Sergio García: "El cariño de aquí no lo recibí en ningún sitio"

El delantero y capitán del Espanyol muestra su lado más personal y su rol dentro del equipo

Sergio García juega con un balón tras un entrenamiento en Sant Adrià.

Sergio García juega con un balón tras un entrenamiento en Sant Adrià. / periodico

JUAN TERRATS / BARCELONA

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Sergio García (Barcelona, 1983) , el capitán del Espanyol, se ha convertido en la referencia ofensiva de la plantilla blanquiazul. Ya lleva cinco años y su contrato acaba en el 2018. Al capitán le gustaría retirarse en el Power8, pero cada año recibe ofertas interesantes. Su clase no pasa desapercibida en el mundo del fútbol.

—Jugó un año en Segunda con el Betis y hace cinco años llegó al Espanyol.

—Fue una decisión acertada. Regresé a casa, cerca de la familia y de los amigos. Al principio me costó porque no hice pretemporada y se notó, pero sabía que iba a salir bien. La gente se ha portado muy bien conmigo. El cariño que he recibido aquí no lo he tenido en ningún sitio.

—Su presencia da más calidad al juego del equipo.

—Lo que ayuda es el grupo. Es cuestión de meter ganas, de jugar con intensidad. A veces no llega el gol, pero si no desfalleces, llega el premio.

—Los delanteros viven del gol...

—Me gusta marcar, pero no me obsesiona el gol. Hay días que no marco y he disfrutado jugando. Me preocupa más que el equipo pierda.

—¿Es supersticioso?

—No. No tengo manías. Ni de ropa ni de colores. Eso sí, desde pequeño siempre me ha gustado llevar el 9. Un gol llega de cualquier manera; si el balón tiene que entrar, entrará.

—Pero cuando marca se toca el antebrazo izquierdo.

—Tengo los tatuajes de Geno, mi mujer, y de Sergio, mi hijo. Ahora me toca tatuar el nombre de Nayra. Es una cuestión entre mi mujer y yo.

—El balón por abajo...

—Siempre. Nunca he sido de jugar por arriba y tampoco soy alto. El balón cuanto más cerca del césped, mejor. Siempre por abajo. Me gusta tener el balón y disfrutar con él.

—Antes de jugar las semifinales de Copa, desoyó una oferta de China.

—Llegó a mitad de la temporada y no podía dejar colgado al equipo en medio de la Copa y en la recta final de la Liga. No podía irme. He tenido muchas ofertas y no las he valorado. Yo priorizo el fútbol, estar feliz y contento. Lo otro, el dinero, es secundario. La raro es que me haya llegado una oferta de tan lejos.

—Se iría entonces a la Premier, a Italia, a Catar…

—Estoy en la mejor Liga del mundo y no me gustaría cambiar de competición. Disfruto jugando en ella. No, no he decidido irme a otra Liga.

—Es capitán de un equipo que juega a rachas. ¿Qué le sucede al Espanyol?

—Estamos aquí para cambiar las dinámicas y no conformarse con lo mínimo. No podemos hacer siempre una vuelta buena y otra mala. Hay que intentar ser más regular.

—Al equipo le costó reaccionar tras la eliminación de Copa.

—Fue un palo muy grande y estuvimos muy tocados. Fue duro porque el vestuario es joven y era una oportunidad única. Pero hay que levantarse. Hay que pensar en positivo y saber que se puede repetir otro año, o al menos intentarlo.

—Al menos el Espanyol no se ha dejado ir en los últimos partidos como en otros años.

—No hay que dejarse ir. No puedes estar ahí esperando a ver qué pasa. No podíamos repetir la dinámica de otros años. Hay que darlo todo hasta el final y cambiar la dinámica de esos años que nos han perseguido.

—Quedan duelos preciosos, el Barça este sábado y luego el Madrid en casa…

—Nosotros no les vamos a poner las cosas fáciles. Tenemos muchas ganas de acabar la temporada dando una buena imagen a los aficionados. ¿Jueces de la Liga? Quedan partidos, pero nosotros no decidiremos nada. Solo buscaremos la victoria.

—Usted es el capitán y hace una función más importante que la de cumplir con el sorteo del campo. Hay retrasos en el pago de las fichas, los trabajadores del club sufren un ERTE...

—Siempre intento ayudar en lo que pueda a todos. Ayudas porque no son momentos buenos para nadie, pero estas situaciones no pasan solo en el Espanyol. Están en todas partes y en todas las profesiones. ¿El retraso en las fichas? Ese no es el problema más importante. El vestuario pone estos asuntos en un segundo plano. Lo importante es el balón.

—Usted está imputado por un presunto amaño del Espanyol-Osasuna del pasado curso.

—Mire, lo dije en su día. Jamás voy a venderme por perder. Tengo la conciencia muy tranquila. He hecho dos comunicados al respecto. En el primero ya expuse que nunca he participado en acción delictiva alguna, pero prefiero no hablar más. Ya llegará el momento.

—¿Es familiar?

—Sí, me gusta pasear, ir al cine con mi mujer, estar con los niños. Y también jugar al Candy Crush...

—Cuando está con Sergio y Nayra, ¿desconecta del fútbol?

—Sigo viendo fútbol, pero si los niños quieren ver una peli de dibujos animados, hay que adaptarse y ceder. No pasa nada. Eso sí, si juega el Espanyol, no hay dibujos.

—¿Es religioso?

—Sí, evangelista. Pero hace tiempo que no voy a la iglesia.

—¿Su hijo también será futbolista?

—Hace lo mismo que hice yo de pequeño. Yo quería ser como mi padre, no me perdía ningún partido suyo. Ahora, él también me dice que le gustaría ser como yo. ¡Ojalá sea mejor que yo! Pero hay una cosa irrenunciable: tendrán que estudiar. Yo me he arrepentido mucho de no haber acabado la ESO. Mis hijos van a estudiar.