La moto de Arnold Schwarznegger y los millones donados por los futbolistas

Desde la ventana de mi despachito, veo al vecino de delante caminar de punta a punta del balcón. La verdad es que es el cumpleaños más raro de los que he pasado mientras escribo esta columna, hace muchos años ya, en Cuore.

Lo he celebrado en muchos países del mundo fotografiando a celebrities, y en muchos restaurantes con mi mujer o mi familia. Ahora, lo hago con la sensación de estar castigado. Este encierro te hace permanecer en casa, pero a la vez tienes más tiempo para asomarte a Instagram y observar lo que hacen nuestros famosos. Los de aquí y los de allí.

Y he llegado a la conclusión de que no vamos a cambiar, pese a los cartelitos del 'Todo irá bien' y las muestras de solidaridad de algún vecino que se ofrece a hacerle la compra a señoras mayores. Y lo digo porque vemos a Arnold Schwarzenegger conduciendo una Harley de 60.000 dólares cuando hace dos días nos exhortaba a quedarnos en casa porque si no, éramos "unos burros”.

Sigo viendo a la carnaza de reality televisivo mostrando abdominales y los futbolistas confinados en casas de miles de metros cuadrados nos mandan unirnos y aguantar. Donan un millón como si nada y no es que no lo agradezcamos, faltaría más, pero eso nos muestra que este mundo se ha acostumbrado a unas pautas de desigualdad y, lamentablemente, seguiremos así.

Asimilar que un amor se rompe no es nada fácil. Quizá éste sea mi último llamamiento, o quizá no me voy a cansar de hacerlo desde cualquier altavoz, pero si todas estas historias de amor, desamor, celos, venganzas... te gustan, no dejes de comprar las revistas. Porque desde la primera foto que publiqué, en 1997, me di cuenta de que el verdadero famoso eres tú, el que nos lee.