Valentí Huch, el atleta más grande

Valentí Huch, con un martillo, en las instalaciones del estadio Joan Serrahima de Barcelona.

Valentí Huch, con un martillo, en las instalaciones del estadio Joan Serrahima de Barcelona. / periodico

JOAN CARLES ARMENGOL / BARCELONA

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El 27 de septiembre de 1938, a las 14.30 horas, el IV Batallón del cuerpo de infantería del Ejército Popular sufrió un bombardeo en la Serra de Cavalls, en el frente el Ebro, durante la más cruda ofensiva de la Guerra Civil. Unos 80 integrantes de aquel batallón no sobrevivieron para contarlo. Sí lo hizo Valentí Huch Moré, que entonces tenía 18 años y que ahora acaba de cumplir 96 con una memoria prodigiosa y unas facultades fuera de lo común. Conserva metralla de aquel ataque en un pie, en el tobillo derecho y en la base del pulmón izquierdo, pero es capaz de relatar durante horas todos los episodios que vivió antes y después de aquel bombardeo.

Valentí Huch había sido movilizado el 12 de marzo de 1938 y pasó a formar parte de la llamada Quinta del Biberón, siendo enviado directamente a Isona, en el frente de Lleida. Su guerra duró teóricamente poco, pero las secuelas, mucho tiempo. A su regreso a Barcelona fue hecho prisionero por los Nacionales, estuvo en dos campos de concentración, vivió mil peripecias y, en definitiva, su servicio militar le duró siete años, de 1938 hasta 1945, cuando fue licenciado y pudo dejar atrás la peor de las muchísimas experiencias que ha vivido a lo largo de su extensa vida.

AMBICIÓN DE GANAR

«La guerra es una auténtica salvajada y un crimen que solo beneficia a unos pocos de entre los vencedores y elimina la mayor parte de la juventud, que es el futuro del país», asegura Valentí desde la atalaya de sus esplendorosos 96 años. Además de la familia y el trabajo, hasta que se jubiló hace ya ¡34 años!, el otro motor de su vida ha sido el deporte. Nació en Sant Joan de les Abadesses, pero a los cinco años se trasladó a Sant Andreu con sus padres y cuatro hermanos. Cada día corría 20 kilómetros para ir y volver de la escuela dos veces, y practicó gimnasia sueca, lucha libre, boxeo, y luego, explica, «monté mucho a caballo en los cuarteles y también patiné en pista, en el Apolo». Con la muerte de su padre, se vio obligado a coger una pesada bicicleta para ayudar a la familia. «Con 16 años iba cada semana a Vic a buscar 20 kilos de patatas que cargaba en la espalda y regresaba a Barcelona», recuerda Valentí, que empezó a tener relevancia pública en el deporte a partir de su jubilación en la Seat, en 1982, como maestro de taller. Apenas unos días después se inscribió en su primera Cursa de El Corte Inglés (que corrió en 57.08 minutos, tercero de su categoría) y rescató su pasión por correr y por empezar a coleccionar las medallas y trofeos de todo tipo que llenan su casa de la calle de la Mecánica de la Zona Franca.

«Eso de participar por participar yo no lo entiendo. No me gusta hacer bulto en las carreras. Yo quiero ganar», afirma, rodeado de las 6 medallas que ha ganado en Mundiales de veteranos, 4 en Europeos, 48 en campeonatos de España y más de 150 en campeonatos de Catalunya. Este lunes recibirá el premio al espíritu deportivo en la Festa de l'Esport Català, un nuevo incentivo para el atleta más grande. Es el federado de más edad en España y, cuando compitió el pasado 2015 en el Mundial de Lyón, solo cinco supervivientes asistieron en la categoría M95 (hombres mayores de 95 años). «Había uno de 98 años», recuerda Valentí Huch, que se llevó medallas en todas las pruebas: oro en martillo pesado (5,85 metros), plata en longitud (1,27) y triple (3,27) y bronce en peso de 3 kilos (4,41) y disco de un kilo (11,34). Más récords que añadir a la veintena de España que atesora en su erguido y privilegiado cuerpo, superviviente a la metralla enemiga.

COME DE TODO

Valentí vive solo desde que murió su mujer, Conchita, hace seis años, conduce su pequeño Citroën y cada mañana, de lunes a viernes, acude sin falta a las pistas Joan Serrahima de Montjüic para entrenarse un par de horas. «Quiero competir hasta los 120 años -dice con cierta, solo cierta, ironía- . Lo seguiré haciendo por mí, pero también por vosotros, porque mientras os siga viendo es que estoy vivo». No le gusta hacer planes a largo plazo, pero tiene un calendario cargado para este 2016, con pruebas en SabadellAntequera (Málaga) y el Europeo de Ancona (Italia).

«Como de todo, aunque poca verdura y nunca colifor hervida, bebo un poco de vino o cerveza a veces y no tengo colesterol, aunque tomo pastillas para el ácido úrico. Y el único consejo que puedo dar es que lo mejor no es una vida regalada: ¡hay que espabilarse!»