20 AÑOS DESPUÉS

Daniel Plaza: "La nostalgia es buena. Gratifica recordar una cosa tan bonita"

Medalla de oro en Barcelona 92 en 20 kilómetros marcha

Dani Plaza en Barcelona 92

Dani Plaza en Barcelona 92 / periodico

JOAN CARLES ARMENGOL

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Cambió las zapatillas por los zapatos de vestir, la camiseta por la americana y elatletismopor la gestión deportiva. Poco queda de aquelDaniel Plazaque, en un clima bochornoso (28 grados y 90% de humedad) y con los oídos pitándole ("dicen que es la antesala del desvanecimiento"), entró campeón en elEstadi Olímpic tras dejar atrás en la subida aMontjuïca todos sus rivales y a un descalificadoValentí Massana, que iba segundo a un kilómetro de la llegada. Pero, aunque le quede lejos -como a todos-, nunca olvidará aquel día.

"La nostalgia es buena; es gratificante que 20 años después nos ayudéis a recordar con otros compañeros una cosa tan bonita", asegura Dani Plaza en el escondido despacho, en elPalacio de Deportes Infanta Cristina, desde donde gestiona todo el deporte deTorrevieja (Alicante). Una población de 105.000 habitantes en la que 4.000 de los 7.000 niños (un 60%) practican deporte, bien en la escuela o en la impresionante ciudad deportiva de 300.000 metros cuadrados donde está todo. "Es la envidia de laComunidad Valenciana. Estamos a la altura de cualquier ciudad que haya sido olímpica", presume el ahora concejal de Deportes delPP.

"La nostalgia es buena". Cómo olvidar aquella tarde en que, a apenas 10 kilómetros de su ciudad natal,El Prat de Llobregat, se convirtió en el primer medallista olímpico de oro del atletismo español. "No, no se puede olvidar, fue muy especial para mí", reconoce. "Para mí y también para el atletismo, porque fue el primer oro español tras 25 ediciones de Juegos Olímpicos, y eso es importante. Lo puedo decir con orgullo".

Nunca olvidará tampoco el hecho de haber triunfado en casa. El año anterior, en losMundiales de Tokio, se enteró, 10 minutos después de acabar tercero, que había sido descalificado de los 20 kilómetros marcha. Por eso el abrazo en Montjuïc con su entrenador, el exmarchadorJordi Llopart, también de El Prat, fue más especial que nunca. Habían sido capaces de corregir los defectos técnicos de su marcha. También fue mágico el lugar, claro. "Me queda la suerte de haber podido disfrutar de un éxito en unos Juegos con la gente más cercana, la familia, los amigos y el entrenador. Y eso lo hizo más especial". Plaza enseguida se dio cuenta de lo que había hecho. "El día antes de la carrera fui a acreditarme a la Vila Olímpica y salí en 20 minutos. Al día siguiente, cuando quise entrar, se montó un barullo. Ahí te das cuenta de la repercusión que tiene un éxito así. Me dije: 'Bueno, parece que he hecho algo importante'. Y pensé que la gente lo valoraba".

Una fama que, con el tiempo, se fue diluyendo. "Es algo normal. La popularidad se fue progresivamente. Tenía claro que sería así". Por eso, Dani, al ver en los Juegos siguientes, los deAtlanta 1996 (donde fue 11º), que su vida deportiva entraba en la fase descendente, comenzó a prepararse para el tránsito a la vida laboral. En 2001 ya era licenciado enINEF, entró a trabajar en la universidad y, en 2003, arrastrado por su mujer, la alicantina Belén (ya había llegado Irene, ahora con 10 años, y luego lo harían Daniela, de 8, y Belén, de 4), se afincó en Torrevieja.