EL CAMPEÓN MÁS PRECOZ DE LA BUNDESLIGA

Revolución Lahm

Thiago, Boateng, Javi Martínez, Alaba y Götze celebran la Bundesliga en Berlín.

Thiago, Boateng, Javi Martínez, Alaba y Götze celebran la Bundesliga en Berlín.

MARTÍ
PERARNAU

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Si usted ve jugar al Bayern no tendrá la menor duda sobre quién es su entrenador. En menos de un minuto podrá adivinarlo. Le bastará observar que el portero Neuer juega cerca del círculo central y se maneja como si fuera el líbero del equipo. Que los defensas centrales viven instalados en campo contrario. La salida de balón prioriza el juego raso, corto y controlado. El equipo avanza compacto y junto hasta cruzar la línea divisoria. Si encuentra cerrado un costado, retrocede sin miramientos y reemprende por el otro. Los medios atraen rivales hacia un punto y descargan hacia el opuesto. Si un compañero pierde el balón, en los instantes siguientes observará una presión colectiva intensa y acompasada en busca de recuperarlo. En definitiva, si usted ve jugar al Bayern dará por seguro que el entrenador es Pep Guardiola.

Doble pivote, bigardo alto...

Pero también verá otras cosas que le sorprenderán. Verá un doble pivote, verá un bigardo alto y potente jugar como delantero centro, verá numerosos centros al área rival y verá ejecutar contragolpes fulgurantes. Así es este nuevo Guardiola más versátil y flexible del que creyó conocer, hasta el punto que hoy en Alemania nadie sabría acertar cuál es el verdadero once titular de Pep: quizá porque no existe o porque no quiere que exista en aras de la competencia interna. De hecho, ni siquiera es sencillo acertar las posiciones exactas en que se moverán los jugadores.

Thiago solo le falta jugar como defensa. Robben ha ocupado las tres posiciones del ataque, al igual que GötzeMüller o Ribéry. Nadie como Javi Martínez: ha sido central, mediocentro, interior, mediapunta, lateral y delantero centro; todavía no ha jugado como portero. Tácticamente, Pep se ha convertido en un junco. El contexto de la Bundesliga y la versatilidad de sus hombres le han empujado a ello. Apenas llevaba un mes en el Bayern cuando el Borussia Dortmund le hizo ver las estrellas en la Supercopa alemana a base de contraataques imparables.

El valor de Rafinha

En los primeros partidos de Liga comprendió que el menor de los rivales te organiza un estropicio contragolpeando y desde esa realidad adaptó el equipo. Trabajó muy duro con los interiores para que al atacar no desprotegieran sus espaldas y el resultado es que en toda la temporada el campeón alemán solo ha encajado cuatro goles de contrataque, todos ellos en las primeras semanas. Pasó a defender en zona los saques de esquina y faltas laterales y el balance arroja solo tres goles recibidos a balón parado en nueve meses de competición. Para ello, el equipo dedicó horas y horas a modular y coordinar esas acciones.

El movimiento clave fue el de Lahm. El trofeo de la Bundesliga conquistada, adornado con récords de todas las clases, llevará por siempre grabado el apellido del capitán. Pep le situó de medio centro y el pequeño lateral se graduó como capitán general. «Es el futbolista más inteligente que he entrenado», dijo Pep. «Ya era hora que alguien se atreviera a darle el mando a Philipp», nos dijo el representante de Lahm y exentrenador, Roman Grill.

Al principio, la necesidad estimuló el cambio: durante largas semanas, el único centrocampista a disposición de Pep fue Toni Kroos, uno de sus ojitos derechos. Así que tuvo que inventarse a Lahm como medio centro. Guardiola advirtió en él la pausa que necesitaba el equipo, la sencillez sacando el balón, la frialdad para dividir al rival y la inteligencia para comprender lo que hacía falta en cada momento. Pep le otorgó el mando y desde esa batuta el Bayern rompió a jugar. Tan importante como Lahm ha sido Rafinha, el lateral que permite que el capitán juegue en el centro. Y los falsos interiores. Apenas mediado el mes de septiembre, Guardiola decidió que los laterales jugarían en el centro del campo y por dentro. El equipo pasó a moverse con cuatro interiores, garantizando la superioridad numérica y posicional y reduciendo los contragolpes rivales.

Con 9 o 'falso nueve'

A partir de estas premisas por las que Pep se adaptaba al fútbol alemán y a la tipología de sus jugadores, el resto fueron variaciones sobre la misma sinfonía: balón en poder del Bayern, salida limpia y agrupada, búsqueda del tercer hombre en zona de ataque y juego directo en la fase de finalización. Con un medio centro único o con doble pivote; con 9 o con falso 9; con 9 y con mediapunta a su espalda; con tres falsos 9 como el martes en Berlín; con Ribéry y Robben indistintamente dentro o fuera; con los laterales como falsos interiores o bien como carrileros... Las variantes han sido tantas como partidos. Mejor dicho: han sido más porque ha habido varias dentro de un mismo encuentro.

Pep ha convertido el once titular, los esquemas, las posiciones y los roles en definiciones gaseosas. Por supuesto, su Bayern posee defectos, comete errores y no es imbatible. Consciente de ello, y tras conquistar de forma espléndida la Bundesliga, ayer Guardiola dedicó el primer entrenamiento tras la victoria a pedir más. A exigir más y a corregir más. Sin descanso alguno.