Joan F. Ferrer, 'Rubi¿

Joan F. Ferrer, 'Rubi' La joya del Girona

El entrenador Rubi posa para EL PERIÓDICO en las instalaciones del Girona.

El entrenador Rubi posa para EL PERIÓDICO en las instalaciones del Girona.

JORDI DANÈS
GIRONA

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La crisis, además de una mala compañera de viaje, es también un buen momento para las oportunidades. Tal vez sea gracias a ella que hoy Rubi es el técnico del Girona y que el Girona tiene a un entrenador como Rubi. Con más dinero, probablemente la elección del club de Montilivi para la dirección del primer equipo habría sido otra.

Y allí estaba Rubi. Había llegado al Girona casi de casualidad. Tras no poder completar un proyecto en Benidorm en Segunda B y una temporada en blanco (2010-11), este técnico nacido el primer día de 1970 en Vilassar de Mar ya había decidido, para alegría de su padre, enrolarse en el negocio familiar, una agencia de viajes mayorista. Fue entonces cuando sonó el teléfono. Era Raül Agné. El entrenador había renovado por el Girona y pensó en Rubi al que le ofreció la posibilidad de integrarse en el cuerpo técnico como analista.

El apoyo de Raül Agné

Fue muy importante para Rubi que, cuando el Girona decidió destituir a Raül Agné, el técnico de Mequinenza le insistiera en que su sitio estaba en Montilivi. «Prefiero renunciar a un trabajo que romper una relación. Pero Raül me liberó y me dio tranquilidad», reconoce Rubi. Automáticamente cambió su rol; de analista pasó a segundo entrenador. Tuvo un papel insignificante con Yosu Uribe y preponderante con Javi Salamero, los dos técnicos con quienes trabajó a pie de campo. Y pasó de poner conos y repartir petos con el primero a llevar el peso de los entrenamientos con el segundo.

Para Rubi, su primer año en el fútbol profesional fue un auténtico máster. Vivió en una misma temporada en Girona una suma de despropósitos inimaginable (dos presidentes, cambio de directores deportivos, entrenadores, preparadores y asesores) pero más de un jugador de la plantilla recomendó al consejo de administración que Rubi era una carta ganadora.

Hoy es uno de los técnicos con más proyección del fútbol español. Hasta el Barça pensó en él para esta temporada. Encajaba en el área deportiva, pero las negociaciones no fueron más allá porque el Girona ya había movido ficha y le ofreció la primera plantilla. Imposible rechazar.

Y una pretemporada y 19 partidos después, el Girona es la revelación de Segunda A y Rubi, el entrenador de moda. A estas alturas de campeonato, ya nada es casualidad. Detallista, perfeccionista, con las ideas muy claras sin dejar nunca nada al azar, el técnico ha imprimido al equipo un sello muy personal. Partiendo de una propuesta futbolística innegociable, el Girona se ha hecho sitio entre auténticos gigantes de los cuales solo uno, el Elche, está por encima de los catalanes, imbatidos en campo contrario cuando han lucido la camiseta con la senyera.

Admirador de Guardiola

Como futbolista, Rubi puede presumir de no haber descendido con ningún equipo. No ha corrido tanta suerte como entrenador, víctima, sin duda, del resultadismo y los nervios de las directivas. Se quedó a medias en el Espanyol B, en Sabadell, en Ibiza y también en Benidorm. Ninguna destitución, sin embargo, le ha hecho cambiar su visión del fútbol, siempre ofensiva y con la portería rival como prioridad. La misma que tenía cuando era jugador y actuaba de mediapunta. La misma que hizo que uno de sus ídolos como futbolista fuese un arquitecto como Pep Guardiola, de quien también se confiesa gran admirador como técnico. La misma que hizo que Tito Vilanova se fijara en él cuando el actual técnico azulgrana era el director deportivo del Figueres y le ofreció la dirección del equipo ampurdanés en el 2004. Y la misma que tiene en el Girona, donde por norma general, la consigna de ir a buscar otro gol, sea cual sea el resultado, no caduca hasta el minuto 80. En lo que va de Liga, el equipo ya ha firmado tres manitas (Guadalajara, 1-5; Las Palmas, 5-0 y Recreativo, 5-2), y solo el Barça B, con el que empató a 4 en la última jornada del 2012, le supera en efectividad. Mañana se medirá con el Almería.

Padre de tres hijos, tal vez la mayor, Carlota, no sepa que en el 2003 y con poco más de un mes de vida estuvo en el campo del Girona. Entre biberón y biberón, Rubi cogió su coche y el bebé y se plantó en Montilivi para ver un Girona-Benidorm de fase de ascenso a Segunda B. Recuerda que «fue un partidazo» y que se lo pasó balanceando el cochecito desde la grada. El amor por el fútbol llega también a estos extremos.