Entrevista

Chris Ware: "La nieve es el arte perfecto: hermosa, delicada y vulnerable, pero también pesada, grande y molesta"

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Chris Ware, en la exposición 'Dibujar es pensar', en el CCCB, este miércoles

Chris Ware, en la exposición 'Dibujar es pensar', en el CCCB, este miércoles / Jordi Otix

Ramón Vendrell

Ramón Vendrell

Barcelona
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El autor de obras complejas y deslumbrantes como 'Jimmy Corrigan, el chico más listo del mundo' o 'Rusty Brown', artesanal revolucionario de la narrativa gráfica, presenta la exposición 'Dibujar es pensar' en el CCCB y es uno de los invitados del Comic Barcelona.

Siempre ha defendido el cómic como una forma de arte popular. ¿Qué siente al ver su trabajo expuesto en museos?

En el arte popular hay una claridad de comunicación entre el lector y el artista que aprecio mucho. Si un lector no entiende una historieta, culpará al dibujante, no a sí mismo. Eso está muy bien, pero a la vez es un pequeño problema del cómic porque cuesta ser tomado en serio. Exponer en un museo me hace sentir un poco más seguro, es como una droga que altera mi estado de ánimo para bien. Pero no quiero que el cómic se vuelva tan venerado que el lector habitual tenga miedo de decir 'esto no vale nada'. Debes poder criticar abiertamente lo que lees y, si no te gusta, tirarlo. Es un cruce difícil. Además, de una pintura que ves en un museo solo sueles llevarte tus recuerdos. Hay belleza y elegancia en eso, al fin y al cabo así es como es la vida. No obstante, a mí me gusta hacer cosas que el lector pueda llevarse a casa y tener, para bien o para mal.

¿Qué aporta esta exposición a su obra impresa?

En primer lugar, el arte original, y no me refiero solo a la plancha final, sino también a las páginas en las que se ven las notas del dibujante, los errores, los números de teléfono de las personas a las que hay que devolver una llamada. Intenté que la exposición admita esta verdad que no se ve en los libros. También incluye ampliaciones de páginas, esculturas, notas y cualquier cosa que refleje mi forma de pensar sobre el cómic, así como trabajos que he hecho fuera del cómic. Por último, intenté diseñar el espacio de manera que todo esté relacionado entre sí; en este sentido no es tan diferente de mis libros, solo que es tridimensional.

El ragtime y el blues son músicas muy diferentes, pero en ambas hay una gran honestidad

¿Por qué le gusta tanto la nieve, al menos estéticamente?

Es una de las cosas más hermosas que existen. Antes de que los copos de nieve pudieran ser fotografiados, la gente solía llamarlos rosas de nieve o flores de nieve. Piensa que esas pequeñas flores perfectas tienen esa forma debido a la forma de la mólecula del agua y al modelaje de la temperatura y la humedad del aire durante su caída. Y no hay una docena ni cien, sino millones y millones de esas pequeñas cosas únicas que solo duran mientras hace frío. Se amontonan por todas partes y enfadan a la gente porque tiene que retirarlas con la pala para ir a trabajar. Para mí, la nieve parece el arte perfecto: es hermosa, delicada y vulnerable, pero también pesada, grande y molesta.

Chris Ware, en la muestra 'Dibujar es pensar', en el CCCB

Chris Ware, en la muestra 'Dibujar es pensar', en el CCCB / Jordi Otix

A Robert Crumb le chifla el blues primitivo y a usted le chifla el ragtime, para abreviar, una especie de jazz primitivo. ¿Alguna teoría sobre por qué a dos grandes historietistas estadounidenses les chiflan formas primitivas de música estadounidense?

Supongo que porque hay una gran honestidad en esas músicas. Por otro lado, son músicas muy diferentes. El blues es una música basada en la interpretación. Suele utilizar una estructura de acordes específica que, dependiendo de cómo se toquen, pueden expresar todo tipo de cosas. Para mí, el ragtime es lo opuesto a eso, ya que se basa en la notación; la emoción está incorporada en la notación, como en la música barroca. Hay pocos compositores de ragtime que me conmuevan, los escucho más por un interés histórico. En general, el ragtime no es tan conmovedor como el jazz y blues de los años 20 y 30, en los que los músicos negros podían ser más ellos mismos. Pero, por ejemplo, Scott Joplin, uno de los mejores artistas que Estados Unidos ha producido, puso tanto de su biografía y de su corazón en su música que puedes percibirlos.

Cuando conozco a un artista, lo primero que quiero saber es cómo es su estudio

¿Puede describir el estudio en el que trabaja?

