EL GRAN PREMIO DE CATALUNYA

Aleix Espargaró intimida a los 'magníficos' en su jardín

El piloto de Granollers protagoniza la mejor vuelta en el circuito con el que soñaba

Aleix Espargaró, de 25 años, se relaja en el boxe de Suzuki poco antes de iniciar los entrenamientos del Gran Premio de Catalunya.

Aleix Espargaró, de 25 años, se relaja en el boxe de Suzuki poco antes de iniciar los entrenamientos del Gran Premio de Catalunya.

EMILIO PÉREZ DE ROZAS / MONTMELÓ

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Nadie le ha regalado nada. Nunca ha pedido nada. Es de los que piensan: "A mí que no me den, que me pongan donde hay". Y si lo ponen en un buen equipo y le mejoran la moto, él, que es buenísimo, que es veloz, que trabaja tanto o más que los que ganan, pronto obtendrá los resultados que, durante 166 grandes premios (23 en 125cc, 44 en 250cc, 17 en Moto2 y 82 en MotoGP), se le escaparon entre los dedos.

Aleix Espargaró es tan grande, tan inmenso, tan capaz, que incluso tiene la competencia en casa, en su hermano Pol, acaparador de miradas porque él, 'Polyccio', sí sabe lo que es ganar. "Cuando íbamos al cole y oíamos cómo bramaban las motos en el Circuit y los dos decíamos que algún día correríamos ahí", no para de dar avisos a los 'magníficos'. Y un día, seguro, ya verán, llegará el lobo y les dejará marcados sus dientes en el mono.

Es, con diferencia, el muchacho más sincero del 'paddock'. No es que los demás engañen, es que Aleix no miente nunca. No lo necesita. Vean, vean. Hace la mejor vuelta del día a lomos de su Suzuki (1.41.158 segundos), equipada ya con un motor más competitivo ("bueno, tampoco nos pasemos, he ganado tres kilómetros por hora de velocidad punta"), dejando a Marc Márquez a 0.285 segundos y a su compañero de Honda, Dani Pedrosa, a más de medio segundo. Y a alguien se le ocurre insinuar que puede ganar. "Vale, vale, que estamos a viernes, que es solo una vuelta, que he puesto la goma superblanda que los demás no pueden utilizar y que falta todo un día de entrenamientos aún", matiza.

SOLO VIVE PARA EL DOMINGO

Otro hubiese sacado pecho. El mayor de los Espargaró, que sonríe a Randy Mamola y Kevin Schwantz, dos mitos, cuando pasan a su lado, se limita a mostrar su felicidad. "Mi gente, mi afición, los chicos de mi pueblo, la afición catalana y, sobre todo, mi equipo, mi fábrica, que no para de trabajar para que nuestra moto mejore, se han llevado un alegrón". Y explica que, ahora, lo que toca es no bajar la guardia y perseverar en esa dirección "porque el viernes no sirve y el sábado tampoco. Es el domingo cuando hay que ser el mejor. Y, yo, señores, aún no he podido estar ahí con ellos, con los mejores, en busca de la victoria. Así que, sí, sí, he hecho una vuelta de cine, pero el sueño no es el podio, la ilusión, para lo que trabajamos, es para ganar a los mejores, que son muy, muy, buenos. Pero en ello estamos".

DEMASIADO GRANDE

Y esos tan buenos empiezan a temerle aunque, lógicamente, son los primeros que saben que a una vuelta, aunque la Suzuki corra 8 kms/h. menos que la Honda, Aleix puede meterles miedo, intimidarles. Pero 25 giros al Circuit, 118 kilómetros a una media de 166 kms/h. y 325 curvas a un palmo del suelo, es otra cosa. Nada de todo eso asusta al mayor de los Espargaró, al gran Aleix. "El chasis de la Suzuki es el mejor, nuestro motor va mejorando, yo me siento cómodo sobre la moto, ¿qué nos falta? Algo difícil de remediar", explica 12 milésimas de segundo antes de añadir: "Mejorar la aerodinámica, pero, aunque he perdido tres kilos más, sigo midiendo 1.80 y no puedo cortarme las piernas; lo siento, quiero ganar pero no a costa de cortarme las piernas".

"Ha trabajado mucho, mucho, y se merece una recompensa", dice de él Jorge Lorenzo (Yamaha), el tipo que lleva tres victorias seguidas. Algo tendrá el agua cuando la bendicen. Bendita velocidad.