Un fenómeno imparable

CATrunning

Un grupo de atletas populares corre en el medio maratón de Granollers del 2012.

Un grupo de atletas populares corre en el medio maratón de Granollers del 2012.

SERGI LÓPEZ-EGEA / Barcelona

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Valgan las palabras de Marc Ràfols. «Cerramos inscripciones antes de lanzar la publicidad de la carrera. Solo hay 1.500 participantes porque el parque de Collserola no nos permitió más gente, pero si cuento todas las peticiones que he ido recibiendo desde el mes de junio cuando nació la prueba podíamos haber reunido a miles de personas corriendo a través de las montañas que rodean Barcelona».

Ràfols es uno de los organizadores, de los creadores, de la Compressport Ultratrail Collserola. Seguramente cuando se lea hoy este reportaje -a no ser que el lector se levante antes de las siete de la mañana- los 1.500 participantes ya estén pisando los caminos de la sierra barcelonesa. Surgen carreras por todos los rincones de Catalunya, las nuevas tienen el encanto del misterio, y las viejas, las veteranas, las famosas, ya casi ni necesitan publicidad, ni novedades ni nada, porque cada vez se apunta más y más gente. Sirva como ejemplo la Cursa dels Bombers. A 3.000 intrépidos reunió en el año 2000 trotando por las calles de Barcelona, siendo ya por aquel entonces una de las carreras catalanas más nutridas. En el último mes de abril, más de 23.000 atletas corrieron en honor de los bomberos barceloneses.

El running, en el mundo de los nuevos deportes cada vez predominan más los anglicismos, mueve casi tantas piernas, como carreras, y, por suerte o por desgracia, se está convirtiendo también en un negocio, sobre todo en Catalunya donde, según varios expertos consultados, el precio del dorsal es mucho más caro que en cualquier otro lugar de España. Posiblemente, porque aquí la pasión se ha desbordado como en ningún otro lado, lo que se vuelve a evidenciar con un dato casi estremecedor: el año 2013 se cerrará con 1.413 carreras de pago organizadas, entre las de ruta, las de montaña (las que ahora están más de moda), las de orientación e incluyendo también en el mismo capítulo duatlones y triatlones, igualmente en auge y expansión, y que precisan a partes iguales de la práctica del atletismo, la natación y el ciclismo, otro deporte que también bate récords inimaginables hace un tiempo en todo tipo de marchas cicloturistas.

Noviembre espectacular

Centrados exclusivamente en el running, este mes de noviembre ha sido espectacular en cuanto a número de carreras disputadas. Este fin de semana, desde el Empordà hasta la Terra Alta, pasando por la capital -con la novedosa Ultratrail de Collserola y la clásica Jean Bouin con 15.000 personas en la salida- se celebran más de una veintena de pruebas. Pero es que el pasado fin de semana la marca subió hasta las nubes: 26 competiciones variadas, de las cuales seis fueron de nueva creación. Y el anterior (9 y 10 de noviembre) el registro aún fue mejor: en 31 rincones de Catalunya la gente se lanzó con un dorsal a la carretera o al monte.

El mes de octubre se cerró con 141 carreras, el de septiembre con 173 y en diciembre, con todo tipo de San Silvestres en la agenda de la tarde-noche del día 31, hay programadas 140 por todo el territorio catalán. Hace 30 años, recuerda por ejemplo Miquel Pucurull, uno de los más expertos corredores y sin duda el que posee mayor documentación al respecto, solo había dos carreras. Ahora son más de 1.400, aunque por primera vez se observa que las competiciones pueden estar tocando techo. Tal vez hay demasiada oferta.

Niveles estabilizados

Los indicios reflejan que el aumento de participantes se está estabilizando y empiezan a surgir los primeros indicativos que señalan que igual ya no hay espacio ni para más carreras, ni para más atletas. «Hay un nuevo tipo de corredor, ya estabilizado, que ha conocido las carreras de 5 y 10 kilómetros, que en muchas ocasiones intercala el atletismo con otras prácticas, principalmente el ciclismo, y ha sido el que ha provocado la explosión en este tipo de competición popular», apunta Bep Solé, durante muchos años director del Maratón de Barcelona y una de las pocas personas reconocidas por la IAAF (Federación Internacional de Atletismo) para medir oficialmente los recorridos de las millas, los 5, 10 kilómetros, los medios y los maratones.

