El Tánger
de María
Dueñas

Textos: Elena Hevia
Infografía: Ramon Curto
Fotos: Carlos Ruiz

María Dueñas suele decir que su vinculación con Marruecos procede de aquellas historias de los años 50 cargadas de luz y exotismo que le contaba su madre, nacida en Tetuán, capital del Protectorado español. Pero aquel ambiente era pacato comparado con lo que suponía la cercana y bulliciosa Tánger, el París del Norte de África, nido de aventureros, artistas y escritores, llámense Kerouac o Paul Bowles, buscando forzar los límites de la conciencia y las convenciones sociales. En esa geografía mítica, a la que hoy solo se puede viajar con la imaginación, acaba su peripecia Sira Quiroga, la protagonista de ‘El tiempo entre costuras’ -10 millones de lectores- y su reciente y exitosa –‘Sira’ (Planeta) que está agotando la undécima edición.

Por las calles de la Kasbah, de su Medina y de sus legendarios hoteles, seguimos los pasos de la autora por la ciudad, los mismos de su personaje, la modistilla que acabó siendo espía

El Hotel El Mizah es toda una institución en la ciudad, como puede comprobarse si se repasa el libro de visitas históricas: desde Winston Churchill hasta John Malkovich o Francis Ford Coppola, pasando por Rita Hayword o Rex Harrison. En tiempos rivalizó con el Continental, mucho menos lujoso y algo más popular, que fue donde Sira se alojó en su primer viaje a Tánger en 'El tiempo entre costuras'. En su continuación, su paso por El Mizah da cuenta de la evolución del personaje, convertida ahora en una mujer mucho mas sofisticada.

Pasar el rato en un cementerio no parece un plan extraordinario. Pero eso es porque no se conoce el campo santo de la pequeña iglesia anglicana de Saint Andrews, un jardín sin pretensiones y un poco decadente que alberga las tumbas de la antaño influyente colonia británica -aquí reposa el viajero, periodista y espía Walter Harris- desde el siglo XIX hasta la actualidad. Dueñas suele visitarlo porque es un oasis y un vivero de historias. Muy cerca de la blanca fachada -nada británica- se encuentra la tumba del matrimonio Buckingham que tienen una presencia significativa en el devenir de Sira. "En una de esas visitas, en este lugar, volví a pensar que me apetecía mucho recuperar Tánger como escenario. Aquí nació la novela".

Aquí es donde muchas décadas atrás se reunían los campesinos a vender sus productos de la huerta. Sira solía atravesar ese lugar a diario porque la casa que se podía permitir en la ciudad, no estaba situada muy lejos, en el barrio más frecuentado por los americanos.  En esas idas y venidas ve a los comerciantes marroquíes preparando el género: sartenes, plumeros, matamoscas y cacerolas. Nada de eso se puede comprar ahora allí, la zona, hoy plaza 9 de abril, ha sido remodelada, modernizada y uniformizada y ha perdido el antiguo perfume de aquel enclave.

En el año 1948, Barbara Hutton, la mujer más rica de su tiempo, que arrastra una infancia solitaria al cuidado de nannies, una gran inestabilidad emocional  y una lista de maridos entre los que se cuenta Cary Grant, decide comprar un fabuloso palacio situado en la Medina. Al parecer Francisco Franco también pujó por Sidi Hosni pero nada pudo contra la fortuna de ella, sencillamente dobló la oferta del dictador. Las extravagantes fiestas de Hutton convocaron a Truman Capote, Hubert de Givenchy, Tennesse Williams o Cecil Beatty. Ella los recibía sentada en un trono de oro, rodeada de camellos, danzarinas del vientre y encantadores de serpientes. Y junto al caviar y el champagne los dátiles venían rellenos de hachís. Sobre la puerta de la entrada se lee en árabe: "El paraíso existe, el paraíso está aquí, aquí y aquí". Hoy el palacio, que esconde sus riquezas con mucha elegancia, es propiedad privada, pero los lectores pueden entrar en él gracias a Sira que consigue colarse en este mundo de fantasía casi por la puerta de atrás.

María Dueñas, fascinada por Hutton, relata una de las grandes anécdotas de la ciudad, que ilustra, en cierta manera, la integridad de la misma. Para llegar a la inaccesible Kashba, "ese lugar donde solo se atrevían a subir los aventureros o los excéntricos", había que pasar indefectiblemente por esta magnífica puerta construida en el siglo XIX. La millonaria pidió a la municipalidad que ensancharan el arco para poder acceder con su Rolls-Royce y recibió un 'no' rotundo. Hutton se salió con la suya por otros medios: “La casa Rolls accedió a hacer un modelo exclusivo para ella más estrecho, algo que no había conseguido nadie hasta el momento, ni se consiguió después”.

Probablemente es el enclave más emblemático de Tánger. Este Zoco, situado en el interior de la Medina, es menor en tamaño que su homólogo de fuera pero fue y sigue siendo el corazón de la ciudad, especialmente cuando esta se situaba dentro de las murallas.  Recuerda Dueñas como Pío Baroja llegó a escribir que el Zoco Chico era como la Puerta del Sol: “se charla, se fuma, se toma café y, sobre todo, se miente, como en la famosa plaza madrileña”. También, recuerda, es un sitio muy español porque tenía estos dos cafés, El Central y el Fuentes, "donde solían acudir republicanos y franquistas, respectivamente, y muchas veces los enfrentamientos llegaban a las manos".


Este reportaje se ha publicado el 23 de octubre de 2021

Textos: Elena Hevia
Fotos: Carlos Ruiz
Infografía: Ramon Curto
Coordinación: Rafa Julve y Ricard Gràcia