Mil razones para un reto

Laura Escorne, médico y madre de cinco hijos, logró terminar en 27 horas

Laura Escorne, el jueves, en su casa en Barcelona.

Laura Escorne, el jueves, en su casa en Barcelona.

ELENA PARREÑO / BARCELONA

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Detrás de Núria Picas, cientos de personas recorrieron 103 kilómetros de montaña en la Ultra Pirineu. Cada una de ellas llevaba consigo su mochila de razones para hacer frente al reto. Laura Escorne, 43 años, médico y madre de cinco hijos, terminó la carrera en 27 horas. «Mi entrenadora estaba convencida de que lo conseguiría», recuerda con orgullo. Aficionada al atletismo de fondo toda su vida y habiendo corrido más de 20 maratones, quiso participar de la aventura junto con un amigo.

La Ultra Pirineu suponía un reto personal. «Quería experimentar cómo respondería ante esta prueba tan exigente en el aspecto físico y en el mental», cuenta Laura, que tenía todo el verano por delante para prepararse. Para Laura, correr es una forma de ser. Médico y madre de cinco hijos, siempre busca un hueco para el deporte, una forma de vivir y de vivirse. «Cuando corro disfruto mucho del entorno, de los caminos de Collserola, de la compañía de los amigos y también del hecho de correr sola; me olvido de todo», afirma.

El amor por el deporte de esta mujer incombustible viene de cuna. «Mi padre me transmitió desde pequeña el valor del esfuerzo y la superación», destaca. Su otro referente, su abuelo, le llevó a descubrir el amor por la montaña y le enseñó a respetarla. «Cuando corro aprovecho mis puntos fuertes, me replanteo los débiles e intento trabajarlos para mejorar, forma parte de reto». De este modo, la superación forma parte intrínseca de su vida. «De hecho mi gran reto es el día a día, para llegar a todo: atender a mi familia, a mis cinco hijos y a mi marido, el trabajo, la casa... y en medio de esta rutina busco cada día mi rato para correr, para encontrarme conmigo misma y gozar de las sensaciones que experimento cuando me calzo las bambas y empiezo a correr».

Para ella es la mejor forma de canalizar emociones. «Siempre he tenido claro que no podía dejar de correr», dice. «Por los caminos de Collserola me he desahogado y al mismo tiempo he cogido fuerzas», confiesa emocionada.

Habla del desahogo porque en verano, mientras se preparaba, a su hija pequeña le diagnosticaron leucemia y se replanteó participar en la Ultra Pirineu. Entonces decidió seguir adelante porque la movió un sentimiento muy íntimo y personal. «Sería mi humilde homenaje a los niños y niñas que como mi hija luchan cada día contra la enfermedad, he rezado por ellos y sus familias a lo largo de todo el recorrido», explica.

Su lucha, dice, es mucho más dura que los 100 kilómetros de la Ultra Pirineu y tiene mucho que ver con el valor que ella le ha dado siempre al deporte: «Con esfuerzo y confianza somos capaces de llegar mucho más allá de los que podemos imaginar». Para Laura, el deporte es una vía para canalizar las cosas que pasan en la vida.

La Ultra Pirineu es una prueba dura en lo físico y en psicológico, y Laura se la planteó «como muchas pequeñas carreras, que equivalieran a las distancias que había entre puntos de avituallamiento», explica. De este modo no corría una carrera de 103 kilómetros, sino varias de 10 o 12. Además recuerda con especial emoción dos momentos en que una amiga les esperaba con un avituallamiento especial preparado con cariño.

Calcula que estará recuperada totalmente en unas tres semanas. Mientras tanto pasea y nada. Cuando terminó la carrera aseguró que no la volvería a correr.  «Pero ahora que han pasado los días ya no lo veo tan claro», sentencia.