La acusaciones contra la estrella estadounidense

Girona, clave en la trama de Armstrong

Las últimas revelaciones demuestran que el ciclista eludía mejor los controles en España

Armstrong y sus hijas, el domingo, en el triatlón de Maryland.

Armstrong y sus hijas, el domingo, en el triatlón de Maryland.

SERGI LÓPEZ-EGEA
BARCELONA

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Las últimas revelaciones contra Lance Armstrong de la Agencia Estadounidense Antidopaje (USADA), organismo que ha entregado más de 1.000 folios a la Unión Ciclista Internacional (UCI) para convencer a la federación de que lo sancione a perpetuidad y le retire los triunfos de sus siete Tour, permiten deducir que el corredor tejano se instaló en Girona (2001) no solo por el clima benigno de la ciudad catalana y el poco tráfico de algunas de sus carreteras para entrenarse. Armstrong cambió su residencia de Niza y compró una casa en Catalunya porque la legislación española en materia de dopaje era mucho más permisiva que la francesa, según los testimonios de sus antiguos gregarios que han denunciado las prácticas del estadounidense, una trama, calificada por la USADA como «el dopaje más sofisticado de la historia».

La UCI tiene ahora tres semanas para responder, ya que la competencia para castigar internacionalmente a Armstrong es suya y no de la USADA, que solo puede sancionarlo, como ya ha hecho y a perpetuidad, en territorio estadounidense.

Sin embargo, Armstrong fue desde el 2001 y hasta su primera retirada, en el 2006, la perla deportiva que alimentó un turismo cicloturista de alto nivel en Girona, ciudad en la que también se instalaron algunos de los gregarios que ahora lo han denunciado, ciclistas que se convirtieron en millonarios gracias a las prácticas que ahora detestan y que por colaborar con la justicia de los EEUU solo han sido castigados seis meses, pena que cumplirán mayoritariamente durante el periodo en el que no hay actividad ciclista. Entre estos corredores están los gerundenses Levy Leipheimer, George Hincapie (que en el Tour anunció su retirada) y Christian Vandevelde.

EL PRECEDENTE DEL FESTINA / A raíz del escándalo con el equipo Festina (Tour de 1998), la legislación francesa persiguió por lo penal el uso de sustancias prohibidas en el deporte, mientras España seguía siendo algo así como el oasis de Europa. Se podía comprar EPO libremente en las farmacias (diversos reportajes así lo demostraron) y no existía ningún riesgo a sufrir un registro casero.

Al vivir en Girona, Armstrong

-según las declaraciones de otros excorredores, a su vez sancionados por dopaje como Tyler Hamilton y Floyd Landis- disponía de la proximidad de un aeropuerto y viajaba en vuelos privados, en los que los controles de seguridad eran menos rigurosos que en los comerciales, lo que le permitía volar con maletas que difícilmente iban a ser registradas.

Landis y Hamilton, gregarios y residentes en Girona, recibieron, según sus testimonios, las consignas de Armstrong para que en su ausencia vigilaran su frigorífico, donde supuestamente guardaba la sangre que luego utilizaría para transfusiones ilegales. El tejano estaba preocupado por los constantes cortes de luz que en aquella época se producían en las comarcas gerundenses a consecuencia de una deficiente red electrica, que provocó a partir del 2001 las denuncias de vecinos y comerciantes. Si se iba la luz, las muestras sanguíneas se estropeaban.

EL CASO MÜHLEGG / A principios de la pasada década, bajo el Gobierno del PP de José María Aznar, la política antidopaje española sufrió un duro traspié con los positivos de Johann Mühlegg en los Juegos de Salt Lake City (2002), donde perdió tres medallas de oro y evidenció que un gran número de deportistas extranjeros, de diversas disciplinas se concentraban en España por las facilidades que había a la hora de doparse.

La USADA, en el informe remitido a la UCI, pone especial relieve en la trama española de Armstrong: sus gregarios vivían, como él, en Girona, su médico (Luis García del Moral) residía al igual que su director, Johan Bruyneel, en Valencia, lo mismo que su preparador físico (Pepe Martí), mientras que el médico que sustituyó a Del Moral en el US Postal, Pedro Celaya, era vasco. De ahí que la residencia en Girona fuera un enclave ideal. Diversos testimonios, recogidos por este diario en el 2004, también situaron a su otro preparador y médico, Michele Ferrari, condenado por dopaje en Italia, residiendo por largas épocas en un hotel de diseño de la capital gerundense.