LA JORNADA DE LIGA

Villa y Messi reaniman a un Barça espeso ante el Sevilla (2-1)

La entrada del veloz y vertical Tello ha permitido la remontada frente a los andaluces, sorprendidos por el cambio

Botía (izquierda) celebra el gol que ha abierto el marcador en el Camp Nou

Botía (izquierda) celebra el gol que ha abierto el marcador en el Camp Nou / periodico

MARCOS LÓPEZ / Barcelona

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Castigado por la miseria ofensiva de la primera parte --ha recordado al Barça de Milán--, Tito Vilanova y Jordi Roura han agitado al equipo con tanta energía que los azulgranas han logrado remontar ante el Sevilla (2-1). Ha llegado el revolucionario Tello para encadenarse a la banda, ha emergido el Villa goleador y Messi ha demostrado que se lleva de maravilla con el extremo de la casa. En un pispás, los culés han dado la vuelta a un encuentro que tenían perdido con un agujero negro, el gol de Botía, que demuestra su fragilidad.

Unai Emery siempre arma trampas. Da igual con el equipo que llegue al Camp Nou. El Valencia, el Spartak de Moscú o el Sevilla. Convertido en un guardia urbano en el área técnica --mueve más los brazos que los pies--, el técnico del equipo andaluz ha trazado una doble línea de cuatro jugadores, con Baba como único delantero, mientras que Rakitic solo ha tenido la misión de tapar la salida del balón de Piqué. Y le ha salido, como al Milan, perfecto. Al menos, en la primera parte.

Ahogado Messi, que se ha estrellado en su ineficacia --ha dispuesto tres faltas directas al borde del área y ninguna ha ido a portería: una a la barrera y dos fuera¿, los detalles de magia de Iniesta y el exquisito toque de pelota que ha exhibido Thiago no han sido suficientes. El Barça ha empezado voraz en la presión y ha acabado deprimido, camino del vestuario, sin entender qué demonios le ha pasado en el cabezazo de Botía que ha superado a Valdés.

Máxima eficacia andaluza

Como en San Siro, el Barça ha dispuesto de la pelota, se la ha pasado con intención, pero ha carecido de profundidad, a pesar de jugar con dos extremos abiertos (Villa, a la izquierda; Alexis, a la derecha). Y el Sevilla, tranquilo, pues ha tendido una red de seguridad en torno a Beto, un sólido meta que ha fichado el club andaluz para tapar la marcha de Diego López al Santiago Bernabéu.

Y como en Milan, una falta lateral, prácticamente en el mismo sitio (banda derecha de la defensa azulgrana), mal defendida por Montoya, que no ha peinado la pelota para impedir que la recogiera Coke, ha sido el prólogo del silencio que ha imperado en el Camp Nou. Montoya no ha llegado, Botía ha impuesto su poderío físico sobre Alves y el Barça, de nuevo, absolutamente desconcertado. Un remate del Sevilla, un gol.

Unai ha saltado como un loco por la banda porque ese gol pertenece a su laboratorio. Es suyo. Y así de feliz se ha marchado al vestuario con ese 0-1 que tanto daño ha hecho al Barcelona, sin saber entonces la tormenta que se iba a desatar después.

En el descanso, Tito ha intervenido desde Nueva York y ha llamado a Roura, la mano que ejecuta las órdenes. Alexis, con molestias, se ha quedado en la caseta; ha entrado Tello, un viejo pero, a la vez, joven extremo; Villa ha ejercido de delantero centro, como en sus tiempos del Sporting, el Valencia y España; al incansable Alves le han dado la banda derecha de punta a punta; Messi ha flotado por detrás con libertad, y el Barça ha hallado en solo un cuarto de hora los espacios que no ha tenido antes.

Movimiento clave

Con esa decisión táctica, los azulgranas han remontado el partido. Tello ha regateado, Alves ha centrado, Villa ha cabeceado y Messi ha encontrado la puntería perdida. Así han llegado los dos goles azulgranas mientras el Sevilla no ha descodificado ese movimiento clave, impulsado por Tito desde Nueva York y ejecutado en Barcelona por Roura. Aun así, el Barça ha perdido luego el control del partido, obligando a Valdés a intervenir con acierto en un disparo lejano de Manu del Moral. Negredo también ha perdonado con un chute a las nubes tras un excelente desmarque.

Ha movido el equipo Tito con Xavi y Busquets para no enloquecer. De nuevo, el antiguo Barça, sin Villa, domando la pelota tras minutos de caos, pero sin gobernar el encuentro como antes. Por eso ha sufrido tanto.