La Santboiana, un decano eterno

El legendario club de rugby catalán celebra su continuidad en la División de Honor tras una dura temporada en la que flirteó con el descenso

ÁLEX MESA / Barcelona

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Al grito de «Ferro Sant Boi!» una ilusionada afición alentaba a su equipo a hacer posible el milagro de entrar en el 'play-off', una quimera después de un año de agonía por esquivar el descenso. Era la última jornada de la fase regular y los fieles seguidores de la Unió Esportiva Santboiana (decano del rugby español, fundado en el 1921) disfrutaban, por fin tranquilos, viendo a su equipo luchar por las eliminatorias por el título.

Dicen, sin embargo, que la felicidad absoluta no existe. Tampoco esa jornada para la Santboiana, que no pudo con el Hermi El Salvador (14-26), segundo clasificado, y tuvo que conformarse con el octavo puesto. No lucharía por la Liga, pero la felicidad entre los seguidores era enorme. Una temporada más seguirían entre la élite, lo que corresponde a un club de leyenda, un decano eterno. 

«Se lesionaron dos piezas muy importantes del equipo en el primer mes de competición», explica Antoni Gabarró, presidente del club, para justificar la agonía del conjunto azulado, especialmente en la primera vuelta del campeonato, y «la tensa situación» generada al constatar que el descenso era una posibilidad más que real. 

El punto de inflexión

Sin embargo, la llegada de dos refuerzos, el neozelandés Matenga Baker y el tongano Tapu Apikotoa, dio la consistencia y el brío necesarios al equipo, que entró en la senda del triunfo sellando una «muy buena segunda vuelta», hasta el punto de optar a la sexta plaza que daba opción a luchar por el título. A diferencia de otros clubs que en los últimos años han invertido mucho dinero en confeccionar una plantilla ganadora, la Santboiana se nutre de su amor por el rugby, por Sant Boi y por su propia historia. «Nos apoyamos en una estructura amateur de voluntariado, viable económicamente, que trabaja con 300 jugadores» de todas las edades, explica orgulloso Gabarró. 

«La Santboiana concibe el rugby como forma de vida», agrega el dirigente, una filosofía de valores perfecta para formar a los jóvenes. La tradición y pasión transmitida a lo largo de generaciones se palpa también en la ciudad. «Sant Boi, Bressol del Rugby», se puede leer en el monumento al rugby situado en una de las rotondas de Sant Boi de Llobregat, que pone de manifiesto la tradición familiar que nutre al club y que tiene su origen en 1921, cuando Baldiri Aleu, fundador de la entidad, entonces recién llegado de Francia, trajo un melón de cuero y una vestimenta azul (en homenaje al Perpinyà, cuya segunda equipación era de ese color como tributo a los soldados franceses caídos en la Primer Guerra Mundial, que vestían igual). 

Efectos de la globalización

Formar jugadores «desde la cuna» sigue siendo la razón de ser de la UES, que en el 2021 cumplirá 100 años. Por eso Gabarró se aferra ilusionado a la cantera, «para llegar a tan señalada fecha con una plantilla formada por jugadores de casa o de su entorno». Joan Snuggles Ferrer, jefe de desarrollo de la entidad, explica: «La escuela de la Santboiana, que es de principios de los años 50, está principalmente formada por gente de Sant Boi o de la inmigración, sobre todo extremeños y andaluces. Ahora, también tenemos a gente de China, Irlanda, Georgia y Francia». 

Las futuras estrellas tienen donde mirar, leyendas del club que marcan el camino a seguir como los exjugadores Alberto Malo (18 años en el club y 74 veces internacional con España), Jordi Dorca, Héctor Massoni Isidre Oller. 

La UES no será, a partir de la próxima temporada, el único referente del rugby catalán en División de Honor tras el reciente ascenso del Barça. Pero un grito único e intransferible seguirá retumbando sin desfallecer: «Ferro, Sant Boi».