GRADA DIVIDIDA

Mucho ruido para Piqué

El central recibe más pitos que aplausos en el Rico Pérez, donde escuchó el 'Viva España' y vio una amarilla que le impide jugar en Israel

Ramos, De Gea, Piqué y Rodrigo escuchan el himno español antes del partido.

Ramos, De Gea, Piqué y Rodrigo escuchan el himno español antes del partido. / periodico

Antonio Merino

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No hubo indulto ni tregua para Piqué, que se enfrentó a un referéndum en una noche con mucho ruido de fondo. Los pitos se mezclaron con los aplausos de una grada que esperaba a un jugador marcado a fuego en el fútbol español y que difícilmente podrá liberarse de esa losa. En su agitada noche en el Alicante no faltó de nada, desde escuchar el «Viva España» a ver una amarilla que le impedirá jugar en Israel o ser sustituido en medio de la música de viento.

Se abrazó a Sergio Ramos antes del pitido inicial como si ese gesto fuera a convertirse en una especie de perdón para el futbolista que ha puesto patas arriba la convocatoria de 'La Roja' y ha encrespado los ánimos de buena parte de ciudadanos. No le valió de mucho esa cercanía con el capitán de la selección porque el central azulgrana se enfrentó a un plebiscito nada más pisar el césped del Rico Pérez.

Penitencia para el azulgrana

El recibimiento bajo las notas del «Viva España» de Manolo Escobar debió ser como una especie de penitencia para Piqué, al que al menos le quedaba el consuelo de saber que el autor de esa letra era un culé empedernido. La cosa fue a más cuando a la hora del estribillo, la música paraba con el fin de que fuera el público el que gritara «que viva España» o «España es la mejor».

Todo un cursillo acelerado de 'españolismo' que encendió aún más a un público entregado, pero consciente de que, además del previsible triunfo ante la Albania de Panucci, se ventilaba enviar un claro mensaje a Piqué, más que para intentar reconvertirlo sí para dejar constancia del calado de las palabras del jugador catalán cuando criticó la actuación de las fuerzas de seguridad en Catalunya el pasado domingo desde la convocatoria de la selección, algo que ha llevado al Delegado de Gobierno en Catalunya a pedir perdón.

El público ha estado muy bien, fenomenal, aunque siempre hay quien pita. Toca poner el foco en las noticias positivas

Julen Lopetegui

— Seleccionador español

Pancartas de apoyo

Bajo esas notas de la canción de Escobar y entre los pitos mezclados con algunos aplausos rompía a sudar el central azulgrana. Se las prometía muy felices cuando al retirarse a los vestuarios tras el calentamiento observó unas pancartas de apoyo y cariño hacia su persona. Piqué saludó como si la tregua hubiera llegado al Rico Pérez, pero nada de eso porque nada más comenzar el encuentro, en el primer balón que tocó a los 15 segundos el central volvía a ser el centro de la airada respuesta de buena parte de los 28.000 espectadores del recinto alicantino.

A la grada seguramente no le pareció bien la forma de escuchar el himno español por parte del hombre de la noche. Mientras sus compañeros miraban al frente y Ramos lo hacía al cielo, como es habitual en el central madridista, Piqué miraba a un lado y a otro con gesto ausente.

Luego, los pitos, la bronca y los aplausos se mezclaban en un recinto que quedaba casi mudo cuando el balón estaba lejos del jugador del Barcelona. Si la tocaba Piqué, la grada entraba en ebullición y los decibelios aumentaban de manera inmediata, lo mismo que cuando Rodrigo abrió el marcador. Un tanto que celebró el jugador azulgrana abrazándose con el resto de sus compañeros. Lo mismo sucedió con el gol de Isco, cuyo nombre coreó el público, y con el de Thiago. Sin embargo, los goles tampoco trajeron el esperado armisticio y Piqué siguió escuchando ruido cada vez que entraba en contacto con el balón.

Airada Protesta

Piqué vio la amarilla por agarrar a un rival lejos del área en una acción que pareció premeditada

En una de esas acciones al filo del descanso, Grezda se fue del central azulgrana, que decidió resolver la situación con un agarrón al jugador albanés y una airada protesta al colegiado. No vio la amarilla, pero sí la encontró en el minuto 47 cuando agarró a un jugador lejos del área. Una acción que pareció premeditada y que sonó a esa tarjeta que fuerza un jugador para librarse del siguiente partido. Ese será en el caso de Piqué, que no jugará ante Israel en el último encuentro de clasificación para el Mundial de Rusia.

La traca final estuvo en la sustitución de Piqué. Ahí arreciaron los pitos y los aplausos para el jugador internacional, que se refugió en el fondo del banquillo, donde seguramente respiró a fondo tras cerrar una noche difícl. Era el epílogo a una semana muy dura para el jugador y para sus compañeros de La Roja, que vieron cómo Piqué daba la cara el miércoles para asegurar que si se sentara en una mesa con todos los que le pitan, dejarían de hacerlo.

No parecía que la grada del Rico Pérez estuviera por la labor de indultar a Piqué, pese a que en los últimos minutos del encuentro algún sector corease el nombre del central, que ahora se refugiará en su club para olvidar unos días convulsos tras un nuevo referéndum por parte de la afición.