Marcus Cooper Walz consigue el cuarto oro español en Río 2016

El palista mallorquín sorprendió con un esprint final épico en la Lagoa Rodrigo de Freitas

Marcus Walz besa el oro ganado en el K1 1.000 metros.

Marcus Walz besa el oro ganado en el K1 1.000 metros. / periodico

EDU SOTOS / RÍO DE JANEIRO

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Sencillamente espectacular. El cuarto oro del equipo español en Río 2016 fue también el más inesperado y, probablemente, el que llegó de la manera más apoteósica. Sobre las aguas de la espectacular Lagoa Rodrigo de Freitas el piragüista mallorquín, de padre inglés y madre alemana, Marcus Cooper Walz, de 21 años, consiguió subirse a lo más alto del podio tras colarse contra pronóstico en la gran final del K-1 1000 metros y lograr la mejor regata de su vida. 

“Sigo en una nube pero me lo tengo que creer. Acabo de hacer la mejor regata de mi vida, la mejor estrategia y, ante todo, conseguí mantener la cabeza fría”, explicó el británico-alemán, nacido en Oxford, criado en Santanyí y curtido en el Reial Club Nàutic Portopetro, que no tuvo ningún reparo en dar rienda suelta a su ambición y su poderío físico en su primera participación olímpica. Un debut de oro que el piragüismo español no podrá olvidar.

"Sigo en una nube, pero me lo tengo que creer. Acabo de hacer la mejor regata de mi vida"

“Mi objetivo es llegar a meta haciendo el mejor mil de mi vida”, había advertido en la víspera de la gran final ‘Cooper’, como se le conoce en el mundillo de la pala, quien confiaba en su potente esprint final para dar la sorpresa en Río. Las advertencias del ‘novato’ no podían ir más en serio. Su portentosa salida en la Lagoa sorprendió a los ocho palistas que se jugaban los metales en Río. A su paso por los primeros 250 metros, el mallorquín se situaba segundo demostrando sus ganas de luchar por las medallas. Sin embargo, a partir de los 400 metros la acumulación de ácido láctico hizo mella en sus brazos y su ritmo cayó en picado recalando en la quinta posición.

“Hice una muy buena salida y, como siempre, mi ritmo a mitad de prueba no fue el mejor”, apuntó el atleta que, como él mismo reconoció, siempre tuvo su mejor desempeño en los 500 metros donde el año pasado en Moscú llegó a ser subcampeón del mundo en la categoría K-2. De hecho, su objetivo siempre había sido Tokyo 2020 donde su categoría predilecta podría adquirir el estatus olímpico. Pero una vez en Río, con el subidón de la salida superado y empapado hasta las cejas, los planes de futuro debían esperar. Su carrera fue un ahora o nunca, la gloria o el fracaso, un auténtico todo o nada.

"Solo fui consciente de que había ganado el oro al llegar a la meta y dije: '¡Ostras! ¿Qué acabo de conseguir?'" 

Apretando los dientes, el mallorquín sacó todo lo que tenía dentro para iniciar una colosal remontada en los últimos 400 metros en la que pasó de quinto situado a la cabeza. Impotentes, el checo Josef Dostal y el ruso Roman Anoshkin dieron sus últimas paladas conscientes de que el español les llegaba como una bala por la espalda. En los últimos metros Marcus logró el ‘milagro olímpico’. Con un tiempo de 3:31.447, dos segundos más rápido que su tiempo en la semifinal, el español les arrancó las pegatinas a los kayaks de sus rivales y se metió su primer oro olímpico en el bolsillo.

“Solo fui consciente de que había ganado el oro al llegar a la meta y dije: ¡Ostras! ¿Qué acabo de conseguir?”, resumió Cooper quien, nada más dejar la piragua en el muelle, se fundió en un abrazo con su madre, una alemana enamorada de 'Ses Illes', en un momento que el flamante campeón olímpico no olvidará jamás. “Mi madre no dijo nada, simplemente me dio el mayor abrazo de mi vida fue un momento muy especial”, dijo con rostro tímido. 

Aunque tras sus triunfos en el Sub-23 sabía que la historia del piragüismo le había reservado un hueco para escribir su nombre, jamás habría imaginado que el momento llegaría tan pronto y que su firma quedaría plasmada con el brillo del oro: "Siempre supe que podría hacer algo grande, la sorpresa fue que el oro llegase antes de Tokyo 2020". La fortuna quiso que la historia de Cooper comenzase en Río pero con 21 años, un oro en el bolsillo y ganas de comerse el mundo nadie sabe donde acabará.