FÚTBOL

El futbolista fantasma

Carlos Henrique Raposo se jacta de haber vivido 20 años del fútbol sin jugar

Carlos Henrique Raposo, con la camiseta del Ajaccio de Francia.

Carlos Henrique Raposo, con la camiseta del Ajaccio de Francia.

ROGER PASCUAL / BARCELONA

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"Yo quería ser jugador, pero no quería jugar". Así resume Carlos Henrique Raposo su increíble historia. El futbolista fantasma, apodado el Kaiser, explica que se pasó 20 años de club en club ingeniándoselas para vivir la vida de futbolista sin tener que jugar. Un ídolo absoluto para los que soñaron con ser futbolista pese a no tener, como él, suficiente talento en las botas.

La fascinante historia es tan y tan rocambolesca que, la verdad, cuesta de creer. Su relato tiene aires de películas como 'Zelig' (el falso documental de Woody Allen sobre un hombre camaleónico), 'Atrápame si puedes' (donde Di Caprio encarnaba a Frank Abagnale, un chaval de 19 años que se hacía pasar por piloto de avión para pegarse la gran vidorra) o las andanzas del pequeño Nicolás (detenido por cierto ayer por hacer un 'simpa' de 500 euros en un restaurante).

Raposo, siempre a medio camino entre la media verdad y la mentira, explica que nunca quiso ser jugador pero que, como muchos jóvenes brasileños de orígenes humildes, se vio empujado a seguir el camino más fácil para salir de la pobreza. En seguida vio que su buena forma física no iba acompañada de talento para este deporte pero decidió suplir sus carencias con mucho morro.

"Su único problema era el balón", aseguraba este viernes entre risas Ricardo Rocha. "Decía que era delantero pero era un delantero tan completo que nunca marcó, nunca dio una asistencia de gol. Siempre decía estar lesionado -comenta el exjugador del Madrid-. Cuando la pelota estaba a la izquierda, él se iba a la derecha, y la inversa. No tenía talento para jugar pero era muy, muy buena persona. Todo el mundo le quería mucho". Su fuerte, como confirmaba Rocha, eran las relaciones personales. Contactos que explotó y estiró al máximo para jugar -mejor dicho, para no jugar- en distintos clubs.

A la luz de las estrellas

En aquellos años 80 sin internet, con pocos partidos televisados y menos vídeos de los jugadores, el boca oreja tenía mucho más peso. Y que estrellas de la época como Renato Gaúcho te apadrinaran te abría muchas puertas. Formado en las categorías inferiores del Botafogo, Raposo asegura que las loanzas de amigos futbolistas y periodistas le ayudaron a fichar, entre otros equipos, por Flamengo, Puebla de México, Ajaccio de Francia, El Paso de EEUU, Fluminense, Vasco da Gama, Botafogo, América, Palmeiras y Bangú. El 'Kaiser' también afirma que formó parte de la plantilla de Independiente de Avellaneda en 1984, año en el que el rojo ganó la Libertadores y la Copa Intercontinental, pero el club argentino, consultado ayer por este periódico, negaba que hubiera tenido ningún contrato profesional.

"Jugué unos 20 partidos en 20 años. Me aproveché de muchos equipos igual que muchos equipos se aprovechan de muchos jugadores". En todos los equipos realizaba la misma jugada: firmaba un contrato de prueba por pocos meses y en el primer entrenamiento que podía fingía una lesión. Como tampoco había resonancias muy cuidadosas, podía estirar el cuento. En los 80, cuando apenas había móviles, iba con uno de juguete con el que fingía hablar con clubs interesados. "Estoy bien aquí, en principio no tengo intención de irme", soltaba. Ronaldo Torres, preparador físico del Botafogo, le enganchó en una de esas. "No hablaba con nadie. Fingía hablar inglés pero un día le pregunté: '¿con quien hablas?'. Y se puso a reír". Torres relata que cuando el 'Kaiser' no jugaba en un equipo, como en el Fluminense, regalaba camisetas a la chicas para tirarse el rollo. En verdad le preocupaba más copiar los movimientos de los cracks fuera del campo. Renato Gaúcho aún se parte de risa al recordar que una vez iba a entrar en una discoteca y no le dejaron entrar diciéndole: "Renato ya está dentro". Su amigo Raposo le había suplantado

Pegarse para no debutar

La mejor anécdota de su delirante relato es el día que, tras mil excusas, Castor de Andrade, todopoderoso propietario del Bangú, exigió que fuera convocado. Perdían 2-0 y Castor dio orden de poner a un delantero. Raposo se puso a calentar y, para evitar jugar, se lió a palos con la afición rival. En el vestuario le dijo al propietario: "Antes de que digas nada, Dios me dio un padre y me lo quitó. Y luego me dio otro. Así que nunca voy a admitir que digan que mi padre es un ladrón". Según Raposo, la reacción de Castor, jefazo de las apuestas clandestinas en Brasil, fue renovarle seis meses.

El 'caso Raposo' puede parecer increíble, pero no es único. Ali Dia jugó en la Premier un partido con el Southampton en 1996 después de que su representante, haciéndose pasar por Weah, dijera que Dia era el talentoso primo del Balón de Oro. "Corría por la cancha como Bambi sobre hielo", sentenció Le Tissier. Hay quien cree que en la era internet estos casos no pasarían. Hay quien cree que hay muchos casos que muestran lo contrario.