilada incluso antes de su ausencia. 

El club apostó por la destitución del argentino y llegó Montella. No entró con buen pie el extécnico del Milan. Nada más llegar tiró por tierra el dominio sevillista en los derbis de los últimos años y sufrió la humillación ante el Betis. Una afrenta que siempre quedará en su expediente.

Un once extenuado

Pero la Copa, esa Copa que se juega hoy y puede salvar la temporada, salvó a Montella y le dio un argumento. El italiano se agarró y de qué forma a los jugadores que le llevaron hasta el Wanda, hasta la final. A partir de ahí puso las bases de su once, con su bloque prácticamente inamovible, fórmula que le fue de cine en las competiciones del KO, pero que ha fracasado en la Liga.

Y con esos jugadores, a los que ha extenuado de competir y competir en cada partido, se presenta este sábado ante el Barcelona. Con la incertidumbre absoluta de no saber qué Sevilla se verá, si el agotado, el dejado de la Liga, o el competitivo de la Copa y la Champions, capaz de ganar en Old Trafford y, quién sabe, si al Barcelona.