El año que nos espera

Solo hay ojos para el Barça de Guardiola

Ni JJOO ni Eurocopa, el mundo quiere saber si este equipo seguirá ganando

Los jugadores del Barça celebran el título del Mundial de Clubs en Yokohama.

Los jugadores del Barça celebran el título del Mundial de Clubs en Yokohama.

   EMILIO PÉREZ DE ROZAS

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Las malas lenguas, que son cantidad, aseguran que el COI va a tener que fabricar más medallas de las que pueda imaginar. Cuentan que la crisis, que es global, ha dejado sin dinero a los Gobiernos para realizar los numerosos controles antidopaje que realizaban en los últimos años y que los malos, que son cantidad, no solo en la red, sino en el mundo real, han descubierto el truco para llegar a tope, y nunca mejor dicho, a Londres y romper cuantos récords existen.

Así que el nuevo 2012 promete ser un año disparatado. Y ustedes ya me entienden. Un año, como no, que tendrá en esos JJOO, que organiza un país que nada quiere saber de Europa, su audiencia más destacada con permiso, como no, del Barça (lo siento, pero no me atrevo a escribir Real Madrid, pues, aunque líder, sigue a años luz de los azulgranas). Porque, desengañémonos, la gente lo que quiere saber es si este Barça sigue con hambre. El asunto tiene guasa pues, incluso en Barcelona, hay quien lo duda tras ganar tres de tres y dejar boquiabierta a toda España, jugando con reservas en el primer duelo veraniego frente al Madrid, al que Leo Messi acudió con cuatro días de entrenamiento y marcó un golazo, y dejó atónito al mundo al pisotear la historia, casi sagrada, del Santos de O Rei Pelé en el lejano Japón.

¿Nieve en el paseo de Gracia?

Nada como saber si Pep Guardiola será capaz de estirar, en complicidad con sus chicos, esos que «jamás, jamás, han hecho el ridículo», la racha de 13 de 16 títulos grandes, enormes. Ni siquiera saber si la Alemania del no menos bello y querido Joachim Löw (este sí mea colonia, pues la anuncia junto a multitud de cremas para tener suave la piel) es capaz de destronar a la España de Xavi e Iniesta (y esperemos que de Villa) y puede ensombrecer el paso de las hojas del calendario del 2012. Porque, con JJOO o sin ellos, con Eurocopa o sin ella, con Mundial o sin él, manda el precioso y preciosista fútbol azulgrana.

Luego, de reojo, trataremos de averiguar si Rafael Nadal y Pau Gasol, además de grandes personas, siguen siendo enormes deportistas, versiones renovadas de los campeones y dominadores que fueron en su momento. Como ocurre, también, con el llamativo Jorge Lorenzo. O con el mismísimo Fernando Alonso, cuyas prodigiosas manos y mente veloz, audaz, pueden volver a ser insuficientes si los chicos de Maranello no construyen un Ferrari con más burbujas que el Red Bull de Sebastian Vettel.

El año empieza con el corazón encogido, sin saber si ese intoxicado filete que se comió Alberto Contador le librará de ser un pecador eterno o no, de ir al Tour, vamos. Seguimos sin oír el auténtico sonido del césped, de la radio, desde esos campos de Dios. E intuimos, por las señales que dan las teles, que el negocio futbolístico va a la baja. Como las posibilidades de que el dios Valentino Rossi resucite de la mano de la roja Ducati o de que Madrid 2020 y Barcelona 2022 se atrevan, pese a los recortes y la deuda, a coronar sus aspiraciones olímpicas. Y es que a este disparatado mundo solo le falta ver el eslalon gigante del 2022 entre las farolas gaudinianas del paseo de Gràcia.