Una pedalada de futuro

Marc Soler, ciclista de Vilanova de 20 años, acaba de disputar el Mundial sub-23 y correrá la próxima temporada en el Movistar

Marc Soler, junto a Alejandro Valverde, en el camión mecánico del Movistar, prestado a la selección española.

Marc Soler, junto a Alejandro Valverde, en el camión mecánico del Movistar, prestado a la selección española.

SERGI LÓPEZ-EGEA

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Llegó Alejandro Valverde el lunes por la tarde al hotel de la selección española, en O Barco de Valdeorras, a más de 50 kilómetros de Ponferrada. Y Marc Soler lo vio por la noche sentado en la mesa que compartían los profesionales. Él, en la suya, con los sub-23, lo miraba en la distancia, pero no se atrevió a decirle nada. La escena se repitió el martes, el miércoles... Pero el jueves fue distinto, porque el jueves le propusieron a Marc recorrer el circuito del Mundial junto a las figuras del equipo español.

«Yo iba detrás, a cola, sin abrir la boca, porque llevaba tres días sin atreverme a saludar a Valverde, porque él es un ciclista de mucho peso, una figura mundial y me impone mucho respeto». Se le acercó Imanol Erviti, el eterno protector de Valverde en el llano. «¡Hombre! Tú eres Marc, que serás compañero mío el año que viene. Ven, que te presento a Alejandro». Marc aceleró su bici y se puso a la altura de la de Valverde. «Lo saludé y vi que era un tipo completamente normal».

¡Por supuesto que Valverde es una persona normal! Y lógico que Marc Soler (Vilanova i la Geltrú, 22 de noviembre de 1993) tuviera cierta vergüenza por presentarse a su futuro jefe de filas en el Movistar, una estrella, tal como lo ha definido, y casi 14 años mayor que él.

¿Y quién es Soler? Pues nada mejor que el Mundial sub-23 disputado ayer y ganado por el noruego Sven Erik Bystrom, y donde el corredor catalán atacó en la penúltima vuelta, para que le sirviera de tarjeta de presentación de quien está considerado como una de las futuras perlas del ciclismo español, un chaval del Garraf que se ha hecho ciclista gracias a la escuela de Paco Gálvez, el padre de Isaac, el corredor siempre recordado... Se mató en el velódromo de Gante, en el 2006. Y no ha querido Eusebio Unzué, acostumbrado según la doctrina de José Miguel Echávarri a fichar a lo más sonado de la cantera, que se le escapara de las manos.

«Empecé jugando a fútbol con el Vilanova, pero un día, Albert, un amigo mío, me propuso correr en bici. Tenía 14 años. Primero, la bici prestada y luego ya en un cumpleaños la que te regalan los padres. Me apunté a la escuela de Paco Gálvez, llegaron las primeras victorias y luego me fichó el Lizarte que es uno de los mejores equipos españoles sub-23. Este año ya llevo seis victorias».

Antes que Unzué se fijó en él Àngel Edo, que se convirtió en su mánager. El excorredor de Gavà también es el representante de Purito Rodríguez y está pendiente como pocos de todas las semillas que van creciendo en el despoblado campo de plantaciones de ciclistas catalanes, con poquísimas oportunidades por falta de equipos.

Sin prisas en el 2015

«Por eso, -cuenta Soler- que se fije en ti todo un Movistar, el mejor equipo del mundo (la escuadra de Telefónica lideró la clasificación mundial hace un año y sigue al frente en la actual temporada) es algo increíble. Unzué me llamó en persona para saludarme y decirme que confiaba en mí, que no me pusiera nervioso y que a finales de año ya me daría el calendario de competición».

Con 21 años, los que tendrá a partir de noviembre, Soler todavía no está preparado para las grandes citas del calendario mundial. Tour, Giro o Vuelta se ven aún como muy lejanos. «Me defiendo muy bien en la montaña y estoy aprendiendo en las contrarrelojes. En los esprints, en cambio, no me atrevo a meterme, te agarran, hay empujones y mucho peligro». Quizá la participación en la Volta a Catalunya será una de las primeras oportunidades en pruebas del calendario World Tour que el Movistar le ofrecerá el año que viene a Soler. «Hay que ir poco a poco y aprender al lado de dos grandes corredores como Valverde y Nairo Quintana». Una oportunidad así la tiene muy pocos. De hecho, solo Soler.