LA DERIVA COMERCIAL DE UN PRODIGIO NATURAL

Atasco en el Everest

Maratón del Everest Mayo 2012

Maratón del Everest Mayo 2012 / periodico

ADRIÁN FONCILLAS

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La montaña más alta del mundo se ha convertido en un centro comercial en rebajas. El 19 de mayo más de 200 escaladores intentaron conquistar la cima y cuatro murieron debido a las esperas. Nepal desoye las peticiones de mayor control porque el Everest le dio dos millones de euros el pasado año.

"Porque está ahí", contestó el mítico alpinista inglés George Mallory cuando le preguntaron por su tozudez con la montaña que le acabaría matando. Esas tres palabras han sintetizado desde 1924 el alpinismo. Entonces sonaron intrépidas y románticas, y hoy invitan a una inconsciente masificación.

El Everest, antes una montaña virginal que propiciaba la intimidad con la naturaleza, se asemeja a un centro comercial en rebajas. Las fotos recientes del pico más alto del mundo (8.848 metros) muestran una hilera de escaladores apretados rumbo a la cima. Algunos blogs han denunciado empujones e intentos de colarse a los más lentos. La masificación resta encanto y suma peligros. Más de 200 escaladores encararon la cima hace unas semanas y cuatro murieron, convirtiendo el 19 de mayo en la jornada más mortífera desde 1996. Las condiciones propicias se extienden desde marzo hasta la primera semana de junio, pero este año la temporada se ha acortado y los alpinistas han aprovechado el último descanso de los vientos helados.

Las víctimas habían permanecido durante más de cuatro horas en una pared a más de 8.700 metros. Por encima de los 8.000 metros empieza la zona de la muerte, con temperaturas heladoras, terreno traicionero y escaso oxígeno (un tercio del disponible a nivel del mar). Los expertos aseguran que el consumo extra de oxígeno estuvo relacionado con su muerte. El cuello de botella obligó a algunos alpinistas a atacar la cumbre pasadas las 14.30 horas, cuando no se recomienda hacerlo más tarde de las 11 de la mañana. Permanecieron demasiado tiempo parados y consumiendo reservas de oxígeno.

"De 25 a 30 alpinistas en un fin de semana son asumibles, pero 200 son demasiados", señaló a la agencia France Presse el sherpa Pemba Dorje."Hay demasiada gente esperando. Eso provoca congelaciones y falta de oxígeno", añadió. El problema no es el millar de alpinistas en la montaña sino que todos ataquen la cima en el mismo momento y formen"aglomeraciones en las partes más altas", ha aclarado el sherpa Dawa Steven, quien tuvo que abortar un intento el pasado año después de varias horas varado en los 8.500 metros. Cuando llegó al campo base, supo la razón del atasco: un hombre religioso quería meditar en la cumbre durante 36 horas y obligó a sus sherpas a cargar un número exagerado de bombonas de oxígeno.

Más de 3.000 personas han alcanzado la cima del Everest. Unas 150 lo hicieron hace dos semanas. El 23 de mayo del 2010 fueron 169, más de las que lo habían logrado en los 30 años posteriores a la primera ascensión, en 1953. Un vistazo a alguno de los últimos revela que la gesta se ha democratizado y no hay excusa mala para encarar sus cuestas. La japonesa Tamae Watanabe, de 73 años, se convirtió en la escaladora de más edad en alcanzar la cumbre. El británico Kenton Cool dejó una medalla de oro para cumplir una promesa de 1922, cuando una expedición de su país fracasó a 500 metros de la cima y el teniente coronel que la dirigía, Edward Strutt, dijo que algún día su metal descansaría ahí. La bangladesí Wasfia Nazreen quiso conmemorar los 40 años de independencia de su país y ensalzar la lucha diaria de las mujeres, mientras el nepalí Prakash Dahal homenajeó a su padre, Puspa Kamal, quien lideró la sangrienta insurgencia maoísta.

El éxito creciente descansa en la experiencia, según los sherpas: tras medio siglo escalando, saben donde colocar las cuerdas y los pies. Los románticos lamentan la deriva comercial del Everest y su falta de épica: la ruta está preparada por cientos de sherpas y en los campos se encuentran provisiones de oxígeno y gente que cocina y prepara las camas.

Oxígeno y cadáveres

Pero el Everest aún acumula riesgos. Los escaladores deben prepararse durante meses para enfrentarse al mal tiempo, la falta de oxígeno o la vista de cadáveres. "Muchos sobrevaloran sus habilidades. Pueden estar en muy buena forma y correr maratones, pero no entienden los peligros de la montaña", aclara el sherpa Dawa Steven. Unos 220 escaladores han muerto en el Everest, la mitad de ellos en los últimos 20 años. Algunas expediciones han ignorado las advertencias de sherpas para abortar la ascensión aludiendo al dinero pagado. Los escaladores desembolsan 20.000 euros a los organizadores, además de entre 8.000 y 20.000 más por el permiso.

Nepal cambió después de que sir Edmund Hillary y el sherpa Tenzing Norgay domaran el Everest el 29 de mayo de 1953. El turismo es un flotador para el diminuto país del Himalaya, uno de los más pobres del mundo, lastrado por desórdenes sociales y gobiernos erráticos. Los antiguos pastores de yaks son hoy sherpas, imprescindibles por resistentes y expertos. El turismo emplea a 293.000 nepalís y está previsto que sean 430.000 en 2021. Las expediciones a sus montañas han generado este año 2,4 millones de euros, y casi dos millones llegan del Everest.

Muchos alarman sobre los peligros de la masificación y piden que se exijan mínimos para los permisos, pero Katmandú no dejará de ordeñar su sagrada y lucrativa montaña."No creo que la masificación haya provocado las muertes, sino el mal tiempo",  ha asegurado el portavoz del Ministerio de Turismo.