La final de la Liga de Campeones

La peor pesadilla

Acto de homenaje al fallecido Luis Aragonés, en Madrid.

Acto de homenaje al fallecido Luis Aragonés, en Madrid.

CARLOS F. MARCOTE

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Adelardo, el hombre que más partidos ha jugado con la camiseta del Atlético (511) y capitán aquel 15 de mayo de 1974 en que el equipo rojiblanco, dirigido por Juan Carlos Lorenzo, se quedó a las mismas puertas de levantar su primera Copa de Europa ante el Bayern en Bruselas, no ha dejado de repetir la anécdota que refleja con toda claridad cómo se sentía ya campeón y en un instante, a siete segundos apenas del final de la prórroga en el estadio Heysel, un tal Schwarzenbeck les chafó la fiesta que ya celebraban 25.000 seguidores colchoneros en las gradas. «Yo marcaba a Hoeness y él ya se iba hacia los vestuarios. Así que yo pregunté al míster qué hacía, me dijo que siguiera con él y me fui detrás. Yo incluso había mirado la copa allí arriba y me había visto subiendo a por ella y bajándola al césped, pero pasó lo que pasó. No lo vi, pero nuestros aficionados enmudecieron, escuché a un compañero que todavía no sé quién fue decir «gol» en un tono deprimente y nos quedamos compuestos y sin copa porque dos días después no hubo color. Las pastillas que les dieron a ellos fueron mejores que las nuestras, que no tomamos más que aspirinas».

Cuarenta años después, otro Atlético dirigido por otro argentino, Diego Pablo Simeone, puede tomarse una revancha histórica. Pudo haber sido contra el propio Bayern, pero enfrente estará nada menos que el Madrid, lo que, por otras razones, da a la final un carácter no menos épico y excepcional.

«Está claro que después de ganar la Liga llegamos mucho mejor. No hay desgaste físico que valga y Diego Costa solo tiene que jugar si está al 100%, que lo dudo. Los jugadores saben que no solo pueden seguir haciendo historia sino que pueden escribir la página más gloriosa del club. Qué pena que Luis no haya llegado para verlo», dice Adelardo, que vivió el partido del cierre de la Liga en el Camp Nou con unos nervios «tremendos porque la papeleta era muy gorda», pero ahora ve las cosas de otra manera: «Si el equipo vuelve a salir con las ideas de Simeone, que las ha metido hasta el fondo en las cabezas de los jugadores, lo de Lisboa puede ser lo más grande... El Madrid dicen que no llega bien, pero todos sabemos lo que es y la gente que tiene. Nosotros no llegamos a esa altura, pero en pundonor, en fuerza y en jugar como equipo estamos ahí».

Para Ufarte, titular también aquella noche en Heysel, «la final está al 50%, como todas las finales», y nadie debería sacar conclusiones equivocadas por el hecho de que el Madrid se haya dejado ir en la Liga. Es más, él piensa que no fue así. «Nadie se deja llevar. Las cosas pasan porque pasan, pero nadie quiere perder ni empatar. Ahora los dos tienen que hacer los deberes. El Atlético tiene un equipo muy conjuntado y el Madrid algunas individualidades que a lo mejor superan a las del Atlético», dice Ufarte, que no quiere trazar paralelismos: «Aquel era un equipo que iba muy bien al contragolpe, un poco como este. Yo me entendía de maravilla con Gárate, pero no se pueden hacer comparaciones empezando por el apartado físico. Ahora van todos como motos. No hay más que ver al Atlético y ese es uno de los aspectos en el que también podemos ser superiores al Madrid. La manera como reaccionó el equipo contra el Barça. Eso ha supuesto un subidón muy importante para convencerse de que no tienen por qué pararse en la Liga».

También Gárate, señalado en 1974 por haberse quedado tendido en el suelo acalambrado mientras Schwarzenbeck lanzaba el disparo de su vida, piensa que el Atlético llega en la situación ideal. «Está con la mentalización idónea, con un liderazgo sensacional de Simeone, que con un equipo similar al de hace dos años ha conseguido ser campeón de Liga. Todo es importante. El estado anímico, por supuesto», dice el histórico delantero, a quien se le amontonan los recuerdos de una época «maravillosa» que los jugadores actuales pueden superar.

«En Lisboa van a salir a darlo todo y más. Anímicamente llegan por las nubes, algo muy importante, y la verdadera presión es para el Madrid, que si no gana la décima vivirá la temporada como un fracaso pese a ganar la Copa. Todo lo contrario que nosotros, aunque a nadie se le pasa por la cabeza perder», explica Gárate, convencido de que los detalles decidirán: «Que la oportunidad que se presente la metas, un fuera de juego que se pita o no, una amonestación a un defensa que le deja disminuido en su capacidad y fortaleza... La suma de todas esas cosas te hacen ganar o perder un partido. El que meta el primer gol tiene el 80% de posibilidades de ganar, aunque al Atlético no se le da mal empezar por detrás, como puede atestiguar el Barça».

Diego Costa es, a su juicio, tan importante para el Atlético como para el Madrid Ronaldo, «que si tiene un día bueno es imparable y además tiene al lado a otras individualidades que también la pueden liar en cuanto te descuides». Con todo, insiste en que la fuerza del Atlético «reside en el bloque, en un sistema defensivo donde la solidaridad es fundamental. En ese aspecto sí que puede que estemos por delante porque defensivamente al Madrid no le veo muy fino».

El factor psicológico

Para Irureta, titular en el 1-1 de Bruselas pero ausente por sanción en el partido de desempate, el factor psicológico está a favor del Atlético, que llega muy reforzado también en lo físico, pese al gran esfuerzo realizado en el Camp Nou. «Ambos van a jugar a la contra, a la velocidad de sus hombres de arriba, y el equipo que acierte y sea más compacto cuando no tenga el balón será el que más opciones encuentre», señala Jabo, que encuentra puntos de contacto entre aquel Atlético y este: «Entonces, como ahora, llegamos a la final sin haber perdido ningún partido. Era un equipo difícil de ganar, de hacerle gol, y ese espíritu combativo de entonces lo tienen también ahora. En cuanto a carácter somos similares, aunque Lorenzo no tenía nada que ver con Simeone. La camiseta era la que le daba la identificación».

Como conjunto, el Atlético equilibra, si es que no supera, el valor de las figuras millonarias del Madrid, según Irureta. «Pero una final es una final y todos nos acordamos de lo que pasó en la del 2000 que jugaron el Madrid y el Valencia. El equipo valencianista era superfavorito ante un Madrid muy irregular en la Liga, en la que acabó quinto, y cayó goleado por los blancos, que arreglaron así una temporada que pudo ser decepcionante». Lo recuerda muy bien porque ese año la Liga fue para el Deportivo y lo dirigía él, que también llevó al equipo gallego a ganar la Copa del centenariazo en el Bernabéu dos años después.