BENOIT TESSIER / GTRES

Meghan Markle rompió una tradición en el banquete

Porque ella lo vale.

CUORE.ES -

Tras protagonizar la boda del año y darse todo un baño de masas durante el desfile con el que han recorrido en carroza las calles de la pequeña localidad de Windsor, abarrotada de gente y perfectamente engalanada para la ocasión, el príncipe Harry y Meghan Markle disfrutaron de dos recepciones con las que pusieron el broche de oro al día en que se convirtieron finalmente en duques de Sussex.

El primero de los convites que se celebraron tuvo como escenario nada menos que el Gran Hall de San Jorge, a escasos metros de la capilla donde los dos enamorados se dieron el 'sí quiero', y que contó oficialmente con la reina Isabel II como anfitriona de los 600 invitados que se dieron cita en tan imponente emplazamiento.

Además de disfrutar de un suculento almuerzo compuesto, entre otros, por manjares tales como langostinos escoceses con salmón ahumado y crema de cítricos, espárragos ingleses envueltos en lonchas de jamón de Cumbria o huevos de corral aderezados con salsa de yogur picante, los 600 asistentes fueron testigos, por primera vez en la historia de las bodas reales del Reino Unido, de tres discursos diferentes durante el acto.

Y es que, en una nueva ruptura con la regia tradición de los Windsor, en esta ocasión no solo fueron Enrique y su padre, el príncipe Carlos, los que se dirigieron directamente a sus invitados para conmemorar una fecha tan señalada en la vida de los novios, sino que Meghan Markle también pronunció un discurso en presencia de la familia real, su madre, Doria Raglan, y las numerosas celebridades, como Oprah Winfrey, Serena Williams y el matrimonio Beckham, que allí se encontraban.

En este mismo enclave tuvo lugar el primer baile de los novios y, por supuesto, el imprescindible corte de la tarta nupcial, una sofisticada creación de Claire Ptak en la que destacaba el uso de sirope de flor de saúco y un delicioso relleno de limón y mantequilla: todo ello en una estructura de bizcocho esponjoso cuya composición había sido elegida para la ocasión por la propia pareja.

El primero de los dos convites previstos finalizó a eso de las tres y media de la tarde, hora local, y a las siete en punto únicamente 200 de los 600 invitados a la ceremonia llegaron a la no menos soberbia residencia de Frogmore House -construida en el siglo XVII y propiedad de la corona-, para disfrutar de una segunda fiesta que, en este caso, tuvo al padre del novio y heredero al trono como flamante anfitrión.