ENTREVISTA

Pol Espargaró: "Yo nunca había visto llorar de felicidad a los japoneses"

El piloto de Granollers se reincorpora este jueves al Mundial en Indianápolis tras ganar las 8 Horas de Suzuka

Pol Espargaró, piloto de MotoGP y ganador de las 8 Horas de Suzuka

Pol Espargaró, piloto de MotoGP y ganador de las 8 Horas de Suzuka / periodico

EMILIO PÉREZ DE ROZAS / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Pol Espargaró (Granollers, 10 junio de 1991) se reincorpora este jueves, en Indianápolis (Estados Unidos), una de las capitales de la velocidad, al Mundial de MotoGP. Y lo hace para correr el gran premio número 150 en su 10º año en el Mundial, de los que ha ganado 15, ha conquistado el título mundial de Moto2 (Kalex, 2013) y se ha subido 44 veces al podio.

Pero lo hace después de lograr una gran gesta, enorme. Junto al británico Bradley Smith y el japonés Katsuyu Nakasugaganaron hace unos días las 8 Horas de Suzuka de resistencia, una competición adorada, idolatrada y muy valorada por las cuatro grandes fábricas japonesas. Se corre en el circuito de Honda Yamaha hacía 19 años que no las ganaba.

-Perdone, pero es usted el héroe de, por lo menos, la mitad de Japón.

-Si acaso, Bradley, Katsuyu y yo seremos los héroes de una cuarta parte del Japón motociclístico, pues las otras tres partes adoran, digo, a Honda, Kawasaki y Suzuki. Y, además, no olvide que las 8 Horas las gana una fábrica, un departamento de competición, un equipo y tres pilotos. Es el triunfo más compartido de toda la temporada. Y, sí, en ese sentido, tengo que reconocer que fue una victoria adorable, maravillosa y, sobre todo, muy compartida.

-Hacia 19 años que Yamaha no conseguía esa victoria tan ansiada.

-Yo he visto como se comportan los ingenieros y jefazos japoneses cuando Valentino (Rossi), Jorge (Lorenzo) o Marc (Márquez) ganan carreras y hasta títulos mundiales, lo he visto, y puedo asegurarle que jamás he visto llorar a los japoneses, a los jefazos, como los vi llorar en Suzuka. Lloraban de alegría, de emoción, de satisfacción, de orgullo. Allí estaba el mismísimo Hiroyuki Yanagi, presidente de Yamaha, llorando como un bebé, abrazándonos a todos, henchido de felicidad.

-Ya veo que volvería a sacrificar parte de sus vacaciones y soportar, de nuevo, la dureza de la preparación para volver a ganarlas.

-Bueno, ganarlas no sé, porque es muy difícil, pero, sí, estoy dispuesto a volver a correrlas el año que viene si Yamaha me lo vuelve a pedir. Es más, y no lo digo porque las haya ganado, sino porque lo pienso de todo corazón: todos los pilotos, si son requeridos, si son invitados, deberían de correrlas, al menos, una vez. Yo me di cuenta nada más llegar allí del entusiasmo y lo mucho que representa esta dura y fantástica prueba para ellos. Nos llevaron a Iwata, sede de la fábrica de Yamaha, y nos presentaron a todo el mundo, ingenieros, diseñadores, mecánicos, nos mostraron todos los departamentos, cómo y quién hacía la moto... Bradley, Katsuyu y yo fuimos tratados como auténticos jefes de Estado porque para ellos era un honor que hubiésemos aceptado ese reto. Para mí fue enternecedor, una experiencia única, íntima.

-Toda esa felicidad que provocó y sus cualidades a la hora de lograr la pole, la vuelta rápida en carrera y el triunfo, le ayudarán, sin duda, a renovar ¿no? 

-Bueno, la verdad es que todos estaban muy contentos con mi trabajo y, sí, puede que todo eso ayude. De todos modos, no le engañaré: mi renovación estaba ya, felizmente, muy adelantada. ¡Hombre, un empujoncito así nunca viene mal!

-Supongo que se trata de una carrera muy distinta a las de MotoGP.

-Yo fui allí con esa idea. Pensé: "¡Uf, esto se me va a hacer muy cuesta arriba!". Y la verdad es que Yamaha hizo una moto parecidísima a nuestra M1 de MotoGP, muy, muy fácil de pilotar, ¡fantástica! Eso sí, con un depósito más grande, potencia más dosificada, neumáticos distintos, pero todo fue muchísimo más fácil de lo esperado. Además, Katsuyu (Nakasuga), que es un tipo fantástico y un gran piloto, nos facilitó mucho las cosas a Bradley, que está en gran forma, y a mí, pues se encargó del primer relevo y resolvió lo que para nosotros era la maniobra más incierta, la salida. Cuando Bradley y yo entramos en la carrera ya todo era más parecido a MotoGP. Me lo pasé teta.

-¿Le impresionó el accidente del campeonísimo Casey Stoner?

-Pues sí, mucho porque no me esperaba algo así. Iba muy rápido. Se rompió el omoplato derecho y la tibia izquierda. ¡Ojito! Al principio no me creí la explicación que daba la gente de que que había sido fruto de un fallo técnico de la Honda. Dijeron que se había quedado enganchado el puño del gas y que, pese a que él había cortado el gas, la moto siguió acelerando. Y no me lo creí porque era el segundo relevo y a Takahashi no le había pasada nada en la hora que estuvo corriendo. Pero, luego, cuando vi que Honda reconocía el fallo, pensé:  "¡Caray, eso sí que es mala suerte!".

-Y, ahora, vuelta al Mundial. ¿Cómo lo ve?

-¡Uf! Va a ser interesantísimo. Vale (Rossi) y Jorge (Lorenzo) están delante, sí, con una buena ventaja de puntos sobre Marc, pero todos conocemos a Márquez, que se fue de vacaciones tras ganar en Alemania y que nunca, nunca, se cansa de empujar. Queda mucho y, claro, las ha de ganar todas para poner en aprietos a los de delante. No sé si llegará a tiempo, la verdad, pero estoy convencido de que vamos a ver carreras impresionantes. Marc se la va a jugar, fijo, y su Honda ya va por donde él quiere. Por mi parte, veremos si consigo solucionar los problemas de falta de agarre que tengo y peleo por el podio.