Análisis

Vencer y convencer

Neymar choca con van Rijhn en Ámsterdam.

Neymar choca con van Rijhn en Ámsterdam.

MARTÍ PERARNAU

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Un equipo de fútbol es un ser vivo. Como la rosa de Saint-Exupéry, necesita ser regado a diario. Un equipo es mucho más que un listado de jugadores: es la interrelación que establecen y los caminos que recorren. El Barça es un equipo peculiar. Durante 20 años, el presidente Núñez fichó a los mejores futbolistas del mundo y cada uno de ellos montó un rancho propio. Trajo entrenadores de todos los colores que ganaron títulos, pero ninguno consiguió diseñar una identidad hasta que Johan Cruyff lo hizo por todos ellos.

El Barça es tan peculiar que no solo quiere vencer, que es lo más importante, sino que también quiere convencer. A partir de los años 90, su identidad de juego se distinguió por una característica: por ser diferente. No mejor, sino singular. En largos tramos de la historia reciente también fue el mejor, aunque no siempre. Ganó y perdió, fue mejor o peor, y siempre quiso ser diferente. Este es un asunto raro: ¿por qué querer ser diferente? No tengo respuesta, pero es la realidad. Jugar diferente para ganar más que nadie. Esa fue la identidad encontrada, aunque en muchas ocasiones no sirviera para vencer. Como aquella noche en que el Camp Nou ovacionó al equipo, derrotado por el Chelsea en semifinales de Champions.

La encrucijada actual era inevitable. Hay que ser muy especial para querer seguir siendo diferente, y a la vista está que en los últimos 18 meses se ha reblandecido dicha peculiaridad. Más que criticable, es comprensible. Es comprensible que el presidente Rosell prefiera edificar su propia catedral más que reforzar la ya construida. Lo es que haya jugadores que se han hecho mayores, otros que piensen más en su currículo y varios que prefieran jugar liberados y no esclavos de una identidad que exige sacrificios formidables. Resulta indiscutible que Martino, modelo de prudencia hasta el momento, está en su perfecto derecho de diseñar su propio camino de juego, su ruta hacia el triunfo. Y siendo comprensible todo ello, no es menos real la encrucijada.

Todo es corregible

Con Messi, Neymar, Valdés, Busquets e Iniesta en forma, el Barça está en condiciones de ganar todos los títulos, de eso no hay la menor duda, pues se supone que, en adelante, el equipo no volverá a actuar con la desidia de Ámsterdam. De hecho, casi todos los problemas tienen remedio: las lesiones, el estado de forma, la concentración, la actitud. Todo ello es corregible.

¿Y la identidad del juego? Eso es más complicado de recuperar, sobre todo si decides que no tiene el menor significado y solo importa ganar. Ganar es el gran objetivo, el relevante, el trascendental, lo que no es incompatible con que al Barça le fue muy bien cuando, además de ganar, quiso ser diferente, por raro que parezca. Cuando además de vencer quiso convencer.