Los 40 millones de Bravo

El culé se pregunta por qué el Barça debe dejar marchar al portero por menos de la cláusula

Bravo se tira a su derecha y desvía el penalti lanzado por Iborra.

Bravo se tira a su derecha y desvía el penalti lanzado por Iborra. / periodico

ELOY CARRASCO / BARCELONA

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La Supercopa, el torneo que  para algunos solo es importante cuando se pierde, ha tenido este año un valor añadido bastante inesperado: hemos descubierto que Claudio Bravo vale la cláusula de rescisión que consta en su contrato.

No es que el culé no se hubiera dado cuenta de que el chileno es un excelente portero (a Zubizarreta se le debe el hallazgo, porque Bravo llevaba años ahí y nadie lo había sabido verle el potencial), es que en los bazares del mercado de verano circula un regateo que resulta asombroso. Bravo jugó anoche, tal vez, su último partido como azulgrana. Estuvo muy bien, se puede decir que especialmente inspirado, como si hubiera convocado a las musas, y ha venido bien ese refuerzo de su consideración como gran guardameta ahora que tiene el camión de mudanzas esperando en la puerta de su casa, pendiente de una negociación.

EXTRAÑO COMPORTAMIENTO

Es extraño el comportamiento del Barça en la mesa de las estilográficas y los intermediarios. Apurado por el lastre de unas fichas absurdamente altas en jugadores de Copa del Rey, ha dejado ir a varios gratis, con tal de ahorrarse salarios disparatados.

No es el caso de Bravo.  Lo quiere el Manchester City y él quiere irse, porque se deduce que Luis Enrique le ha dicho que no será titular. Queda pues una sola cara para completar el complejo cubo de Rubik, pero es la cara negra: el dinero. El socio va viendo cómo se marchan jugadores a precio de saldo mientras las compras son a precio de mercado (¿Alcácer, 50? ¿Perdón?), y se pregunta también por qué el Manchester City no debe pasar por caja como cualquiera y depositar los 40 millones de la cláusula de Bravo.

El City nos cae bien ahora porque está Guardiola, pero, vaya, si tiene casi 60 millones para gastar en un central como Stones 50 para una promesa como Sané, hacerle una rebaja con Bravo es no tenerse respeto y abrir la puerta a que, en lo sucesivo, el prójimo siga pensando que hacer negocios con este club es jauja.