Claro. Siempre que conozco a un artista, es lo primero que quiero saber. Tengo un estudio en el tercer piso de la casa [de Chicago] a la que nos mudamos hace tres o cuatro años. Hay dos mesas de dibujo; la que está más cerca de la puerta es donde escribo y pinto con acuarela en mi diario todas las mañanas y la otra es donde trabajo en las historietas. Tengo un escritorio antiguo que sirve sobre todo para apilar libros. También hay libros contra la pared. Y luego tengo una vitrina grande con cosas que he coleccionado a lo largo de los años, como cómics de 'Gasoline Alley', de Frank King, uno de mis artistas favoritos. De vez en cuando los miro para inspirarme. En el centro de la habitación hay un archivador plano que puse ahí para no golperame la cabeza con la lámpara enorme que cuelga del techo. Junto a una de las ventanas hay una silla en la que a veces me siento cuando solo estoy pensando, porque a mi gato le gusta la mía, que es la cómoda.

De niño sentía que crecería para ser un superhéroe, de modo que diseñaba disfraces basados en esos dibujos

¿Qué importancia tuvieron para usted los tebeos de superhéroes cuando era un niño?

Mucha, aunque en realidad no los leía tanto como los miraba y calcaba los dibujos. Sentía que crecería para ser un superhéroe, de modo que diseñaba disfraces basados en esos dibujos. Así aprendí a dibujar la figura humana. Pero las historias eran terriblemente malas y representan cosas sobre Estados Unidos que, en muchos casos, deberían avergonzarnos. Durante la Segunda Guerra Mundial ofrecieron a los niños que se quedaron sin padre una especie de padre sustituto, una figura protectora, y en este sentido son bastante simpáticos. Por supuesto, también me resulta simpático que la mayoría fueran obra de artistas judíos que trabajaban con nombre falso para que nadie supiera que eran judíos, y que escribían historias sobre la derrota de Hitler. Pero ya en los 60 eran una especie de parodia de sí mismos y en la actualidad son una máquina de hacer dinero que no me interesa en absoluto. Me temo que estoy en minoría.

¿Su máxima es no escribir nada que pueda dibujar?

Cuando era más joven, me ponía nervioso no poder dibujar muchas cosas y no poder contar muchas cosas con dibujos. Ahora puedo representar y contar con dibujos la mayor parte de lo que tengo en la mente. Y, si no, siempre puedo poner un bocadillo de diálogo encima.

Todo buen arte tiene que ser experimental. O sea, la vida es experimental, ¿no?

Es paradójico que usted sea considerado un artista de cómic experimental porque intenta que su narrativa sea tan visual como sea posible, ¿no?

Totalmente de acuerdo, pero no me fastidia porque creo que todo buen arte tiene que ser experimental. O sea, la vida es experimental, ¿no? Los primeros cómics capturaban un sentido de la realidad en la página. A principios del siglo XIX, Rodolphe Töpffer [Ginebra, 1799-1846] hacía que sus figuras cobraran vida y se expresaran leyeras o no sus palabras. Nunca escribo mis historias con un guion previo. Siempre estoy escribiendo con las imágenes, por eso las historias nunca salen como esperaba. Cuando dibujo, salen a la luz imágenes que han estado en mi memoria durante mucho tiempo. Igual que cuando sueñas, surgen cosas inesperadas. Si observas y sigues un dibujo, empiezas a excavar en partes muy extrañas de tu memoria.

Me parece increíble que no hubiera oído hablar antes de Vasili Grossman. Recomiendo muchísimo 'Stalingrado'

¿Qué director cree que podría adaptar al cine sus novelas gráficas?

Charlie Kaufman me parece un genio; 'Sinécdoque, Nueva York' es una de mis películas favoritas. Alexander Payne también es fantástico. Y Todd Solondz, y Tamara Jenkins. He hecho dos carteles para películs suyas ['La familia Savages' y 'Vida privada'] y confiaría en ella para cualquier cosa. Pero creo que es mejor que los directores hagan sus propias historias. Vale, todas o casi todas las películas de Stanley Kubrick fueron adaptaciones, pero en general prefiero el método de [Yasujirō] Ozu de hacer la misma película una y otra vez.

¿Ha traído algún libro en la maleta?

Uno. 'Stalingrado', de Vasili Grossman. He leído un capítulo esta mañana durante el desayuno. Grossman fue un autor soviético que se inspiró en Tolstoi para escribir una historia sobre lo que sucedio en la Segunda Guerra Mundial alrededor de la batalla de Stalingrado. Es un libro asombroso, muy vívido. Joe Sacco me recomendó 'Vida y destino', pero como 'Stalingrado' sucede antes empecé por este. Me parece increíble que no hubiera oído hablar antes de Vasili Grossman. Recomiendo muchísimo 'Stalingrado'.