¿Tiene Río 2016 un "público de mierda"?

Las polémicas declaraciones del francés Renaud Lavillenie desatan el debate sobre los abucheos en Brasil

Aficionados brasileños durante un partido de fútbol femenino.

Aficionados brasileños durante un partido de fútbol femenino. / REUTERS / BRUNO KELLY

EDU SOTOS / RÍO DE JANEIRO

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En la noche del martes las lágrimas atravesaron las mejillas del francés Renaud Lavillenie. El himno que sonaba en los altavoces del estadio olímpico del ‘Engenhao’ no era precisamente la ‘Marsellesa’ y su llanto, emitido desde el segundo escalón del podio, estuvo acompañado de los miles de abucheos que emanaban con una furia desmedida de la afición ‘verdeamarela’. Para entender la inverosímil escena había que retroceder a la noche anterior en la que el campeón olímpico de salto con pértiga en Londres 2012 había dejado escapar la medalla de oro ante el ‘novato’ brasileño Thiago Braz

A pesar de ser el propietario del récord mundial en la modalidad, unos inalcanzables 6,16 metros, el francés apenas pudo alcanzar los 5,98 metros en la gran final, es decir, un centímetro por encima del récord olímpico. La presión de las gradas aquella noche destrozó los nervios del excampeón que, en varias ocasiones, rogó al público brasileño que guardase silencio durante su salto.

Pero la petición de Lavillenie cayó en saco roto. Aquella noche, la ‘torcida’ tenía el propósito firme de hundir al francés en beneficio del héroe local. Finalmente, el brasileño se alzó campeón con un salto 6,03 metros y el delirio se apoderó de la ‘torcida’ en las gradas del estadio.

LA MALDAD DEL PÚBLICO

Furioso por las antideportivas condiciones en las que se produjo su derrota, el antiguo campeón explotó de rabia en una entrevista con la televisión gala. "Es muy jodido competir con este público de mierda en unos Juegos Olímpicos", declaró Lavillenie, quien comparó su caso con el del atleta afroamericano Jesse Owens en los Juegos de Berlin 1936 en pleno auge del nazismo en Alemania. “En 1936 el público estaba contra Jesse Owens. Nunca habíamos visto algo igual desde entonces. Realmente me perturbó sentir la maldad del público”, añadió el francés tras la ceremonia del martes. 

Inmediatamente, el presidente el COI, Thomas Bach, secundó las declaraciones del atleta europeo y censuró el comportamiento de la ‘torcida’ durante la ceremonia de entrega de las medallas. “Comportamiento chocante del público al abuchear Renaud Lavillenie en el podio. Inaceptable en unos Juegos Olímpicos”, apuntó Bach quien habló con conocimiento de causa ya que participó de los Juegos de Montreal en 1976 obteniendo el oro olímpico en la modalidad de esgrima por equipos. 

Por su parte, el director de comunicaciones de Río 2016, Mario Andrada, calificó la actitud de sus paisanos de "incorrecta" y anunció que de cara a los últimos días de competición intentaría “intensificar el diálogo con los aficionados brasileños en las redes sociales para que se comporten de manera adecuada y elegante sin perder la pasión por el deporte”.

DEBATE SOBRE LA EDUCACIÓN

Aunque Levillenie acabó finalmente rectificando su comparación y pidiendo disculpas a la afición de Brasil a través de su cuenta en el red social Twitter, su experiencia unida al boicot contra otros deportistas, como el tenista argentino Del Potro, el velocista norteamericano Justin Gatlin o la nadadora rusa Yulia Efimova, han colocado el debate sobre la educación de los anfitriones en primer plano.

“Es una mezcla de falta de educación y de un público de fútbol que no acaba de entender que está en unos Juegos Olímpicos”, resumió a la cadena británica BBC el comentarista deportivo Juca Kfouri, uno de los profesionales de la información más reconocidos de Brasil y que, como no podía ser de otra manera, acertó de pleno con su análisis de la situación. Lo cierto es que el siempre ruidoso brasileño tiene una manera muy particular de vibrar con el deporte: cuanto más ruido mejor debe de ser el espectáculo. Una particularidad de este rincón del mundo, donde la pasión por el deporte alcanza niveles demenciales para los estándares europeos, que ha ganado un inesperado protagonismo en los primeros Juegos de la historia de Sudamérica.

Es por eso que, ajena al revuelo causado por su comportamiento, la ‘torcida’ continuará viviendo cualquier deporte de Río 2016, aunque se trate de una final de ping pong, como si de un Flamengo-Fluminense se tratase. Solamente una persona logró acallar a los brasileños en todo lo que va de estos Juegos: Usain Bolt. El ‘Rayo’ pidió silencio antes de la carrera que le otorgó su tercer oro olímpico consecutivo en los 100 metros y su voluntad fue respetada. Parece ser que en Río 2016 el poder de acalmar a los brasileños se reserva a quienes no son de este mundo. El resto de los ‘mortales’ mejor que se vayan acostumbrando porque todavía faltan 4 días de competiciones.

Los abucheos en Río van para largo.

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