DOS PILOTOS CATALANES DOMINAN EL TRIAL MUNDIAL

Toni Bou y Laia Sanz no se cansan de sumar títulos con un dominio arrollador del trial

Los campeones lamentan la imposibilidad de practicar en Catalunya

Campeones. Laia Sanz y Toni Bou, ayer en la fábrica Montesa.

Campeones. Laia Sanz y Toni Bou, ayer en la fábrica Montesa.

EMILIO PÉREZ DE ROZAS
BARCELONA

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«Si no te importa, yo me siento en la moto y ella se pone a mi lado». Y rompen a reir los dos. Mejor aún, suenan dos carcajadas que dejan atónito al guarda de la fábrica Montesa-Honda en Santa Perpètua de Mogoda. La razón, simpática pero boba, es que Toni Bou, tricampeón del mundo de trial, mide tres, cuatro o cinco centímetros menos que Laia Sanz, nueve veces campeona del mundo. Y, si Nicolas Sarkozy esquiva la altura de la bella Carla Bruni, Bou cree necesario (más risas) esquivar el cuerpazo de Laia.

Es evidente que la altura deportiva de ambos es inmensa. Gigante. En trial no hay quienes les tosa. Y ellos, claro, no se reconocen como campeones invencibles, todo lo contrario, están convencidos de que si alguien entrenase tanto como ellos («el pasado invierno me puse como un toro en el gimnasio porque si estas fuerte físicamente, estas fuerte mentalmente y eso representa el 70% de tus aciertos», reconoce Bou), tuviese una fábrica detrás tan grande como Montesa-Honda, un jefe como Miquel Cirera, unos mecánicos tan eficaces y meticulosos como los que dirige Jordi Granell y unos mochileros tan «guays» como Didac Cercós y Alex Buzzoni («nos hacen de entrenadores, masajistas, psicólogos, sherpas, oteadores, consejeros....de todo, son unos soles», dice Laia) podrían, tal vez, ganarles, sí.

Compitiendo bajo presión

Toni y Laia no piden más reconocimiento, ya están contentos y orgullosos con el que tienen «aunque el trial ha perdido muchos seguidores», pero sí les duele que la gente les dé como ganadores ya de salida. «Esa presión la tenemos por añadidura, la asumimos, sabemos que tenemos todo lo necesario para ganar, es más, no nos cansamos de ganar. Ganar es sanísimo, pero es evidente que conseguirlo cuesta mucho, mucho, y quisiéramos que la gente tuviese la sensación de que, pese a ser una especialidad minoritaria, la competencia a nivel mundial es enorme y muy fuerte».

Hablan tan seguros de sí mismos y comparten tantas cosas, no solo deporte, títulos, marca, moto (Montesa Cota 4RT) y viajes, que no les importa aparecer en este reportaje con una sola voz. «Sé que a muchos les puede parecer poco creible que digamos que esta especialidad es muy de coco, muy mental», indica Laia. «Yo, en las áreas de calentamiento, descubro rivales que hacen auténticas filigranas, saltos y piruetas que yo sería incapaz de imaginar. Pero, luego, cuando llega la competición, se hunden, fallan. Porque no saben aplicar lo entrenado en las zonas del trial. Y es que estar cinco horas dando saltos no es fácil, no».

Toni reconoce que saber competir es vital y, en ese sentido, otorga gran valor a la ayuda que reciben de Montesa Honda y de los componentes de su equipo. Por ejemplo, la moto. «La moto no gana, aquí no ocurre como en la F-1 donde ahora resulta que los Brawn son la bomba o en MotoGP donde todo el mundo quiere la Yamaha de Rossi o Lorenzo», indica Bou. «El trial es demasiado técnico, habilidoso, físico y mental como para que la moto sea decisiva. Pero, sin una buena moto, no ganas ni de coña»«Ni siquiera siendo tan bueno como Toni», añade Laia, que agradece a Granell sus manitas y las de sus mecánicos «porque, en el trial, es vital que la moto se comporte de una forma regular, es decir, que siempre vaya bien».

Toni y Laia reconocen que eso de ganar les pone. «Es algo interior, un sentimiento de orgullo, un cosquilleo que te hace feliz», admite Laia. «Yo no entiendo cuando alguien dice que a tal o cual deportista se le nota harto de ganar. ¡Nunca te sacias de ganar, porque te entrenas para eso!», añade el tricampeón del mundo.

Un lugar donde practicar

Si les une competir, ganar, Montesa-Honda, los títulos, también les une la crítica a una situación, se diría que medioambiental, que ha convertido a los practicantes del trial en unos apestados. «Yo recuerdo que cuando era niña», explica Laia, «salía del garaje de nuestra casa de Corbera, acompañada de mi padre, conduciendo mi motito, cruzábamos el pueblo, subíamos a cualquier monte, practicábamos y volvíamos a casa. Ahora, te persiguen por la montaña para multarte, no tiene sentido, la verdad».

«Parece que las administraciones y las fábricas están buscando una solución para que los trialeros, comenta Bou. «Es evidente que si cada pueblo tiene un campo de fútbol y un polideportivo ¿por qué no puede tener una zona dónde practicar trial? No tiene sentido que se pueda cazar y no se pueda practicar educadamente trial».