Ocho años no pasan en balde (si es que te da por el deporte, como a él).
Y, bueno, desde entonces, mucho ha cambiado... Por ejemplo, sus estilismos.
Por ejemplo, para que alguien te haga descartar un tiempo su colección de bufandas y pañuelos.
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Quizá por entonces Pablo ya era deportista, pero NO PODÍAMOS VERLO. Tanto pañuelo se llevaba la atención.
Se fue a hacer las Américas y el pañuelo se quedó en casa.
Entonces pudimos ver que sí, que su brazo era de un tamaño ligeramente superior a lo que imaginábamos.
El secreto de su estilo en los últimos tiempos: camisetas que aprietan. Efecto óptico logrado.
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Hello, hello, amiguito brazo.
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Solo unas horas antes de cantar había hecho: senderismo, remo y bici. Lo típico antes de dar un concierto de 2 horas.
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El brazo se nota, se siente. El brazo está presente.
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Lo sabemos, brazo, has llegado para quedarte.
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Y no se pone armadura de milagro. Los abrazos de amigo pueden apretar y mucho.