«Yo creo que todavía no hemos alcanzado el límite. Sucede que ahora hay muchísima oferta y la carrera que no se posiciona bien pierde chispa enseguida. El corredor, ya que paga, quiere calidad», indica Andreu Ballbé, director de Championchips. Championchips es una empresa que nació en el año 2000 y fue la primera en Catalunya que distribuyó los chips, que se acoplan a los cordones de las zapatillas, y que permiten medir los tiempos de los corredores en los controles de paso y en la meta. «El chip fue un invento que surgió a partir de los mismos localizadores que llevan los animales adosados a su cuerpo», añade Ballbé. Hace 13 años cuando empezó compró los 3.000 chips necesarios para utilizar en el Maratón de Barcelona, que era por aquel entonces la cita atlética más multitudinaria de Catalunya. «Aunque sea fuera de aquí, como ejemplo de la pasión por correr, la organización de la San Silvestre Vallecana, de Madrid, me ha encargado 40.000 chips para su carrera de fin de año», agrega Ballbé.

En Catalunya hay un total de 40.000 atletas populares que han comprado su propio chip para acudir a las carreras y, de este modo, se ahorrar el alquiler del mismo, obligatorio a la hora de apuntarse a las pruebas, lo que encarece todavía más el precio por correr. «Cuando empecé mi empresa era la única que se dedicaba a cronometrar carreras en Catalunya. Yo trabajaba solo. Ahora tengo ocho empleados y los fines de semana contrato a colaboradores eventuales. Actualmente hay al menos otras ocho empresas que compiten conmigo».

A nivel comercial han surgido tiendas especializadas en atletismo, donde no solo se trabaja para vender, sino que se aconseja al corredor popular sobre qué prendas llevar y, sobre todo, se insiste mucho a la hora de escoger la zapatilla apropiada según el tipo de pisada, que acostumbra a ser muy diferente de una persona a otra. Se dispone de mecanismo para comprobar el pie, a fin de no fallar en la elección. Además, las grandes multinacionales del sector han invertido en avances tecnológicos para mejorar el calzado, adecuarlo al consumidor y también evitar lesiones.

‘Runners’ de ciudad

Hace un par de décadas las personas que corrían por las ciudades eran vistas como bichos raros. En Barcelona, ahora, hay enclaves conquistados por los runners, a cualquier hora del día: la Diagonal, en su margen de montaña, desde la plaza de Francesc Macià hasta el parque de Cervantes, y el parque de la Ciutadella, recinto de entrenamiento para mejora y realización de series, que utilizan la mayoría de gimnasios y centros deportivos, que acuden allí con clientes, que son dirigidos por monitores especializados.

Tampoco desmerecen la Vila Olímpica, la tradicional montaña de Montjuïc (pese a sus cuestas) y el auténtico tesoro de la carretera de las Aigües, un escenario de Collserola que algunos domingos por la mañana resulta casi intransitable. «Es lo que nos ha atemorizado un poco ante la demanda que ha habido por correr la Ultratrail de Collserola; algunas personas se confunden al creer que una prueba de resistencia extrema como la nuestra es como correr por la carretera de las Aigües y por eso hemos insistido mucho en el material de seguridad que se obliga a llevar a todos los inscritos», cuenta Marc Ràfols, de la organización del nuevo reto en la sierra barcelonesa.

Hoy, en Collserola, se espera que algunos de los participantes en la prueba ultra de 74 kilómetros crucen la meta del polideportivo de Can Caralleu, en Sarrià, a las once de la noche –es obligatorio llevar un frontal dentro de la bolsa de hidratación reglamentaria–. Se habrán pasado corriendo nada más y nada menos que 16 horas. Llegarán exhaustos. Pero, con total seguridad, lo harán felices y decididos a rebajar el tiempo dentro de un año cuando repitan la experiencia.