Perdedores rescatados
Andreu Navarra ('Bohemia y barricadas'): "Los escritores con pistola o los transformistas de La Criolla no encajan en el relato de Barcelona"
El historiador firma una crónica trepidante y llena de información de la vida cultural de Barcelona entre 1888 y 1939, con énfasis en los bohemios olvidados

El cabaret La Criolla / Archivo


Ramón Vendrell
Ramón VendrellPeriodista
'Bohemia y barricadas' (Tusquets) suministra una cantidad ingente de información a un ritmo endiablado, no hay desperdicio en este tren bala narrativo. El libro, subtitulado 'Barcelona, 1888-1939. Una historia cultural', despliega además una prosa desinhibida y con golpes de humor. Nada de todo ello es habitual en un ensayo histórico, a fin de cuentas lo que es la obra de Andreu Navarra (Barcelona, 1981). "No hay teoría, no hay citas, solo se narra -dice el autor-. La técnica es de novela, de contrastes".

Andreu Navarra / Macarena Pérez
El modelo conceptual de 'Bohemia y barricadas' es 'La república de los espíritus libres. Jena, 1800', de Peter Neumann. Lo que pasa es que la capital del romanticismo europeo era una pequeña ciudad universitaria, mientras que Barcelona superaba los 500.000 habitantes en 1900, y creciendo a lo bestia, y era "explosiva a múltiples niveles", señala Navarra. Había muchísimo que contar. Por otro lado, el profesor de Historia Contemporánea de la Universitat Autònoma de Barcelona había publicado "15 o 20" entregas de la columna 'La vella bohemia' en 'El Nacional.cat', sobre figuras de la ídem catalana. "Eran muy divertidas", considera. De ahí surgió el tono algo zumbón.
Visión completa
"Madrid cuida muy bien a los perdedores y a la gente de la roña -explica Navarra-. Ahora mismo les dedica una exposición en el Museo de Historia municipal ['¡Viva la bohemia! Los bajos fondos de la vida literaria']. En Barcelona tenemos, por ejemplo, a Enric Casasses recuperando a Francesc Pujols y a Juli Vallmitjana, pero no había una visión completa de la bohemia barcelonesa. Los personajes fracasados, jodidos o eclipsados, los escritores con pistola o los transformistas de La Criolla no encajan en el relato público de Barcelona y se han quedado en un limbo".

Francesc Pujols / Archivo
En la tira de ellos se detiene la montaña rusa cultural, política, social y juerguista de Navarra, los distintos planos de la ciudad están entretejidos. El autor siente debilidad por algunos olvidados. Por Vallmitjana, "un escritor bueno de verdad". Por Lluís Capdevila, "con esa pistola que se disparaba sola y los zapatos con aire acondicionado". Cuando se quejaba de que no ligaba, le aconsejaban que primero se duchara. El libro 'Memòries d'un llit de matrimoni', por el que desfilan "ministros y tal", le costó un pleito por inmoralidad. Por Diego Ruiz, "un filósofo con todas las letras que lo mismo escribía sobre Prat de la Riba que sobre Satanás". Por Pompeu Gener, "que también estaba obsesionado con el diablo".
Movimientos totales
Asimismo aparecen los numerosos gigantes de la vida cultural barcelonesa. "No olvidemos -remarca Navarra- que en 1900-1905 conviven en Barcelona Antoni Gaudí, un arquitecto universal cuyo significado entonces aún está oculto; Pablo Picasso, directamente el artista más importante del siglo XX, y Eugeni d'Ors, el fundador de la prosa politica catalana, sin él no habríamos tenido a Josep Pla. En un margen muy estrecho encontramos a otros genios: Joan Maragall, Josep Carner, Lluís Domènech i Montaner, Josep Puig i Cadafalch..." Pero no son las grandes personalidades el objeto del fresco, a menos que pueda aportar Navarra una visión "rompedora". Es el caso del Santiago Rusiñol revelado por Raül Garrigasait en el ensayo biográfico 'El fugitiu que no se'n va', del que emerge "un escritor y un artista como la copa de un pino y muy trabajador".

Juli Vallmitjana / Archivo
La potencia del arco entre la Exposición Universal de 1888 y la Guerra Civil tiene una explicación. "El modernismo y el novecentismo fueron movimientos totales, espirituales, de reforma de la humanidad, y tenían un sentido colectivo y una intención clara de crear plataformas", resume Navarra.
Políticos de altura
¿Es por el efecto cualquier tiempo pasado fue mejor que el mundo político reflejado en 'Bohemia y barricadas' parece darle mil vueltas intelectuales al actual? "Siempre hay que huir de ese pensamiento, pero es indudable que el nivel intelectual de los políticos estaba a años luz del de los actuales -responde Navarra-. Te guste o no Francesc Cambó, mira solo lo que hizo la Fundació Bernat Metge. O el señor Rovira i Virgili, que escribió sin descanso y fundó un diario ['La Nau'] y una editorial [Societat Catalana d'Edicions] que ahí es nada lo que publicó. A Salvador Seguí le pregunta un periodista: '¿Usted qué lee?' 'Spinoza, Aristóteles... ', le responde. Un tío que trabaja de pintor de pisos. Era autodidacta, gran amigo de Francesc Layret, un sabio".

Salvador Seguí / Archivo
Con Seguí entre sus líderes, el sindicato anarquista CNT alcanzó una fuerza enorme en Barcelona. El anarquismo creó "ateneos, casas del pueblo y escuelas con las que los obreros se autoorganizaron para tener una cultura propia, ya que nadie se ocupaba de ellos", expone Navarra. Seguí fue asesinado a tiros en 1923. No hubo detenidos, pero se sospechó y se sospecha muy mucho de pistoleros del Sindicato Libre, "el primer escuadrismo fascista, dicen algunos".
Escritoras explosivas
'Bohemia y barricadas' apunta "un gran tema oculto", en palabras de Navarra, el de "las escritoras y las periodistas explosivas de los años 30: Rosa Maria Arquimbau, Aurora Bertrana, que quizá sea la más estudiada, Anna Murià, Irene Polo... ". Con antecedentes en revueltas y manifestaciones de mujeres como la de 15.000 Damas Rojas a favor de la 'ley del candado' del gobierno de José Canalejas, que prohibía la creación de nuevas órdenes religiosas.
No podía faltar entre los rescatados de Navarra Francisco Madrid, el escritor que selló el uso del calificativo Barrio Chino para referirse al Distrito V y cuya obra más conocida, 'Sangre en las Atarazanas', "no es más que la punta del iceberg de una inmensa producción periodística y narrativa", escribe el autor. "Llama la atención la libertad sexual de locales de ese barrio de puerto como La Criolla, por donde pasaron actores de Hollywood y jefes de Estado -observa Navarra-. Pero cuidado que este mito feliz puede hacer olvidar la cantidad de víctimas y esclavas sexuales que había".
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