Exhibición azulgrana ante el Valencia

Dedicado a Guardiola

El equipo, con un Messi celestial, y el Camp Nou brindan una noche enorme contra las dudas

Messi bate a Diego Alves por el palo corto, anoche en el Camp Nou.

Messi bate a Diego Alves por el palo corto, anoche en el Camp Nou.

DAVID TORRAS
BARCELONA

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Fueron apenas unos segundos, pero suficientes para que pudiera escuchar el corazón del Camp Nou: «¡Guardiola!, ¡Guardiola!», gritó la grada para hacerle saber sus sentimientos. Por si duda, que seguro que no. Los culés quieren que el autor de la mejor obra de la historia siga a su lado. Igual que quienes anoche volvieron a dar una muestra de compromiso, otra más, y remontaron un partido inmenso (5-1), como si fuera una dedicatoria para Pep. Con Leo Messi al frente, diciéndole él también, o él más que nadie, con cuatro goles y una ambición indescriptible, que este Barça tiene mucha vida por delante, que no va a rendirse, que esta historia no se acaba y que él debe seguir escribiendo el guion.

Así que, al día siguiente de que Guardiola confesara que necesita sentir lo que tenga que sentir para continuar, sus chicos, las niñas de sus ojos, le brindaron una prueba de fidelidad como mejor saben hacerlo. Como él les ha enseñado. Con un fútbol sublime y el hambre del primer día. Sin mirar la clasificación, sin pensar en esos 10 puntos de distancia, sin madriditis. Simplemente, siendo el Barça de siempre.

Justo después de que Guardiola se llevara las manos a la cabeza, lamentando el sinfín de goles que se iban escapando, con postes y Alves sacando manos y pies, Messi le liberó de sufrir y metió el otro par, y Xavi completó la manita recién salido del banquillo. Tremendo. Precioso y con un punto de simbolismo. La estrella que les guía y el cerebro que les ilumina, elalter ego del técnico, engrandeciendo al Barça y levantando el ánimo culé tras un mal día.

Sí, la noche no empezó bien. Entre el frío ambiental y el que bajaba de Montjuïc, solo faltó que el Valencia se pusiera por delante para que más de uno temiera un efecto contagio que acabara de hacer saltar por los aires las difíciles cuentas de la Liga. Pero el Barça de Guardiola no está para doblar la rodilla. Y Messi menos que nadie. Mal tipo para tener cuentas pendientes. A Alves se la tenía guardada desde que le paró el penalti y unas cuantas más, y en cinco minutos le robó dos veces la cartera, y se cobró la factura. Si alguien creyó que ya tenía bastante, se equivocó. Messi nunca tiene suficiente.

Leo, convertido otra vez en el ejecutor de un equipo que brindó otro gran espectáculo, con Iniesta repartiendo caramelos, tan delicado, tan simple y tan irrepetible. Una joya. Igual que el imparable Alexis, un tanque al que no hay manera de tumbar, un luchador en el cuerpo a cuerpo, hábil, honrado, a quien solo le faltó cerrar todo lo bueno que empezó. A él y a los demás hasta ese tramo final. Pero en medio quedó un partido soberbio, con 12 de la casa, que diluyó el golpe del básquet.

EL GOLPE DEL SANT JORDI / El Madrid asaltó el Sant Jordi y Florentino vivió en el palco justo lo que tanto miedo le da que pueda vivir su amigo Sandro en la Copa del Rey. Rosell ejerció de amable anfitrión, justo lo que le niega su buen amigo, pese a que el Madrid no tiene una copa que perder como ayer lo hizo el Barça. Pero al ser superior no le apetece abrir las puertas de su casa al enemigo, por más que su presidente le trate con tanto cariño y no haya actuado como le pide al cuerpo a muchos culés. Rosell lo debió pasar fatal en el palco, contemplando la paliza blanca, pero no tuvo inconveniente en ir más allá del educado y deportivo gesto de un apretón de manos y se abrazó a Florentino en una muestra más de que su relación está por encima de la representación del cargo.

Después, el Barça revivió de la mano de un equipo que no va a dejar de pelear hasta que no le queda una gota de aire. Y Pep lo sabe. De eso nunca ha dudado.