Autopsia a una selección 'Titanic'

ANTONIO BIGATÁ

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Antes del España-Italia advertí sobre la evidente decadencia de la selección. Pero el país estaba hipnotizado por el discurso monocorde de eufóricos comentaristas nacional-futbolísticos técnicamente ciegos y sordos (aunque desgraciadamente ni mudos ni invisibles). Esa España floja e inconsistente en un visto y no visto no solo se hundió como el 'Titanic' sino que una semana después no es que se haya ido la Eurocopa sino que ha quedado enterrada definitivamente la campeonísima etapa histórica e irrepetible del llamado Equipo Nacional.

Debemos agradecer a Del Bosque, sin ninguna retranca, los magníficos servicios prestados. Pero al hombre de carácter le falló precisamente la coherencia. Ante Italia no es que la selección no jugase a nada (que aparentemente es lo que hizo) sino que acabó traicionándose a sí misma. Ver al equipo heredero del 'tiqui-taca' lanzando desde atrás balones aéreos hacia un campo contrario donde tres centrales contundentes y expertos (Barzagli, Bonucci Chielini) rodeaban al pobrecito solitario Morata, era algo peor que un error de planteamiento. Le conocen al dedillo porque los cuatro juegan y entrenan cada día en la Juve, y le machacaron con la mentalidad de tres seniors dando buena cuenta de un becario.

INCOMPARABLE CON EL TRIDENTE DEL BARÇA

En su mala imitación inicial del modelo de juego barcelonista, Del Bosque carecía de hombres idóneos. Delante, ni Nolito es Neymar (pronto quedarán de manifiesto sus limitaciones en el Manchester City), ni Morata se mueve como Luis Suárez. El único que desempeñó con cierta fidelidad su papel, el más difícil, salvando todas las distancias, fue Silva, administrando la libertad creativa de movimientos y los intentos de llegada de Messi. Debe subrayarse eso porque el Barça 2016 es básicamente ese tridente respaldado detrás por una sólida sala de máquinas (para la contención, para el impulso, para la posesión y para el control del partido).

Aunque recurrió a tres culés de raza (Iniesta, Cesc Busquets), ese centro del campo tampoco le funcionó al seleccionador. El Barça ha acabado la temporada completamente fundido y esas tres piezas carecían de fuerza. posibilidad de intensidad y precisión para una tarea mayor. Desde el banquillo eso ni se supo preverlo, ni remediarlo (organizándoles ayudas), ni, lo peor de todo, encontrar recambios más frescos de otros clubs. Con eso Del Bosque desbarató la posibilidad de que este año Iniesta todavía pudiese optar al Balón de Oro. Detrás de ese centro del campo lo menos que se puede decir es que si un jugador está mal un buen seleccionador no lo alinea. Ni siquiera si el jugador se llama Ramos y ni siquiera si el seleccionador teme la reacción del madridismo.

BUSCANDO EL NUEVO RUMBO

Cuando el 'modelo Barça' falló, España, desconcertada, volvió a las andadas. Buscó las soluciones heróicas de la mitificada furia. Eso no vale nada, los jugadores actuales no saben jugar así, y, además, requiere una fuerza física propia de equipos entrenados por Simeone, y no era el caso. Allí nos esperaba Italia, con un buen juego de equipo y mucha intensidad a partir de jugadores muy poco famosos para la mayoría de los españoles, aunque eficaces y bien dotados técnicamente. Italia ya ha hecho un buen trecho de su renovación. Aquí, en cambio, el sectarismo sigue reclamando a Casillas como prototipo de los bienes a conservar. Ahora, encima, la sustitución de Del Bosque supondrá un nuevo giro táctico hacia no se sabe dónde ya que ninguno de los postulados por la caverna mediática pertenece a la escuela barcelonista. 

El amistoso perdido en casa contra Georgia anunció con nitidez las limitaciones de esta desgastada selección cuando se enfrentaba a equipos tenaces que se cierran  bien y con orden atrás. Los partidos oficiales ante Croacia e Italia han confirmado la decadencia y el final de etapa. Fue bonito mientras duró, y las previsibles bofetadas que nos esperan todavía nos harán añorar más ese pasado futbolístico de la selección que el barcelonismo considera como propio.