LAS CLAVES DE JOHAN CRUYFF

Guardiola se quemó por todos

La excepcionalidad de lo sucedido el sábado convirtió a Guardiola en el muñeco de los golpes. ¿Quién tenía que marcar la línea?

Guardiola da instrucciones en el banquillo del Reyno de Navarra, el pasado sábado en Pamplona.

Guardiola da instrucciones en el banquillo del Reyno de Navarra, el pasado sábado en Pamplona.

Johan Cruyff

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El sábado la normalidad solo llegó al empezar a rodar el balón. Y solo fue un paréntesis de 90 minutos. Antes, el caos y la desinformación. Después, más de lo mismo con Guardiola dando la cara por todos y contra todos.

Desde primera hora de la tarde empezaron a matar al técnico azulgrana como si él fuera el culpable, y en el fondo lo único que hizo fue esperar las órdenes del club. Llegó el equipo a Pamplona y le siguieron dando a Pep. Acabó el partido, y más. Al final, además de entrenador, hasta le tocó hacer de portavoz. Y le seguían dando.

Entremedio, lo único que valió la pena fue el 0-3, una victoria de mérito del Barça vistas las circunstancias que rodearon la disputa del partido. ¿Estamos de acuerdo en que lo que se vivió en los aeropuertos de toda España era excepcional? ¿Y que esto afectó a miles de personas que tenían pensado viajar en avión, deportitas incluidos? ¿Por qué se duda de ellos? En la mentalidad del deportista no hay cabida para las trampas. Si el campo está bien, juega. Si el campo está mal, juega. El deportista se adapta a todo. Si le dicen de ir en avión, avión. Si le dicen de ir en autocar, autocar. Al deportista solo hay que ponerle día y hora para un partido que allí estará.

¿Quién marca la línea?

El problema, una vez más, está en una película previa en la que salen muchos actores. El club que juega en casa, el visitante, la federación y la Liga de Fútbol Profesional. Cuatro actores que pasan a ser cinco con la prensa. O seis, si esta vez le sumamos a la gente de los aeropuertos (AENA). Todos con derecho a opinar y aquí se monta el circo. A unos les dicen esto; a los otros, aquello, y a los de más allá, nada. ¿El problema? Vista la excepcionalidad de la situación con los aviones, la ausencia de una persona, una, con la potestad de marcar la línea a seguir.

¿A quién llamaban todos? A la federación. Y allí no había la persona adecuada para decir blanco o negro. O se suspende y no hay vuelta atrás o espabílate y preséntate. Coge el bus o la bici, pero el partido es en tal sitio y a tal hora. A partir de aquí no hay más discusión. La única excepción, si vas o vienes de una isla.

¿Servirá el esperpento del viernes/sábado para arreglar futuras situaciones similares? Ojalá fuera así. ¿Se pueden organizar mejor las partes implicadas? Pueden. La pregunta es si quieren ya que son los mismos actores que siempre van por libre. La federación tiene su Copa del Rey y la pone a doble partido para tener más ingresos. La LFP tiene su Liga y ni hablar tampoco de reducir equipos. La federación tiene su equipo nacional y decide lo que decide, cargarse la pretemporada de algunos y visitar mundo (Argentina y México) para su beneficio (dinero y votos para el Mundial 2018). Los clubs, aliándose o peleándose en función del dinero que van a percibir del próximo contrato televisivo. Con este panorama, ¿cómo no va a vivirse el vodevil del sábado, con aseveraciones, falsas promesas y cambios sobre la marcha?

Y con todo, aún hay quien se mira la letra pequeña para ver si 20 minutos de retraso son motivo de pérdida de puntos. Y no tres. Seis. De risa... por no llorar.

El Mundial de Rusia

En cuanto a la elección de Rusia para organizar el Mundial del 2018, nada que objetar. Aún pensando, no como holandés, no como parte implicada en la candidatura, que Holanda presentaba el mejor de los proyectos, entiendo que el elegido haya sido Rusia. Inglaterra ya tiene unos JJOO adjudicados (Londres 2012) y España ya tuvo su Mundial en el 82. Entonces, un empujón después del franquismo. La España de hoy nada tiene que ver con la de hace 30 años o más. En lo deportivo, incluso manda.

Rusia es un país enorme que tras dejar atrás el comunismo ahora se ha ido casi al otro extremo. Si hay suficiente dinero, construir estadios y hoteles lo puede hacer cualquiera. Lo importante es implantar el fútbol.

Lo que queda después

Venimos de celebrar un Mundial en África por primera vez y con éxito. Dentro de cuatro años, Suramérica, volviendo al Brasil. Y dentro de ocho, Europa por vez primera en un país del Este. Lo único que espero es que allí se apliquen cosas que estaban en el programa de Holanda, encaminados no tanto a la disputa de un Mundial, sino en cómo aprovechar para el país, para el fútbol, la celebración de una Copa del Mundo. Ahí es donde tiene que incidir la FIFA, porque en Suráfrica, lamentablemente, no se ha aprovechado el tirón para educar, entrenar y formar a los jóvenes, buenos o no, cara al futuro.