DEL FÚTBOL A LA POLÍTICA

George Weah, al ataque

El único africano Balón de Oro afronta la aventura de presidir su país, Liberia, con el objetivo de acabar con la corrupción política

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Javier Triana

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El problema de las expectativas es que pueden llenar una mochila muy difícil de cargar. Pero George Tawlen Manneh Oppong Ousman Weah (Monrovia, 1966), que creció en un barrio chabolista de la capital liberiana, que gracias a sus habilidades con el balón logró salir del hoyo de la pobreza, que marcó en casi la mitad de los partidos que jugó en su primera temporada en Europa (con el Mónaco, en 1988), que ha ganado una decena de ligas y copas, que obtuvo el Balón de Oro en 1995 (primer y único africano en lograrlo hasta la fecha) y que fue jugador africano del año en tres ocasiones, no se amedrenta. Con una historia de película de Disney, cómo podría.

“Mi tarea será liderar esta nación de la división a la unidad. No os decepcionaré”, dijo a sus seguidores durante su investidura como presidente de Liberia, el último de sus fichajes. Nunca un internacional liberiano se había sentado en el despacho presidencial, pero es Liberia un país pionero en África: fue el primero del África subsahariana en obtener su independencia, en 1847. También fue el primero en elegir a una mujer como presidenta en todo el continente, en 2005, dos años después del fin de la última de sus guerras civiles.

El relevo de una mujer brillante

Suceder a Ellen Johnson Sirleaf puede ser una tarea complicada para el exfutbolista: aparte de haber sido la primera jefa de estado electa de África, recibió el premio Nobel de la Paz en 2011 y gestionó la reciente crisis del ébola (Liberia fue uno de los países más afectados).

Además, Sirleaf había estudiado en Harvard y ocupado cargos de responsabilidad en el Banco Mundial y las Naciones Unidas. Este contraste hizo que los votantes se inclinaran por Sirleaf en 2005, cuando Weah optó por primera vez a la presidencia como candidato del Congreso por el Cambio Democrático (CDC).

En esta ocasión, la Coalición por el Cambio Democrático (una unión de tres partidos, entre ellos el CDC, de ideología un tanto indefinida y tendente hacia la derecha) ha logrado la victoria con más de un 60% de los votos en la segunda ronda, con Sirleaf fuera de la carrera presidencial al limitar la Constitución la presidencia a dos mandatos de seis años.

"Para reducir la brecha entre los ricos y los pobres hay asegurarse de que el dinero público no acaba en los bolsillos de los funcionarios"

George Weah

— Presidente de Liberia

Y donde Sirleaf falló (en la batalla anti-corrupción y contra la pobreza), Weah espera marcar por la escuadra. “Creo que la manera más efectiva de ayudar a los pobres y de reducir la brecha entre los ricos y los pobres es asegurarse de que los recursos públicos no terminan en los bolsillos de los funcionarios del gobierno”, apuntó al jurar el cargo Weah, que ha hecho de la lucha contra la corrupción su bandera. Lograrlo no va a serle fácil.

Según el último Índice de Percepción de la Corrupción que elabora cada año Transparencia Internacional, Liberia se encuentra a mitad de tabla en cuestión de corruptelas, en el puesto 90 de 176 países analizados, con una nota de 3,7 sobre 10 (España ocupa el puesto 44 con un 5,8).

Contraste vital: premio pese al puñetazo

Mucho trabajo por delante para Weah y los suyos hasta alcanzar al menos un aprobado, aunque el vigésimo cuarto presidente liberiano ya tiene experiencia en imposibles: en 1996 le partió la nariz al defensa portugués Jorge Costa (quien habría proferido insultos racistas contra él) y aun así ganó el Premio al Juego Limpio de ese año.

En Clara, la favela de la capital liberiana donde Weah creció a cargo de su abuela, la gente se ve representada en él y creen que dará la batalla por personas desfavorecidas como ellos. Al menos, les regaló algunas alegrías frente al televisor mientras el ahora presidente pateaba un balón en distintas parte del mundo cuando varias guerras civiles arrasaban el país. Aunque George se libró de sufrirlas de manera directa al estar jugando en el extranjero, no se olvidó de Liberia y se involucró para ayudar a los afectados. Llegó a ser embajador de buena voluntad de la ONU para la causa.

Y eso que todo parece haber empezado por casualidad: llegó al Mónaco porque el entonces seleccionador camerunés era francés y supo de su destreza a finales de los 80. Se lo recomendó a Arsene Wegner, que por entonces estaba a cargo del conjunto monegasco, y el equipo del Principado lo contrató.

Su capacidad de trabajo y su puntería con la pelota le llevaría después a París, a Milán (a las órdenes de Fabio Capello y compartiendo vestuario con Roberto Baggio), a Londres, a Manchester, donde algunas fuentes aseguran que el delantero liberiano alternaba su carrera de futbolista con la de pinchadiscos en las discotecas de esas ciudades. No así en Marsella, en el ocaso de su carrera, o en Abu Dhabi, donde jugó hasta retirarse, a los 37 años.

Otros deportistas metidos en política

Ahora, con 14 más y tras una vida de éxito improbable, toma las riendas del país. La política no es una novedad en su carrera: tras presentarse como candidato a presidente en 2005, y a vicepresidente en 2011 (en ambas ocasiones, de manera fallida) se había convertido en senador en 2015, engrosando una larga lista de deportistas de élite que se metieron a política. Como Romario (senador en Brasil desde 2015) o Manny Pacquiao (diputado en Filipinas entre 2010 y 2016, y senador desde 2016). O como aspira a hacer el corredor etíope Haile Gebrselassie en su país.

Pero George les ha ganado la galopada hasta la cima del poder ejecutivo. Ahora solo falta por ver si su velocidad, su regate y su capacidad de anotar sirven de algo en ese otro estadio. Weah vuelve al césped.

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