Los octavos de final

Paraguay juega con 12

Enloquecidos 8 Valdez, Barreto y Vera celebran el pase a cuartos en la tanda de penaltis, en contraste con la decepción japonesa.

Enloquecidos 8 Valdez, Barreto y Vera celebran el pase a cuartos en la tanda de penaltis, en contraste con la decepción japonesa.

RAÚL
Paniagua

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Paraguay siempre ha sido un equipo pasional y unido. Pero una tragedia hizo que esa comunión haya alcanzado su punto máximo en el Mundial. El pasado 25 de enero, Salvador Cabañas, el capitán y goleador de la selección guaraní, estuvo a punto de morir en Ciudad de México. Un tipo llamado José Jorge Balderas Garza, alias El JJ, le disparó un tiro en la cabeza en los lavabos de una discoteca. La mujer del delantero, María Lorgia, estaba en el local. Cabañas fue operado a vida o muerte. La bala sigue en su cráneo y él se recupera en una clínica argentina, pero su fuerza ayudó a sus compañeros a entrar en cuartos, donde se medirán con España.

Dicen los aficionados paraguayos que el equipo de Gerardo Martino juega con 12 desde aquel triste día. Cabañas, el 10 de la selección, fue su mejor jugador en la fase de clasificación. Su desgracia causó un revuelo brutal en el país. Miles de personas rezaron por él. El Mariscal, jugador del América de México, salvó la vida milagrosamente, pero su deseo de jugar el Mundial no se pudo cumplir. Ayer mismo, se confirmó la prisión para el gerente del local, Carlos Cázares Ocaña, El Charly. En su discoteca, a las 5.30 de la mañana, El JJ le pegó un tiro a Cabañas con una bala del calibre 22, que los médicos no se atrevieron a extraer.

En marzo, el delantero pronunció sus primeras palabras públicamente tras el incidente. «Estoy muy contento de estar vivo y de poder ver otra vez a mis dos hijos. Volveré a jugar, seguro». Algún medio especuló con la posibilidad de que se recuperara a tiempo para el Mundial, pero la rehabilitación marcha lentamente.

«Salvador estaría aquí si no hubiera sufrido esa desgracia. Nosotros jugamos este Mundial para él. Es una gran inspiración para nosotros. Esperamos encontrarlo muy bien cuando volvamos», cuenta Martino. Su llanto de alegría después de batir a Japón en una inolvidable tanda de penaltis reflejaba la emoción de un bloque combativo como pocos. Con Cabañas en el campo, Paraguay acabó tercero en la fase de clasificación del Mundial, por delante de Argentina. Sin él, ha mantenido ese espíritu de equipo, duro en defensa y ambicioso en ataque.

El accidente de Cabañas abrió las puertas a Lucas Barrios, el delantero nacido en Argentina que obtuvo la nacionalidad paraguaya en abril gracias al origen de su madre, después de que Martino buscara ocupar el espacio dejado por la ausencia de Cabañas. «Estamos jugando por Salvador. Él me dio fuerza para meter el penalti», apuntó ayer el delantero del Dortmund. Su lanzamiento, el segundo de la tanda, estuvo a punto de desviarlo el meta japonés.

Primera vez en cuartos

El tremendo esfuerzo de Cabañas para su recuperación pone de relieve el carácter guerrero que siempre ha acompañado al pueblo guaraní. La selección también tiene esas señas. Después de empatar con Italia, campeona del mundo, en su estreno, ahora se enfrentará con España, la campeona de Europa. De momento, ya ha superado su mejor registro en un Mundial (se había quedado en octavos en 1986, 1998 y 2002).

Messi conoce bien esa furia albirroja. El astro azulgrana fue anulado en Asunción por un conjunto incansable. El seleccionador, elegido el jugador más emblemático de la historia de Newell's, ha configurado un equipo equilibrado, contundente atrás e imprevisible arriba, con jugadores como Roque Santa Cruz, Valdez y Cardozo. Sin olvidar a Cabañas, el héroe malherido que apoya desde la distancia. «Va por Salvador. Dios está ahora de nuestro lado. Queremos más», proclamó Martino, que ya piensa en su próximo reto: doblegar a España.