Contador afronta desde hoy el reto de un nuevo triunfo en París

«Froome es el gran favorito, pero yo estoy igual que en el 2009», destaca el excampeón madrileño

Alberto Contador, antes del entrenamiento de ayer en las cercanías de Leeds.

Alberto Contador, antes del entrenamiento de ayer en las cercanías de Leeds.

SERGI LÓPEZ-EGEA

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En Córcega, hace un año, el sol y el mar hacían que los días fueran maravillosos. Alberto Contador, en tal día como ayer, recibió a la prensa en un hotel sensacional, junto al puerto de Porto Vecchio, pero ni su voz ni su semblante transmitían felicidad. Ayer, en Leeds, donde hoy parte el Tour de la 101ª edición, el ambiente era más bien triste porque, ya se sabe, en Inglaterra cuesta apartar las nubes y la lluvia del panorama urbano y rural. Sin embargo, Contador habló con energía, con coraje, con gallardía, con seguridad, a pesar de que, en buena lógica, guardó prudencia y exhibió respeto hacia Chris Froome, el «gran favorito», a quien ha derrotado este año en las dos ocasiones en las que han coincidido.

Contador es un corredor totalmente distinto al del 2013. Hace un año, quería y no podía. Renegaba de ocupar una segunda plaza en el Tour (al final fue cuarto) que muchos habrían querido conservar para la eternidad. Pero a él solo le vale ganar. No ha nacido ni para quedar segundo ni para regatear con el podio. Su mundo, el actual, solo conduce a un resultado: llegar el 27 de julio en primer lugar y vestido de amarillo a los Campos Elíseos, la avenida ciclista más bella del mundo.

OTRO PANORAMA / Y, ciertamente, está preparado. Hace un año todo estaba en el aire. Su forma no era la que le gustaba, no se reconocía y hasta se hacía antipático, en el pelotón y en las relaciones públicas. El nuevo Contador es dicharachero, atento y confiado. «Quizá llego igual que en el 2009. Y, encima, tras el Dauphiné (segunda semana de junio, donde quedó segundo y derrotó a Froome), me he encontrado mucho mejor». Oírle decir ayer que las sensaciones son iguales a las del 2009 fue la prueba palpable de que está preparado para el reto de triunfar en París.

Porque el 2009 fue el año de su mejor Tour, de su segunda victoria (la última, pues la del 2010 no le contabiliza). Fue el año en el que demostró una perfecta estabilidad física y emocional, ya que no solo luchó contra los rivales en la carretera, sino contra la provocación y los desplantes de su equipo, de su director por aquel entonces, Johan Bruyneel, y de Lance Armstrong, que llevaba su mismo uniforme, pero que, sin embargo, era el enemigo en casa. Le prohibieron atacar. Y él se iba. Lo dejaron sin coches. Y él llegaba a meta. Le escondían el material de última generación. Y su hermano y mánager, Fran Contador, se lo conseguía. «He corrido dos Tours, uno en la carretera y otro en el hotel», declaró tras ganar en París.

Por eso, ahora, ha recuperado la forma del 2009, con un conjunto matrimoniado, con un Tinkoff-Saxo entregado, donde ni valen ni se esperan desplantes, con Bjarne Riis, el director, a su servicio, y, sobre todo, con el propietario, Oleg Tinkov, un multimillonario ruso loco por la bicicleta, casi un profesional del ciclismo, enamorado deportivamente de su estrella. Por todo ello, el panorama para ganar el Tour no puede ser más pletórico para Contador.

Tinkov, la temporada pasada segundo patrocinador de Contador, lo censuró  en el 2013 por lo que consideró una «falta de profesionalidad» del corredor español. Este año salen cada día juntos a entrenar, se fotografían, intercambian tuits.

LA ETAPA CLAVE / Incluso el propio Tinkov pone al servicio de Contador su avión privado para viajar desde el norte de Francia a Leeds tras un entrenamiento por el complicado pavés de la París-Roubaix, la cita de los adoquines, trazado que se recorrerá el próximo miércoles, una etapa clave  «para afrontar con respeto porque se puede perder el Tour». Palabra del madrileño.

Hoy parte Contador con el dorsal 31 a la espalda, a la espera del duelo con Froome, en una pelea que se espera igualada por llegar de amarillo en París, en la que también quieren entrar Vincenzo Nibali y Alejandro Valverde, este último en óptimo estado de forma, en un Tour que comienza en Inglaterra con etapas que son una encerrona (sobre todo la de mañana) y con la presencia también de Joaquim Purito Rodríguez, que asume un papel secundario tras la caída sufrida en el Giro.