Reto de altura para el gran capitán

Sergio Ramos regresa al Camp Nou, donde fue expulsado en el último clásico del pasado mes de abril

Ramos disputa un balón en el encuentro del pasado sábado ante el Sporting

Ramos disputa un balón en el encuentro del pasado sábado ante el Sporting / periodico

ANTONIO MERINO / MADRID

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Nada indica que se le pueda ver el sábado en el centro del campo, tal como ocurrió en el 2013 cuando Carlo Ancelotti le situó en esa posición en el Camp Nou ante el asombro general. Le daría igual a Sergio Ramos porque lo que quiere el central del Madrid es jugar, ahí o donde sea. Al capitán blanco le van estos desafíos, en los que se siente tan especial que suele disputarlos al límite, incluso por encima de lo que marca ley.

El sábado jugará su partido 490 con la camiseta del Madrid. Lo hará gracias a no haber visto la quinta amarilla ante el Sporting, un encuentro en el que Zidane decidió sustituir al central en el minuto 72 para asegurarse su presencia ante el Barcelona.

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No jugó el derbi frente al Atlético pese a que su regreso tras lesionarse con ‘La Roja’ estaba preparado para ese día. Ante Albania, Ramos sufrió un esguince de grado II en el ligamento lateral interno de su rodilla izquierda. Después de 40 días de baja, la cita era el encuentro ante el equipo de Simeone, pero Ramos estuvo en el banquillo. Se dijo que jugador y técnico habían pactado finalmente que fuera suplente. Luego Zidane apuntó que, pese a no jugar, quería que Ramos estuviera en la concentración.

Después de regresar al equipo en la cita ante el Sporting de Portugal, la fecha que tenía en rojo el central era la del 3 de diciembre. Así se lo confirmó a Iniesta cuando el centrocampista del Barcelona escribió en twitter sus buenas sensaciones tras un nuevo día de recuperación. “Entonces nos vemos en el clásico. Ojalá podamos estar los dos”, escribió Ramos. En la conversación se metió Piqué. “Entonces estaremos todos. Que gane el mejor” apuntó el central catalán.

HÉROE Y VILLANO

Unas maneras muy distintas a las que utilizó Ramos cuando le pidió a Piqué que tuviera respeto en diciembre del 2015 cuando los ataques del defensa del Barcelona a Arbeloa o lo del famoso Kevin Roldán. Ramos se erigió entonces en el defensor de todo el madridismo y tuvo el apoyo de la afición. Dentro del campo consigue que haya más división de opiniones hasta lucir la dualidad de héroe y villano. Su gol en la final de Lisboa ante el Atlético en el famoso minuto 93 o el de la Supercopa de Europa ante el Sevilla, que sirvió para forzar la prórroga, le sitúan como una especie de icono, pero sus graves errores le bajan inmediatamente a ras de tierra.

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Un sector del periodismo ha situado a Ramos como el mejor central del mundo. Y el jugador ha entronizado tanto esa nominación que parece obligado a retorcer todo lo que sea natural hasta convertirlo en excesivo. “Es nuestro capitán y es muy importante para el grupo. Alegra verle jugar con nosotros”, afirmó Zidane.

UNA PAREJA EXPLOSIVA

Frente al Barcelona, Ramos volverá a hacer pareja con Pepe, un dúo experto pero capaz de alterar las pulsaciones de un partido de la importancia de un clásico, más aún teniendo enfrente a Messi o a Luis Suárez. Ramos, con 21 rojas, es el jugador más expulsado en la historia del Madrid, club al que llegó en el 2005. La última vez que vio una roja fue precisamente en el clásico de la pasada temporada en el Camp Nou. Era la cuarta vez que abandonaba el campo en un choque contra el máximo rival.