AGRIDULCE RETORNO DE UN EXAZULGRANA A CASA

Thiago, el artista se queda solo

"Cambiaría la Bundesliga por que no hubiera compañeros lesionados", dice el centrocampista

Thiago se saluda con Robben, durante el cambio, el martes en Múnich

Thiago se saluda con Robben, durante el cambio, el martes en Múnich / periodico

MARCOS LÓPEZ / MÚNICH (Enviado especial)

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Llegó aliviado a la ciudad deportiva del Bayern. Aliviado y tocado por la derrota con el Dortmund. Estaba a la vez orgulloso, como animal competitivo que es Thiago y que no tiene suficiente con que el Bayern grite admirado cuando se inventó una elástica, de espaldas a la portería rival y a la altura del banquillo de Klopp, que tan solo le faltó aplaudir tan maravillosa acción técnica llena de precisión sobre una baldosa de césped. Pero Thiago, hijo de Mazinho, hermano de Rafinha, el interior a quien Luis Enrique está acunando en su primer año en el Camp Nou, está herido.

Ha vuelto al fútbol. Y el fútbol se lo agradece. Pero no es suficiente porque en una semana vuelve a su casa, a la ciudad donde se instalará cuando se retire, al país de su pareja, dispuesto a enfrentarse al club que lo formó. Como persona y, por supuesto, como jugador. Y delante, tal vez, tenga a su hermano Rafinha en un duelo poco habitual en una semifinal de Champions. Volvió Thiago y el Bayern sonreía. Regresó el primer pase, fuerte, preciso y rápido, retornó el desequilibrio, un jugador capaz de superar líneas de presión con un delicado regate, como esa elástica, tal si fuera Ronaldo burlándose de Geli (1996) en Montjüic cuando él era un niño. Thiago tenía entonces solo cinco años.

Acciones instintivas

Pero ni esa gran ovación que recorrió las gradas del Allianz el pasado martes consuelan a Thiago. «Esas acciones salen instintivamente, pero es una anécdota. Ahora solo disfrutas cuando te sale un buen partido y el equipo gana. Cuando vuelves a jugar, te vuelves muy competitivo», comentó el exjugador del Barcelona, protagonista de un partido singular. Hace ahora dos años, cuando el Barça de Tito y Roura caía aplastado por el Bayern de Heynckes (7-0 en el global de la eliminatoria), él vestía de azulgrana. Ahora, en cambio, jugará con el campeón alemán. Y sin temor alguno después de haber estado 370 días alejado del balón por una grave lesión. «El miedo se me quitó el primer día. Ahora soy un jugador más maduro», subrayó, convencido de que podrá soportar la presión que supone regresar al Camp Nou y tener, al mismo tiempo, delante a su hermano.

Lo que duele de verdad a Thiago es que se ha quedado solo. Es el único artista que le queda a Guardiola porque las lesiones, como le pasó a él en su momento, ha ido dejando en la enfermería a jugadores desequilibrantes como Robben y Ribéry. El regate casi le pertenece a él en exclusiva. Para lo bueno y lo malo. «Cambiaría la Bundesliga para que mis compañeros no estuvieran lesionados», confesó el excentrocampista azulgrana, feliz por retornar a Barcelona, la ciudad que lo acogió, aunque habría preferido al Barça «en la final». Para Thiago no hay mayor placer que estar, de nuevo, cerca de la pelota. Aunque sea el único artista que le queda a Guardiola.