ESTRELLAS DEL MUNDIAL

Villa, una mina

El delantero asturiano dará al Barça las mismas alegrías que a la selección española

David Villa en su presentación como barcelonista

David Villa en su presentación como barcelonista / REUTERS / GUSTAU NACARINO

RAÚL PANIAGUA

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Cuando España necesitaba obligatoriamente la victoria en el Mundial, David Villa apareció al rescate. Hay pocos delanteros en el mundo más fiables que él. Puede que ninguno. Su repertorio es completísimo. Es vertical, rápido, se mueve en el área como nadie y funciona igual desde la izquierda que en el centro. Es bueno con ambos pies, correcto de cabeza y ayuda, incluso, en defensa. Lo tiene casi todo. Sin duda, el tipo de jugador que necesitaba el Barça.

Villa, el hijo de un minero de Tuilla, es una mina para cualquier equipo. Solo le pierde ese exceso de ansiedad, un rasgo que le asimila mucho al indomable Etoo. Verle ayer irrumpir desde la banda izquierda del estadio Ellis Park, observar sus continuos movimientos y su incansable capacidad para ofrecerse al compañero, trasladaba el pensamiento irremediablemente a su futuro en el Camp Nou. Ese dúo con Messi puede ser extraordinario.

Cifras espectaculares

Puede que Honduras, una selección situada en el ranking FIFA a la altura de la Suecia de Zlatan Ibrahimovic, no sea un referente para medir su potencial, pero las cifras de Villa son espectaculares. Lleva 39 goles en 59 partidos, con un promedio de 0,66 por encuentro. Está a solo 5 tantos del récord histórico de Raúl, el antiguo siete de España que marcó 44 en 102, lo que arroja una media sensiblemente peor de 0,43.

En la pasada Eurocopa, en la que fue el Pichichi pese a no jugar la final por lesión, marcó un triple ante Rusia y ayer estuvo a punto de repetirlo. Falló un penalti, como en la Copa Confederaciones, pero su sello fue inconfundible. El Barça está de enhorabuena. Tiene al delantero que le hacía falta. Pagó 40 millones, una cifra que algunos consideran alta, pero que puede resultar una ganga para uno de los tres mejores delanteros del mundo. A sus 28 años, Villa jugará al fin en un grande. Y lo hará con más ganas que nunca, pero antes quiere seguir brillando en Suráfrica. De él depende gran parte del futuro de España.