NUEVA EXPEDICIÓN INVERNAL
Txikon: "Espero que el Everest sea amable"
El alpinista vasco vuelve al techo del mundo para escalarlo en invierno y sin oxígeno
A partir de cero grados, cuando los chistosos aseguran que no hace ni frío ni calor, es cuando Alex Txikon encuentra su temperatura de 'confort'. Al menos para este himalayista vasco de 36 años, nacido en Lemoa (Vizcaya), que en unos días vuelve al Everest (8.848 metros), el techo del mundo, para convertirse en el primer alpinista que lo escala en invierno y sin oxígeno. Algo que intentó el pasado febrero, por lo que ya sabe lo que le espera: vientos de más de 100 km/h y temperaturas de 45 bajo cero. Pero a Txikon, si hay algo que le apasiona, es el frío y las expediciones invernales, de las que es un referente mundial.
«Me gustaría encontrarme un Everest amable porque, de entrada, ya sé que nos tocará apretar los dientes. Espero que la montaña se deje», desea Txikon, consciente de la extrema dureza que le aguarda y para la que se requiere de una fortaleza que no es de este mundo. «Sí, hay que ser duro mentalmente. El 70% es una cuestión psicológica y el 30% restante, física. También es necesaria una buena estrategia para la ascensión. El poder está en la mente y si tienes claro hasta dónde puedes llegar, no hay imposibles».
Solos en el campo base
Parte del secreto radica en economizar los esfuerzos porque la expedición puede alargarse hasta los tres meses y el grupo es reducido, nada que ver con las expediciones de primavera, cuando centenares de alpinistas se amontonan en el campo base. Ahora, en invierno, no hay absolutamente nadie. Por no haber, no hay ni nieve: se la ha llevado el viento. Solo queda hielo. Así que únicamente montañeros como Alex, pocos, se atreven con lo que allí les espera. «Esta vez me gustaría no desgastarme tanto al principio equipando los campos de altura», añade Txikon, con 11 ochomiles en su palmarés, todos sin oxígeno, incluido el Nanga Parbat, al que subió en el 2016 en invierno por primera vez en la historia, junto al italiano Simone Moro y el paquistaní Ali Sadpara.
Una metodología propia
En el Everest, en cambio, no le acompañó la climatología y tuvo que renunciar cuando ya había alcanzado el campo 4, a unos 7.900 metros. «Me gustaría tener una segunda oportunidad», desea Txikon, que desvela algunos de sus secretos para soportar el frío, especialmente en los pies, a los que unta con Vicks Vaporub, recubre con una bolsa de plástico y unos cuantos calcetines. Y luego las botas, que suelen ser de uno, dos y hasta tres números más grandes, para que no aprieten y la sangre, que se espesa mucho a gran altura, circule con mayor fluidez lo que contribuye a evitar las temidas congelaciones.
Todo ello forma parte del método Txikon, en el que se entremezclan «la constancia, la resistencia, la perseverancia, el análisis de la situaciones, la estrategia, la estadística... Para mí el alpinismo es como una ciencia matemática», explica huyendo de las filosofadas: «A mí, la montaña no me habla, no me dice nada, no hay ninguna voz interior que me dice que suba o que baje. Asciendo por mis propios métodos y bajo de la misma forma». Aunque admite que hay algo de intuitivo en ello –«sí, pero es algo que me viene de un análisis previo de datos»– y también de fortuna. «La suerte es importantísima y en algún momento recurres a ella, cuando estás sometido a un estrés máximo dentro de la escalada, pero recurrir habitualmente al azar no es bueno».
"Debes controlar que el miedo no se convierta en pánico. Si te abandonas a más de 7.000 metros, mueres"
Controlar el miedo
Lo mejor es tener la situación controlada y «la cabeza fría», y no se refiere a la temperatura ambiental. «Tienes que controlar el miedo, que no se convierta en pánico. Si te abandonas a más de 7.000 metros, te mueres», asegura quien admite que ha cruzado la línea roja. «Muchas veces he arriesgado más de la cuenta. Existe el compromiso individual, saber hasta dónde estás dispuesto a llegar».
Apasionado del deporte rural (es 'aizkolari', cortador de troncos, y levantador de piedras), afirma que estas dos disciplinas le dan «fuerza para llevar mochilas pesadas». En la expedición le acompaña también el director de cine Aitor Bárez, que desea completar la segunda parte de la película 'Everest: un reto sobrehumano', recientemente estrenada, un filme que exhibe la extrema dureza a la que se enfrentó Txikon en su primera cita con el Everest, donde sobrevivió a una avalancha que lo arrastró 100 metros pendiente abajo. Pero hacía allí parte de nuevo este himalayista, en busca de un reto solo al alcance de unos pocos.
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