Cuando el Barça jugaba por Navidad

El del 25 de diciembre de 1921, en una Foixarda desbordada, impulsó a Gamper a erigir el campo de Les Corts. El club azulgrana disputó en estas fechas una treintena de partidos, 4 de ellos oficiales, hasta el último de 1970

UN DÍA CLAVE. Navidad de 1921. Barça-Sparta de Praga en La Foixarda.El público desbordó el campo y se convirtió en prioritario levantar Les Corts.

UN DÍA CLAVE. Navidad de 1921. Barça-Sparta de Praga en La Foixarda.El público desbordó el campo y se convirtió en prioritario levantar Les Corts.

FREDERIC PORTA / BARCELONA

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El Barcelona es un club tradicional. La fidelidad a estas convicciones es una de sus virtudes. Y en la mañana de Navidad, mientras la escudella hierve y el pavo se dora, no puede faltar la sesión de fútbol». A finales de los 60, la revista 'Barça' abogaba, con brío y pose de gato panza arriba, en favor de mantener tal liturgia al borde de la extinción.

Quizás intuían que les quedaban cuatro días de balón en 25 de diciembre, una costumbre iniciada a lo grande en 1921, cuando el fútbol explosionaba aquí como diversión de masas. La montaña de Montjuïc albergó aquel día una multitud de 30.000 personas para seguir al Sparta de Praga, «el mejor equipo de Europa» al decir de la propaganda, en la inauguración del campo de La Foixarda, completamente desbordado.

LA PASIÓN DE LOS AÑOS 20

Después de aquel éxito descomunal, en el arranque de los felices años 20, Joan Gamper quedó convencido. Resultaba imprescindible erigir el campo de Les Corts, tal era la pasión popular por el emergente equipo de La Edad de Oro, capitaneado por Pepe Samitier y Ricardo Zamora. Al fin y al cabo, el Barcelona ya había disputado el segundo encuentro de su existencia en tan señalada fecha, sellado con triunfo ante el Català, el gran rival de primera hora, por 3-1 con el Velòdrom de la Bonanova como escenario en aquel remoto 1899.

Hasta el último estertor, el club azulgrana celebraría 30 partidos para conmemorar a su manera la señalada festividad. En aquel cierre de 1970, el marcador desfavorable, la pésima prestación de los suplentes y la brisa de los nuevos tiempos y costumbres, acabaron con el ritual.

Seguramente, para siempre. Pasear a la prole por Les Corts o el Camp Nou mientras las mujeres quedaban encerradas en la cocina preparando el pantagruélico ágape queda hoy como expresión de puro anacronismo. Encima, por mucho que los ingleses mantengan su rentabilísimo Boxing Day, el abigarrado calendario no deja resquicio para más. En la competición española, los profesionales han conseguido vacaciones y no renunciarán ya a tal logro.

EL BROCHE FINAL

El canto del cisne, la despedida del 70, congregó a tres cuartos de entrada en el Estadi, desconocedores de asistir al broche final de tan arraigado ritual. Al entrenador, el inglés Vic Buckingham, se le ocurrió presentar un once suplente formado por Mora; Romero, Zabalza, Paredes; Castro, Ramoní; García Castany, Zaldúa, Bustillo, Fusté y Dueñas (Chiva). Además de reserva, descompensado, con un montón de especialistas fuera de su posición habitual. Cayeron con estrépito ante el CSKA de Sofía (1-4),  líder búlgaro con siete internacionales.

Al recordado Miguel Ángel Bustillo -fallecido en septiembre- le correspondió el honor de marcar el único gol local, el postrero en la matinal navideña. A la mañana siguiente, las crónicas de prensa resultaron afiladas como un cuchillo para cortar el pavo: «Para un club con el historial del Fútbol Club Barcelona, no hay partidos de trámite ni amistosos».

EL TIRÓN DE KUBALA

Cierre perenne para esa amistosa costumbre estrenada antes de la Gran Guerra, en 1912, contra los Auckland Wanderers. Después, transitaron por aquí glorias continentales, siempre extranjeras, del calibre de Young BoysFerencvaros, Austria, First Viena, Ujpest Dosza o Partizan, con un lapsus histórico entre 1933 y 1947, cuando el lance no fue organizado.

La Navidad sirvió incluso para aprovechar en taquilla el inmenso tirón de Laci Kubala, aun antes de debutar oficialmente con el Barça y generar la era de Les Cinc Copes. Con el mito húngaro como atracción, el taquillazo quedaba garantizado.

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En 25 de diciembre o en Sant Esteve, el Barça ha jugado incluso cuatro partidos oficiales, tres de Liga y uno de la Copa de Ferias, aunque solo dos como local. Del último se cumplen 51 años. Partido de campeonato ante el Las Palmas resuelto con un mínimo 3-2.

A las órdenes del apodado 'sargento de hierro' Roque Olsen, formaron los azulgrana con Pesudo; Benítez, Olivella, Eladio; Vergés, Torres; Rifé, Müller, Zaldúa, Fusté y Zaballa. En plena travesía del desierto de los 60 sorprenden incluso los goleadores de la matinal: el francés Lucien Müller, el malogrado Benítez de penalti y el lateral Eladio Silvestre, nada pródigo en tales alegrías ofensivas.

EL PROGRAMA DOBLE

Para alimentar el programa doble, previamente el filial Condal había vapuleado en el Estadi al pobre Langreo por 8-1 con un once repleto de promesas que todavía sonarán, mucho o poco, a los viejos aficionados: Rodés, Mur, Borrás, Rexach, Martí-Filosía, Mas o Giralt. Enric Feliu, hermano de la cantante Núria, se despachó entonces con un repóquer matutino. Por desgracia, el después delantero emblemático del estupendo Sant Andreu de los años 70 fallecería tras enfermedad con apenas 34 años.

En el siglo XXI, nadie sería ya capaz aquí de reivindicar el fútbol navideño entre tan desbordante oferta y repleto calendario. Tiempo atrás, no se concebía la Navidad sin balón de por medio, hasta que la parroquia, siempre exigente, exigió ganar también ese día, ajena a la condición de puro entretenimiento. Y se acabó lo que se daba. 25 de diciembre, fecha que ha contribuido con destacados hitos a la generalmente desconocida historia del Barça. El balón perdió su duelo de tradiciones con la 'carn d'olla'.