Reflexión del día: ante todo, amigui... ¡Mucha calma! 

Decir que vivimos tiempos convulsos es quedarnos cortos. Es cierto que esta situación es compleja y complicada a partes iguales, y que si profundizamos en el tema, asusta. Pero también es verdad que después de la tormenta llega la calma. Tiempos mejores vendrán. Pero mientras tanto, hemos de intentar tomarnos las cosas como vienen, practicar más que nunca la solidaridad, sacar nuestro sentido común a relucir y abandonar el egoísmo en el fondo de los cajones. Allá donde dejamos las cosas que nos compramos sin pensar y que nunca nos ponemos.

Pensemos en la cuarentena como en una catarsis. Tenemos la sensación de que todo se ha detenido, se ha congelado. Pero nada más lejos. Es nuestra oportunidad de enfrentarnos a la situación como el momento de cambiar nuestra actitud ante la vida. Que a pesar de las adversidades, tenemos la ocasión de reflexionar sobre cómo hemos hecho las cosas hasta ahora y cómo podríamos hacerlas cuando todo esto pase.

Tenemos en nuestra mano el poder de aprender a disfrutar de lo que ya dábamos por hecho y normal: el derecho a ser libres, a entrar y salir a nuestro antojo, de poder hablar o abrazar a quien queramos. De que nuestros seres queridos estén siempre ahí, a tiro de piedra. Entender a tantas personas que viven así cada día sin haberlo elegido. Apreciar que la normalidad puede ser excepcional, la mejor de las fiestas del mundo. Y valorar que algo tan sencillo como un poco de aire libre, como un paseo tranquilo, o un ratito sentado en un banco, puede ser el mejor de los planes. El más apetecible.
Mucho más que cualquiera de esas tonterías que hemos envidiado sin saber que lo realmente valioso, lo teníamos en casa y al alcance de la mano.