Concierto

Amaral triunfa en el Sant Jordi Club con una arrolladora confianza en su nuevo disco

El dúo, respaldado por cinco músicos y con una producción escénica de aúpa, interpretó todas las canciones de ‘Dolce vita’ y logró con ellas momentos culminantes del ‘show’, al que sumó tiros seguros de su arsenal

Eva Amaral, en el Sant Jordi Club, este viernes

Eva Amaral, en el Sant Jordi Club, este viernes / Manu Mitru

Ramón Vendrell

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Barcelona
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Pese a llevar a sus espaldas un cuarto de siglo de carrera y un rosario de éxitos, Amaral no podría estar más seguro de su momento actual. Que nos presente el dúo a su terapeuta, si lo tiene, o que escriba un manual, si no lo tiene. Amaral acaba de publicar ‘Dolce vita’, relevo de ‘Salto al color’, seis años entre ambos elepés, y lo interpretó de cabo a rabo, en un concierto de más de dos horas y con las entradas agotadas en el Sant Jordi Club. Un planteamiento orgullosamente vieja escuela y a la postre triunfal, al que se sumaron, claro está, balas infalibles del arsenal del grupo y una producción escénica de aúpa.

La actuación, parte del ciclo Guitar BCN, comenzó directa a la emoción, a las grandes emociones, con ‘Dolce vita’, imágenes aéreas de agua, montañas y bosques en las pantallas, y ‘Eso que te vuela la cabeza’. Forman las dos canciones del nuevo álbum un díptico celebratorio de la vida, puñetera pero lo más importante que tenemos al fin y al cabo, a ver quién lo niega. También están emparentadas por un recurso de probada eficacia: apelan al nosotros. Difícil resistirse a Eva Amaral en el enfático tramo recitado de la primera (“Somos las aves del cielo y los lirios del campo / Somos el impulso eléctrico de las tormentas de verano / Somos la flor que nace partiendo en dos el asfalto”) y difícil no comulgar con ella cuando cantó que “Eso que te pierde, eso que te eleva / Eso es lo que nos salvará / La única bandera que haremos ondear”, versos de la segunda. Total: todos a bordo de saque.

Rickenbacker

‘Toda la noche en la calle’ abrió la veda de las viejas conocidas y convirtió la sala en un karaoke por primera vez. Juan Aguirre, una guitarra Rickenbacker en ristre para la ocasión de lucimiento (no es la debilidad por la marca lo único que comparte con Peter Buck y Johnny Marr), retrocedió hasta lo más profundo del repertorio de Amaral para interpretar ‘Tardes’ en solitario en la pasarela que se adentraba en el público. Hace tiempo que el mundo del gran espectáculo consiguió la cuadratura del círculo que formaban intimidad y épica, o al menos un simulacro resultón de cuadratura. La nueva pieza ‘En el centro de un tornado’ lo hizo tanto por contraste con ‘Tardes’ como por sí sola. Momento Cirque du Soleil del espectáculo, con Eva Amaral envuelta en una larga y vaporosa capa roja mientras se apiadaba de las víctimas de ‘bullying’, pederastia eclesial o guerras desde las alturas, arnés mediante. También a por el lagrimal fue ‘Podría haber sido yo’, si bien con menos aparato musical y escénico, como corresponde a un número que homenajea a Víctor Jara; el personalismo de Amaral en la canción roza el fuera de juego. En ningún momento se resintió el segmento principal del pase de que las novedades estuvieran en igualdad numérica con tiros seguros como los citados, 'Moriría por vos', ‘Días de verano’ o ‘Resurrección’.   

Juana de Arco y Carlos Marx

La proporción equitativa entre piezas de nuevo cuño e himnos asentados se mantuvo en las dos extensas tandas de bises, ese ritual, con ‘No lo entiendo’ o ‘Hasta que la música se acabe’ tuteando a ‘Sin ti no soy nada’ o ‘Marta, Sebas, Guille y los demás’, aunque menos aulladas por la concurrencia. De manera significativa puso el broche a la velada ‘Ahí estás’, canción surcada por la princesa Leia y Sylvia Plath, Juana de Arco y Carlos Marx, un trineo de nieve y un carro de fuego, y Dante en sus infiernos; en efecto, una canción de amor más grande que la vida, como suele decirse, y nueva. Y bastante Morrissey, no solo por la pomposidad lírica, sino también por los ecos de ‘First of the gang to die’. Caminar entre lo sublime y lo ridículo es un truco arriesgado, pero ganador si se cae de pie. Fue el caso.

Una voz y una fuerza escénica como las de Eva Amaral no salen cada día, y la guitarra de Juan Aguirre también llena lo suyo. De propulsarlos y exaltarlos, y de que no quedara ni un agujero en la música se ocuparon Ricardo Esteban (bajo), Álex Moreno (batería), Sergio Valdehita (teclados), Laura Sorribas (violonchelo, vocoder, percusiones y coros) y Miri Moreno (saxofón, flauta travesera, percusiones y coros).