El partido del Bernabéu

La décima (sin copa)

Los blancos suman 10 años sin llegar a la final y Mourinho se considera víctima del clásico

Los jugadores del Madrid se lamentan sobre el césped tras quedar eliminados.

Los jugadores del Madrid se lamentan sobre el césped tras quedar eliminados.

CARLOS F. MARCOTE
MADRID

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Esta vez al Madrid no le llegó con las milagrosas apariciones de Iker Casillas. El portero detuvodos penaltis en la tanda que abría o cerraba la puerta de la final, pero no consiguió enmendar tanto error de sus compañeros, empezando por el de Ronaldo, que abrió la serie para demostrar que es tan humano como Messi, a quien soñaba desbancar también como mejor jugador del mundo sumando a su palmarés la Copa de Europa con el Madrid.

Pero tampoco en esta ocasión tendrá oportunidad el conjunto madridista de alcanzar la ansiadaDécima, que anoche pasó a ser laDécima decepción,ya que el Madrid hace una década que no se mete en una final de la Champions. El técnico tendrá que continuar consolándose con presumir por haber clasificado al Madrid para semifinales en dos ocasiones consecutivas después de seis años sin pasar de octavos. Lo volvió a hacer tras el partido y añadió su hito personal de haber alcanzado seis semifinales europeas en ocho años.

Después de haber disfrutado con la eliminación y el sufrimiento del Barça 24 horas antes, el Madrid padeció un castigo más severo aún que el recibido por el equipo azulgrana ante el Chelsea. Llegó a ponerse con ventaja de 2-0 en apenas cuarto de hora y una vez más el conservadurismo crónico de su entrenador le abocó a una de las decepciones más profundas que ha vivido en los últimos tiempos. Mou, sus jugadores y toda su afición se veían ya el 19 de mayo en el Allianz Arena con el verdugo del Barça como víctima propiciatoria en la disputa de un trofeo al que ya se había hecho hueco en las vitrinas del Bernabéu.

LA VENGANZA AZULGRANA / Y esta vez no le llegó con las manos salvadoras de Casillas, que no pudo hacer más de lo que humanamente le fue posible. Otros, como el divino Cristiano, fallaron de manera lamentable en el momento crítico y la gente se puso a gritar a todo pulmón el nombre de Iker. Lo empezó a hacer antes incluso de que el árbitro señalase el final de la prórroga cuando ya se sentía que el 2-1, el mismo resultado de la ida, no tenía vuelta de hoja. Y lo siguió haciendo cuando, después de haber detenido dos, tenía la obligación de parar un tercero a Schweinsteiger para abrir la posibilidad de que hubiera una nueva tanda.

Mourinho lo vivió de rodillas, implorando el cielo que le llegara la ayuda divina, pero no ocurrió nada más favorable a sus intereses. Fue consciente entonces de que el Barça había ejercido también de verdugo madridista junto con el Bayern. El Madrid ha sido víctima del último clásico, del tremendo esfuerzo que tuvo que hacer para dar un paso definitivo hacia el título de Liga. Así al menos lo piensa el técnico. «Ha sido un partido jugado con una enorme tensión emocional... Hay que ser equilibrado cuando ganas y cuando pierdes. Los chicos han estado fantásticos, pero hemos jugado contra un equipo que el pasado fin de semana ha estado de vacaciones --Heynckes utilizó solo tres titulares en la pasada jornada de la Bundesliga-- y nosotros jugamos el partido más fuerte que puedes jugar en tu Liga».

Y por fin aclaró que volverá a darse otra oportunidad. Confirmó que continuará si tanto los dirigentes como los jugadores creen que puede seguir aportando alguna cosa.