Así es Vanderlei Cordeiro, el maratoniano que prendió el pebetero

La elección del atleta sorprendió al mundo pero no a Brasil, porque su traumática carrera en Atenas 2004 lo convirtió en un ejemplo en su país

Vanderlei Cordeiro, en el momento de encender la llama olímpica de Río de Janeiro.

Vanderlei Cordeiro, en el momento de encender la llama olímpica de Río de Janeiro. / periodico

EDU SOTOS / RÍO

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Anoche un desconocido lloró de emoción en Maracaná. El maratoniano brasileño Vanderlei Cordeiro de Lima no es Pelé, pero tampoco le hizo falta para ser el elegido que iluminó el pebetero olímpico de Río 2016. A pesar de que su elección quizá defraudó a una parte de los 3.000 millones de personas que vivieron la ceremonia a través sus televisores, el final feliz en la historia de Vanderlei llenó de orgullo el pecho de 208 millones de brasileños.

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"Hoy he recibido mi medalla de oro: poder vivir esta emoción. Es el mayor reconocimiento que podría obtener de mi país", explicó emocionado el medalla de bronce en Atenas 2004, que el próximo jueves cumplirá 47 años. Desde aquel infausto día en la capital griega, el kilómetro 35 de la carrera hacia el estadio Olímpico quedó grabado a fuego en la memoria de Brasil. Cuando Vanderlei lideraba la prueba con 25 segundos de ventaja sobre el italiano Stefano Baldini y el norteamericano Meb Keflezighi, el espontáneo irlandés Cornelius Horan, un exsacerdote católico, emergió entre el público y derribó al brasileño.

Ayudado por los espectadores griegos, el maratoniano logró zafarse de la agresión y regresar a la carrera. El demente Horan, quien ya se había colado en el Gran Premio de Fórmula 1 de Silverstone, fue detenido y sentenciado a un año de prisión que finalmente se quedó en 3.000 euros de multa. Por su parte, un dolorido Vanderlei sacó fuerzas de flaqueza para continuar la carrera. Los músculos que desde hacía dos horas se habían acostumbrado a un ritmo constante no pudieron aguantar el esfuerzo extra y el brasileño solo pudo retener el bronce olímpico.

SIN MALDECIR, SIN FURIA

Pero el maratoniano no maldijo ni se mostró furioso. Al recibir la medalla agradeció a los griegos la ovación a su entrada en el estadio y perdonó públicamente a su agresor. Su magnánimo gesto le valió el reconocimiento del COI con la medalla Pierre de Coubertin en 2004 y la elección de Mejor Atleta de Brasil 2004.

La historia de Vanderlei es la historia de Brasil: un país que aprendió a levantarse y continuar adelante a pesar de las caídas. Por eso, y no por ser famoso como Pelé o simpático como Gustavo Kuerten, Vanderlei mereció su lugar de honor en Río 2016. El cariño y el reconocimiento de los suyos le valió su medalla de oro en la vida.