EL MARATÓN DE BARCELONA

Empujón a la solidaridad en el maratón de Barcelona

El maratón de Barcelona son 20.000 maratones distintos, uno por cada participante y su propia motivación para encarar el monumental reto. Hemos elegido cuatro ejemplos de personas que no corren para vivir, pero que no podrían vivir sin correr. Cuatro casos de motivaciones extremas, a flor de piel. Pero hay 20.000 más, sin duda.

Dídac y Toni Muñoz mantienen vivo el recuerdo de su hermano Jordi con la iniciativa 'Corre amb mi', que permite a discapacitados en silla de ruedas ser partícipes de la carrera

Los tres hermanos Muñoz, con Jordi todavía en vida, y dos compañeros.

Los tres hermanos Muñoz, con Jordi todavía en vida, y dos compañeros. / periodico

JOAN CARLES ARMENGOL / BARCELONA

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Jordi Muñoz murió el pasado mes de junio a los 24 años, después de un proceso que sus hermanos califican de «bastante caótico». Tenía parálisis cerebral y estaba condenado a una silla de ruedas. Pero sus hermanos Dídac (47 años) y Toni (37) se lo llevaban siempre a todas las carreras. En el 2011 se atrevieron con el medio maratón de Barcelona, y también el maratón.

Ya no pararon. Empujaron de nuevo la silla de su hermano en el 2012, y en el 2013 nació 'Corre amb mi', la iniciativa que ha extendido ese hecho solidario a muchos otros discapacitados que han podido sentirse partícipes de las carreras populares y de la reina de todas ellas, el maratón. Este año, serán casi 50 los corredores que se turnarán, en grupos de cuatro, para empujar una docena de sillas con ilusionados ocupantes a bordo. «Nos prometimos que, como legado, continuaríamos con esta iniciativa aunque nuestro hermano no estuviera. Y es que une varias cosas, como integración, solidaridad y deporte», explica Dídac Muñoz. Junto con su hermano Toni, y gracias a algunos patrocinadores que ayudan y a la página de micromecenazgo migranodearena, han conseguido desde el 2013 casi 13.000 euros, que destinaron primero a la Asociación de la Parálisis Cerebral ASPACE y luego, en los tres últimos años, a SÍNIA, centro ocupacional para personas con gran discapacidad física de Ciutat Vella.

Un empujón a la solidaridad que no solo beneficia a los enfermos sino que genera una gran dosis de entusiasmo entre los abnegados colaboradores. Ya no se trata de correr más rápido o de rebajar la marca personal, sino de conducir hasta la meta a los ocupantes de las sillas. «Se crea un gran vínculo emocional, y la satisfacción para los que ayudan es enorme», corrobora Dídac.

ILUSIÓN Y VOLUNTAD

«Correr en equipo en un deporte individual». Esa es otra de las claves que proporcionan satisfacción. «Participar en una carrera popular está al alcance de la mayoría de personas, pero no de todos. Gracias a esta experiencia, también hemos aprendido que esto se puede cambiar con ilusión y voluntad. Hemos conseguido no solo que una persona con movilidad muy reducida viva en primera persona las emociones que proporciona el deporte compartido, sino que todos los que corremos a su lado tengamos una recompensa incalculable», explica Dídac Muñoz.

Y la gota de aceite se extiende. Un grupo de acompañantes están preparando el cruce del Estrecho de Gibraltar con una chica en silla de ruedas, gracias a un artilugio que están diseñando para ella. Es un paso más para vincular el esfuerzo personal con la solidaridad; en definitiva, uno de los grandes éxitos de los hermanos Muñoz.

La fantástica labor de los hermanos Muñoz hizo disfrutar a dos personas discapacitadas del maratón durante 4 horas, 22 minutos y 49 segundos. Primero entro Dídac (13.056º) y, tres segundos después, Toni (13.070º).