Sistemas de emergencia

Luis Enrique y Unzué, en el partido ante el Bayer Leverkusen.

Luis Enrique y Unzué, en el partido ante el Bayer Leverkusen. / periodico

JOAN DOMÈNECH / BARCELONA

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Luis Enrique dijo esta semana que se plantea cambiar de sistema en cada partido. Quiso explicar así que siempre busca fórmulas para vencer al contrario. Nunca encontró otra mejor de la que tenía desde el primer día, porque la ha repetido constantemente. Pero ahora Luis Enrique debe explorar sistemas de emergencia. Por necesidad. Porque los hombres que hicieron bueno el dibujo táctico -básicamente dos, Messi e Iniesta- no están ni estarán durante un tiempo.

Tres esquemas tácticos ha empleado Luis Enrique en los últimos cuatro partidos, obligado por las penurias de un cruel alud de lesiones. y forzado, también, por dosificar el prematuro desgaste de algunos de sus jugadores. La fatalidad queda representada en el caso de Iniesta: le alineó en los primeros siete partidos, le dio descanso en el octavo (Barça-Levante), lo alineó en el noveno, pudo darle otro respiro en el décimo (Barça-Las Palmas) y se lesionó en el undécimo, frente al Leverkusen con una rotura muscular.

Sin recambio

Alrededor de tres semanas estará ausente el capitán. Ocho permanecerá parado el vicecapitán: el futbolista más utilizado, el que menos descansó, cayó víctima de un golpe. Rakitic y Mascherano son los únicos componentes de la plantilla que han participado en todos los encuentros, inmunes a la plaga de desgracias que se ha abatido sobre el Camp Nou. Seis jugadores tienen la baja médica, más otros dos están inhabilitados. Bravo, Vermaelen y Adriano serán los primeros en volver. Las previsiones apuntan a que viajarán mañana a Sevilla.

Iniesta y Messi no tienen un recambio parecido en la plantilla. Su influencia en el juego es tal que, en su ausencia, Luis Enrique ha modificado los sistemas varias veces. Los resultados también le han obligado a ello. Ante el Bayer Leverkusen fue moviendo el esqueleto azulgrana hasta que pudo cantar victoria. A costa de un esfuerzo descomunal que doblegó el mayor poderío físico de los alemanes.

De uno a tres

Solo cambió de esquema de salida una vez la pasada temporada, ante el París Saint Germain. El Barça dibujó un 3-2-2-3 que modificó el 4-3-3 básico. Ese armazón heredado tenía a Messi de falso delantero centro, con Luis Suárez escorado a la banda cuando empezó a jugar tras su sanción. Cinco partidos después, Messi volvió a los orígenes y se decantó a la banda derecha. La influencia del astro argentino indujo al Barça a mostrar un perfil determinado: cargaba el juego en la derecha (entre Messi, Alves y Rakitic) para sorprender por la izquierda con las penetraciones de Alba y Neymar a la caza de los pases parabólicos de Leo. Este funcionamiento desaparece por unas semanas.

La necesidad de hacer rotaciones impulsó a Luis Enrique a emplear el 4-2-3-1 con Rakitic de mediocentro junto a Busquets, quien ante el Las Palmas se vio desplazado al interior izquierdo. Cuatro días después, ejerció de mediocentro único y luego en una línea de cuatro centrocampistas (3-4-1-2) ante el Leverkusen, cuando Luis Enrique, sin Iniesta ni Messi, y con 0-1 en el marcador, anduvo ideando soluciones. Recurrió otra vez a la idea de juntar en el centro a los delanteros, con Neymar a la caza de algún remate en la frontal del área, y atacar con los laterales Alves y Alba desde lejos.

Luis Enrique salió en bicicleta con Juan Carlos Unzué, su ayudante. Para distraerse. Seguramente su cabeza iba maquinando a medida que consumía kilómetros.