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El dolor del Barça

Leo Messi aprieta los dientes tras lesionarse la rodilla izquierda en los primeros minutos del partido contra el Las Palmas

Leo Messi aprieta los dientes tras lesionarse la rodilla izquierda en los primeros minutos del partido contra el Las Palmas / periodico

MARCOS LÓPEZ / BARCELONA

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A veces, el silencio hace muchísimo más ruido que casi 75.000 personas reunidas en el Camp Nou. La tarde, soleada y tranquila, invitaba a que muchos turistas disfrutaran de su estreno en el Camp Nou. No iban a ver al Barça, iban, en realidad, a ver a Messi. Cuando una excepcional y precisa diagonal, de más de 50 metros, de Bartra reposó en los pies del '10', el público empezó a levantarse de sus asientos, seguro de asistir a otra obra maestra. De pronto, y mientras armaba su mágica pierna izquierda, Messi topó con la pelota, impulsada con furia por la bota del defensa mallorquín Bigas. Se le dobló la rodilla izquierda y estará dos meses de baja, aunque su gran objetivo es estar en el clásico del Bernabéu.

La jugada no acabó en gol y él, con el partido discurriendo con normalidad, quedó estirado junto a la portería de Javi Varas, retorciéndose de dolor. Sobre el Camp Nou planeó entonces un sobrecogedor silencio, el primero de una tarde dolorosa. Llegó Ricard Pruna, el médico del equipo, tocó esa rodilla y miró a lo lejos para hacerle un gesto a Luis Enrique y a millones de barcelonistas. Ni bien, ni mal, hay que esperar, le dijo el doctor al técnico. Y al fútbol.

Tres minutos en el campo

Messi, sin cojear aún, caminó por la banda aguardando a que el árbitro le autorizara a entrar en el partido. Quería probarse. Había jugado apenas tres minutos. Volvió al césped y el estadio lo festejó como si hubiera uno de esos goles 'messiánicos' que acostumbra a marcar. Todo en orden, pensó el barcelonismo. Un minuto después, y cuando intentó tocar una pelota a Suárez, la estrella decidió tirarse al suelo, derrotado por el dolor en una imagen que devolvía al culé al 2006. A aquellas lágrimas de un desconsolado joven que se refugiaba en el corpachón de Frank Rijkaard, cansado de que sus músculos se rompieran tan a menudo que se sintió frágil como un jarrón de porcelana.

Este sábado, el '10' no lloró. Al menos, en el estadio. Tal vez, dentro sí. Pero se marchó con lágrimas en su interior, escoltado por otro estremecedor silencio. El partido continuó. Pero nadie, ni siquiera sus propios compañeros, tenían la cabeza ahí. Estaban todos con él. "Si Leo se queja y pide el cambio es que algo iba mal", contó después Busquets. El Camp Nou entendió la magnitud del problema al instante. Quería pensar en el Las Palmas, pero, de manera metafórica, todos estaban acompañando a Pruna mientras examinaba la "rotura en el ligamento colateral interno de la rodilla izquierda". Con Pruna estuvieron en el interior del vestuario y luego en la Clínica Creu Blanca, donde fue sometido a las pruebas que certificaron la gravedad de la lesión.

LLEGAR AL BERNABÉU

Se jugaba la segunda parte, con el '9' (Suárez) ejerciendo con sus dos goles de '10' (Messi) a la espera de que el '11' (Neymar) asuma más liderazgo, cuando la estrella argentina abandonaba la clínica. Iba cojeando de manera ostensible, sabiendo ya lo que le espera por delante. Dos meses sin tocar la pelota. Al lado de Messi estaba Pepe Costa, su amigo, compañero, confidente y pilar emocional. Volvieron ambos al estadio, terminó el partido --sufriendo, de nuevo, el Barça, incapaz de gobernar los encuentros con autoridad-- y el Camp Nou, que no veía derrumbarse así a Messi desde hace casi una década, se preparaba para una nueva vida deportiva.

La vida sin el '10'. "Sin él, el Barça no debe jugar distinto. Muchas cosas las solucionaba Leo, ahora debe ser el colectivo", imploró Luis Enrique, cuyo discurso resultó, en realidad, un ejercicio de autoestima para un grupo que va perdiendo en el camino pieza más valiosas. "En los momentos delicados se mide la madera de que está hecho este equipo. No tengo dudas, lo hará, seguro que lo hará", anunció el técnico, impulsando a la plantilla a demostrar que hay calidad y recursos. Pero cada vez quedan menos. En Roma caía Rafinha, este sábado se doblaba el ligamento de la rodilla del líder, estrella y jefe. Y se doblaba el Barça, conmocionado por el impacto de esa lesión.

Luis Enrique le quedan solo 17 jugadores (Arda y Aleix son invisibles hasta enero), a la espera de que Bravo vuelva esta semana. Pero nada es igual sin el '10', castigado por las lesiones musculares (ocho), quien ahora padece la primera importante en su rodilla. Chocó Leo y el Barça se asustó. Así seguirá hasta que lo vea en el campo. Y él quiere volver en el clásico (21 de noviembre).

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